Educaci¨®n
Enfrentado al cambio del clima de opini¨®n, el Gobierno ha tenido que reconocer la ca¨ªda de su popularidad, y ahora se dispone a capear el temporal con una faena de ali?o. Pues lejos de reconocer sus errores, insiste en culpar a los mensajeros que le advierten contra los efectos perversos de su imprudente aventura catalana. As¨ª se muestra fiel continuador de la tradici¨®n espa?ola de sostenella y no enmendalla en la que cayeron sus predecesores, neg¨¢ndose a hacer la autocr¨ªtica para asumir sus responsabilidades. Y en su lugar echa las culpas a la crispante oposici¨®n y a su incapacidad de explicarse: dos excusas que no se mantienen en pie. La oposici¨®n ya ven¨ªa crispando desde el 14-M, pero su crispaci¨®n s¨®lo encuentra eco ahora gracias a los fallos del Gobierno. Por eso el PP ha dejado de cuestionar la llegada de ZP al poder gracias al 11-M, como insist¨ªa en hacer hasta ahora, para pasar a cuestionar su forma de gobernar. Y este cambio s¨®lo se debe al patinazo catal¨¢n, que le ha puesto en bandeja al PP su nueva estrategia opositora. Pero tampoco es m¨¢s veros¨ªmil la otra excusa alegada, pues si el Gobierno no sabe explicarse es porque cree que no puede, ya que la ¨²nica explicaci¨®n cre¨ªble ser¨ªa confesar las razones de su fracaso.
Zapatero confiaba en lavar su d¨¦ficit de legitimidad de origen con una refundaci¨®n de la Espa?a plural que justificase retrospectivamente su p¨ªrrica victoria del 14-M. Pero no ha sido as¨ª, pues comoquiera que termine, la reforma del Estatut ya es un fracaso del Gobierno a todos los efectos. Y lo peor es que este gatillazo ha arruinado lo que promet¨ªa ser el mejor a?o del Gobierno, cuando pensaba desarrollar sus grandes programas sociales con la tranquilidad que le daba el no tener ninguna convocatoria electoral en el horizonte hasta el 2007. De modo que ahora Zapatero tiene un doble d¨¦ficit de legitimidad. Sigue teniendo un d¨¦ficit de legitimidad de origen por su cuestionada victoria del 14-M. Y adem¨¢s tiene otro d¨¦ficit de legitimidad de ejercicio por su evidente fracaso al reformar el Estatut, fracaso cuyos perversos efectos est¨¢n contaminando las dem¨¢s reformas sociales que siguen pendientes, tal como revela la patente crisis educativa. De ah¨ª el nuevo clima de opini¨®n, pues ante tanta incertidumbre, la ciudadan¨ªa empieza a desconfiar, al no saber ad¨®nde nos puede llevar un Gobierno que ya parece gastado y deslegitimado antes de tiempo.
?Y ahora qu¨¦? Si quiere adquirir legitimidad, Zapatero deber¨¢ echar toda la carne en el asador de las reformas pendientes, empezando por la educativa, que ya est¨¢ en la cadena parlamentaria de montaje. Espa?a necesita un gran cambio escolar, pues nuestra juventud es la m¨¢s irresponsable e incompetente de Europa, sin otra ambici¨®n que convertirse en propietaria privada de un piso y de un puesto en la Administraci¨®n p¨²blica, mientras se entrega a la subcultura estudiantil del odio al trabajo y el amor al consumo pasivo. As¨ª que para movilizar a nuestros j¨®venes, y hacerlos capaces de competir en la econom¨ªa de la productividad, la flexibilidad laboral y la formaci¨®n continua, har¨¢ falta una aut¨¦ntica revoluci¨®n educativa. Algo que no se logra con reformas legales de papel, sino con reformas estructurales de base, pues lo que hay que cambiar no son las leyes sino la realidad escolar.
El problema de la ense?anza es que est¨¢ desautorizada por un ordenancismo que la incapacita y la condena a la impotencia. Y para que recupere la autoridad moral y educativa que jam¨¢s debi¨® perder, hay que devolverle competencias y autonom¨ªa. Que sean los equipos docentes, con la direcci¨®n a la cabeza, quienes se responsabilicen de su trabajo educativo. Y para eso hay que invertir m¨¢s recursos en la ense?anza p¨²blica pero tambi¨¦n en la concertada, emancipando a ¨¦sta de su excesiva dependencia eclesi¨¢stica. Pues el problema no reside en la asignatura de religi¨®n (un pretexto para reforzar la limpieza ¨¦tnica de los centros cat¨®licos), sino en una financiaci¨®n estatal que en lugar de invertirse en la ense?anza concertada se desv¨ªa a las instituciones religiosas para financiarlas a costa de una educaci¨®n empobrecida.
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