Amistades peligrosas
El ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, se dispone a firmar el lunes en Caracas un acuerdo con el Gobierno venezolano para el suministro de ocho patrulleras, diez aviones de transporte y dos de vigilancia costera. Con un coste de 1.700 millones de euros, se trata del mayor contrato de exportaci¨®n conseguido nunca por la industria militar espa?ola. En el caso de los buques garantiza que los astilleros p¨²blicos de Navantia en la bah¨ªa de C¨¢diz tendr¨¢n trabajo al menos hasta 2012, y constituye una de las bases sobre las que se cerr¨® en su d¨ªa el acuerdo con los sindicatos.
La venta de armas debe estar sometida a cautelas espec¨ªficas. Pero en este caso no puede hablarse propiamente de armamento, sino de medios de transporte y patrullaje mar¨ªtimo. Por otra parte, y aunque Ch¨¢vez est¨¦ tomando derroteros preocupantes e incremente d¨ªa a d¨ªa su demagogia contra Bush, con un crescendo en los insultos personales, cabe recordar que es un pa¨ªs sobre el que no pesa ning¨²n embargo internacional o regional de venta de armas.
La intervenci¨®n p¨²blica del embajador de EE UU en Madrid, Eduardo Aguirre, para se?alar que su pa¨ªs podr¨ªa vetar la venta de los aviones al llevar tecnolog¨ªa americana no es muy acorde con los usos diplom¨¢ticos. Aunque Estados Unidos se reserva en efecto el derecho a impedir que su tecnolog¨ªa de navegaci¨®n equipe los aviones, lo que dificultar¨ªa una parte de la operaci¨®n.
La Administraci¨®n Bush -que no otorg¨® contratos militares de importancia a Espa?a en tiempos de la luna de miel con Aznar, ni en Irak ni en otros pa¨ªses- ha convertido a Ch¨¢vez en una figura enemiga, y, desde luego, el presidente venezolano ha hecho su propia contribuci¨®n en hechos y en palabras. Pero a la vez que se separa de Washington, Ch¨¢vez acaba de firmar un importante contrato de suministro de petr¨®leo barato a los hogares m¨¢s pobres de Massachusetts.
Estados Unidos ha sido hasta hace poco el mayor suministrador de armas a la Venezuela de Ch¨¢vez. No puede aplicar distinto rasero ante un contrato que responde al inter¨¦s de la industria espa?ola por cuanto inyecta 1.200 millones de euros, imprescindibles para la salvaci¨®n de los astilleros p¨²blicos. Estos buques y aviones, por lo dem¨¢s, para nada sirven como armas de exportaci¨®n revolucionaria. Por su parte, Bono, cuya presencia ha exigido Ch¨¢vez para firmar el acuerdo con las empresas, es sin duda consciente de que el venezolano puede montar para la ocasi¨®n otro espect¨¢culo antiamericano. Pero el ministro espa?ol tiene tablas pol¨ªticas suficientes para salir con bien del envite.
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