La ¨²lcera se bate en retirada
Los avances m¨¦dicos arrinconan lo que hasta hace unas d¨¦cadas era una dolorosa enfermedad incurable. Descubierto el origen de la infecci¨®n, la 'Helicobacter pylori', y formulados los f¨¢rmacos para tratarla, el nuevo reto es crear una vacuna que permita la erradicaci¨®n mundial de la bacteria.
Hace unos a?os, un retrato-robot describ¨ªa con fidelidad los rasgos que defin¨ªan al paciente ulceroso: var¨®n, por lo general de edad madura, de perpetuo mal humor y obligado a tomar leche para apaciguar su recurrente dolor de est¨®mago, era la encarnaci¨®n viviente del enfermo cr¨®nico. Hoy, ese tipo de sufridor ha desaparecido. Una revoluci¨®n terap¨¦utica ha convertido esa patolog¨ªa tan extendida en una molestia que puede ser eliminada para siempre en un par de semanas.
La base de este hito, uno de los mayores que se ha producido en la medicina del aparato digestivo, fue el descubrimiento del origen infeccioso de las ¨²lceras gastroduodenales. En 1982, y tras analizar cientos de biopsias de la mucosa g¨¢strica, dos m¨¦dicos pat¨®logos australianos lograron identificar la bacteria responsable: Helicobacter pylori. Este descubrimiento convirti¨® en obsoletas bibliotecas enteras de hip¨®tesis relativas a la causa de esta cruz que la humanidad ven¨ªa acarreando desde tiempos inmemoriales (entre ellas, la influencia del estr¨¦s). Como reconocimiento a este hallazgo, Robin Warren y Barry J. Marshall han recibido este a?o el Premio Nobel de Medicina.
Saber que se trataba de un microbio resolvi¨® la mitad del problema; ya s¨®lo quedaba por identificar el tratamiento adecuado para eliminarlo. As¨ª ocurri¨®, y en unos pocos a?os se dise?aron combinaciones de antibi¨®ticos y f¨¢rmacos antisecretores (cicatrizantes) que aportaron la bala m¨¢gica contra la bacteria.
Todos los gastroenter¨®logos coinciden: cada vez se ven menos casos de ¨²lcera en las consultas. A falta de estad¨ªsticas nacionales, los datos regionales confirman sus impresiones. Un estudio realizado en Zaragoza por el gastroenter¨®logo del hospital Cl¨ªnico, ?ngel Lanas, demostr¨® que entre 1985 y 2000 la incidencia de la enfermedad se redujo en un 41,4%, mientras que las complicaciones descendieron un 25,4%.
"La terapia erradicadora cura la infecci¨®n en un 80% de los casos", se?ala Javier Gisbert, especialista del servicio de Aparato Digestivo del hospital de la Princesa, de Madrid, "y para el 20% restante hay combinaciones que aseguran casi un 100% de ¨¦xito".
La posibilidad de reinfecci¨®n es de apenas un 1% al a?o. "Se ha visto que el c¨®nyuge no es un factor importante de contagio", agrega Gisbert. De ah¨ª que, una vez tratado, resulta habitual que el paciente quede curado para el resto de su vida. No es poca cosa para una enfermedad considerada el paradigma de la patolog¨ªa cr¨®nica.
"Se trata, sin duda, de un impresionante progreso respecto de la soluci¨®n quir¨²rgica aplicada hace unas d¨¦cadas, que a menudo requer¨ªa la extirpaci¨®n de una parte del est¨®mago, un tratamiento muy agresivo que a menudo provocaba complicaciones", afirma Xavier Calvet, m¨¦dico adjunto del servicio de Aparato Digestivo del hospital de Sabadell. "Tambi¨¦n representa un avance notable en comparaci¨®n con los antisecretores aparecidos en los a?os setenta, que, aunque controlaban muy bien los s¨ªntomas, no curaban la enfermedad".
Las perspectivas de nuevos retrocesos de la infecci¨®n se perfilan muy alentadoras. Actualmente, el 60% de los espa?oles es portador de la bacteria (un valor que resulta de promediar el 75% de infecciones registrado en los ancianos y el 15% de las detectadas en los j¨®venes), una cifra algo superior a la media mundial, situada en un 50%. Todo apunta a que dicho porcentaje seguir¨¢ reduci¨¦ndose, "aunque nos falta mucho para llegar a la tasa de 10% observada en pa¨ªses m¨¢s desarrollados", advierte Gisbert.
E Este ¨¦xito tan rotundo no ha restado impulso a la investigaci¨®n cient¨ªfica. Los expertos quieren terminar de desentra?ar el que principal misterio: por qu¨¦ s¨®lo una fracci¨®n de los infectados desarrollan ¨²lceras y el resto no. Dilucidarlo puede allanar el camino a la creaci¨®n de una vacuna, la soluci¨®n definitiva que permita encarar la erradicaci¨®n mundial de la bacteria.
El est¨®mago ardiente
La ¨²lcera gastroduodenal es una erosi¨®n en la mucosa del aparato gastrointestinal, causada por la combinaci¨®n de un contacto excesivo con el ¨¢cido g¨¢strico con la presencia de H. pylori. Uno de cada cinco afectados sufre hemorragia digestiva, y uno de cada veinte padece perforaci¨®n de est¨®mago. En un porcentaje peque?o de pacientes las complicaciones pueden desembocar en la muerte. Los s¨ªntomas comienzan por un dolor de est¨®mago, por lo com¨²n dos o tres horas despu¨¦s de las comidas, que se calma con anti¨¢cidos o leche. "Estos s¨ªntomas se confunden a menudo con los del reflujo gastroesof¨¢gico", indica Calvet, "y otros pacientes presentan s¨ªntomas at¨ªpicos". Para detectar la infecci¨®n existen m¨¦todos diagn¨®sticos invasivos, como la endoscopia. Una alternativa no invasiva la aportan la prueba del aliento, la detecci¨®n de ant¨ªgenos en las heces y el an¨¢lisis de sangre, un conjunto de m¨¦todos que permite curar a los enfermos evit¨¢ndoles una inc¨®moda endoscopia.
Conexiones inquietantes
Su novedoso papel de estrella en la galer¨ªa de bacterias perniciosas le ha valido a la Helicobacter pylori ser objeto de toda clase de sospechas. Una de ellas se fundamenta en la clara relaci¨®n observada entre la infecci¨®n y el c¨¢ncer g¨¢strico. Aunque la gran mayor¨ªa de los enfermos con el microorganismo nunca desarrollan un tumor g¨¢strico, ¨¦ste se da con mayor frecuencia en pacientes infectados; adem¨¢s, se ha descubierto que la infecci¨®n induce cambios en el est¨®mago que preceden a la aparici¨®n de un tumor. M¨¢s enigm¨¢ticas se perfilan las relaciones establecidas en un reciente macroestudio publicado en The Journal of Infectious Diseases, que vincula la erradicaci¨®n del microbio con el aumento del reflujo gastroesof¨¢gico y de los tumores de es¨®fago. Aunque no est¨¢ claro si se trata de una relaci¨®n causa-efecto o de fen¨®menos resultantes del cambio de la dieta, la correlaci¨®n ha dado pie a pensar que la bacteria pueda brindar alguna protecci¨®n a ciertas personas. "Es un bicho malo", comenta la autora Catherine de Martel, de la Universidad de Stanford, "pero en este estudio mostramos que no es malo para todos". Los dem¨¢s expertos han recibido el hallazgo con cautela, a la espera de su confirmaci¨®n mediante otros estudios.
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