La visi¨®n desde Israel: mucho hablar y pocas nueces
El Proceso de Barcelona, en lo que se refiere a su vertiente econ¨®mica, no puede alcanzar de manera visible sus objetivos declarados: la estabilizaci¨®n y crecimiento de las econom¨ªas ¨¢rabes mediterr¨¢neas por medio de una integraci¨®n econ¨®mica (que no pol¨ªtica) con la Europa comunitaria. La raz¨®n principal es que la iniciativa de la UE no ha llevado, ni puede llevar, a una verdadera integraci¨®n econ¨®mica de estos pa¨ªses en el club europeo, es decir, a una nueva divisi¨®n internacional del trabajo en el ¨¢rea euromediterr¨¢nea. (Y en lo que sigue excluyo deliberadamente el caso sui g¨¦neris de Israel).
Primero, los sacrificios realizados por la UE para lograr dichos objetivos han sido financieros (ayuda MEDA), no "reales". No ha habido "efecto demostraci¨®n", es decir, no ha habido en la UE nadie que haya declarado que, "puesto que estamos en el mismo barco, el ejemplo os lo vamos a dar nosotros primero, desmantelando aranceles sobre frutas y legumbres".
Espa?a en particular, a la que tanto gusta que los pa¨ªses ¨¢rabes sigan en algunas cosas su ejemplo, no lo ha dado para nada en lo que era fundamental, puesto que desde el principio se las ingeni¨® para que no se hable en el contexto del Partenariado de concesiones agr¨ªcolas. Incluso ahora, con la casa metaf¨®ricamente ardiendo al sur de Gibraltar (y a veces menos metaf¨®ricamente al norte de Gibraltar; v¨¦ase el 14-M), no da su brazo a torcer y sigue produciendo tomates industriales bajo pl¨¢stico utilizando mano de obra marroqu¨ª.
En este sentido, la continuaci¨®n del Partenariado en su nueva versi¨®n de Pol¨ªtica de Vecindad no merece mucho mejor juicio, puesto que ofrecer a los pa¨ªses ¨¢rabes participar en algunos aspectos del mercado interior es poner el carro delante de los bueyes, puesto que no tiene sentido promover, por ejemplo, la igualaci¨®n de las normas fitosanitarias de los pa¨ªses ¨¢rabes con las europeas, cuando el obst¨¢culo principal al comercio, es decir los aranceles o las subvenciones a las exportaciones comunitarias, a¨²n no se han tocado.
En segundo lugar, los incentivos financieros ofrecidos por la Uni¨®n Europea no han sido lo suficientemente atractivos para que, a cambio, los reg¨ªmenes autoritarios de los pa¨ªses del Magreb y del Mashrek est¨¦n dispuestos a atarse las manos haciendo reformas econ¨®micas y pol¨ªticas impopulares como la UE pensaba y quer¨ªa.
En tercer lugar, el valor de los incentivos comerciales que ya se hab¨ªan dado mucho antes de 1995 ha ido disminuyendo con el tiempo.
En cuarto lugar, algunos proyectos est¨¢n tardando tanto tiempo en aprobarse que ya no tienen mucho sentido hoy en d¨ªa. ?Para qu¨¦ sirve la ventaja de origen mediterr¨¢neo si los aranceles industriales de la UE son ya tan bajos y lo van a ser a¨²n m¨¢s despu¨¦s de la Ronda de Doha? En quinto lugar, los compromisos que se ha autoimpuesto la UE han sido virtuales (por ejemplo, examinar demandas de pa¨ªses mediterr¨¢neos no miembros sin mojarse formalmente como no sea en la importaci¨®n temporal de mano de obra) y reversibles (por ejemplo, la UE se ha reservado la posibilidad de aplicar derechos antidumping sobre las importaciones de los pa¨ªses mediterr¨¢neos).
Es veros¨ªmil que el Partenariado, tal y como fue concebido por Bruselas, tuviese como objetivos otros que los oficialmente declarados. Si no es as¨ª, la conclusi¨®n es que no estaba bien concebido. Si, por contra, la UE ten¨ªa otras razones en favor del establecimiento de zonas de librecambio industrial, entonces la cuesti¨®n es saber si todav¨ªa son v¨¢lidas una d¨¦cada despu¨¦s. Si ese es el caso, tiene sentido continuar, analizando fr¨ªamente las cosas desde la perspectiva comunitaria. Pero de no ser as¨ª, se deber¨ªa proceder a una revisi¨®n total del proyecto.
La presente situaci¨®n del Partenariado me recuerda la historia del individuo que por despiste cae del piso 122 de un rascacielos y que a la altura del 35 piensa que "hasta ahora todo va bien".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.