El precio de la vida
La participaci¨®n de dos atracadores con antecedentes, uno de ellos por homicidio, en el sangriento suceso ocurrido ayer en la localidad barcelonesa de Castelldefels, donde tres personas fueron asesinadas en el atraco a una joyer¨ªa, reabre el debate sobre el papel de la reinserci¨®n en las c¨¢rceles. Por supuesto que el delito debe ser reprimido y el delincuente castigado, pero la sociedad debe plantearse la funci¨®n de unos centros llamados a ser de reinserci¨®n social y que, claramente, no cumplen su cometido como demuestran las estad¨ªsticas de reincidencia. A la vista de sucesos como el de ayer, es l¨®gico que la gente se pregunte c¨®mo dos atracadores con sus historiales estaban en la calle. Lo estaban porque uno ya hab¨ªa pagado por sus delitos anteriores y el otro estaba en libertad en aplicaci¨®n de la ley. No parece que quepa exigir responsabilidades a la autoridad por negligencia en la vigilancia.
En Castelldefels se hab¨ªa reforzado la vigilancia policial tras unos delitos igualmente tr¨¢gicos; pero no hay posibilidad de poner un polic¨ªa en cada esquina y, aunque la hubiera, tampoco eso evitar¨ªa la comisi¨®n de delitos. Lo evidente es que la capacidad del sistema penitenciario para reinsertar a los condenados sigue siendo escasa. La pasada semana se produjo el atraco con rehenes en un supermercado de Barcelona por parte de Juan Diego Redondo, Dieguito el Malo. Un hombre que ha vivido m¨¢s tiempo dentro de los centros que fuera de ellos. A?os de encierro no lo han reinsertado. La funci¨®n que la sociedad asigna a las c¨¢rceles no se cumple. Y si el fracaso es general, habr¨¢ que averiguar por qu¨¦ y acometer las reformas oportunas.
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