Presupuestos exteriores
La opini¨®n p¨²blica se encuentra dividida sobre c¨®mo deben gastarse los dineros en el exterior. El votante de izquierdas piensa que el presupuesto de ayuda al desarrollo debe aumentarse para acercar a Espa?a al objetivo del 0,7% marcado por Naciones Unidas. Por el contrario, el votante de derechas prefiere sentirse protegido frente a un mundo peligroso y desea la subida del presupuesto de defensa. Otros dos aspectos de la pol¨ªtica internacional reciben un apoyo m¨¢s generalizado: la presencia cultural en el extranjero, que incluye la promoci¨®n de la lengua espa?ola, y el fomento de las exportaciones, como demostr¨® el Informe Incipe sobre opini¨®n p¨²blica espa?ola y pol¨ªtica exterior de 2003. Por ¨²ltimo, hay que constatar que los ciudadanos rechazan el aumento del presupuesto dedicado a la diplomacia.
En los a?os noventa el p¨²blico reclamaba una reducci¨®n del presupuesto de defensa, pero esta demanda ha remitido en la actualidad debido en gran medida a que la gente aprecia la utilidad de las Fuerzas Armadas en las operaciones de mantenimiento de la paz conducidas en el marco de Naciones Unidas, la OTAN o la Uni¨®n Europea. En cambio, el p¨²blico no valora suficientemente nuestra acci¨®n diplom¨¢tica, lo que le lleva a opinar que esta partida del presupuesto deber¨ªa mantenerse o incluso reducirse. Esto refleja una falta de sinton¨ªa entre el importante trabajo que llevan a cabo nuestros diplom¨¢ticos y la opini¨®n p¨²blica, que habr¨ªa que corregir.
La financiaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de Espa?a tiene que huir de la trampa que presenta sus diversos aspectos como alternativas. Es un error pensar que debe favorecerse la ayuda al desarrollo pero no la defensa, del mismo modo que la promoci¨®n de nuestra cultura no puede separarse de la labor de la diplomacia. La acci¨®n exterior tiene que abordarse de manera integrada y recibir recursos suficientes. Las crisis y el mal gobierno entre el ?frica occidental y la regi¨®n de los Grandes Lagos, por ejemplo, afectan directamente a los espa?oles en forma de inmigraci¨®n ilegal. Esos problemas exigen respuestas de los Estados africanos y, desde fuera, medidas econ¨®micas, financieras, pol¨ªticas y a veces militares de la Uni¨®n Europea y otras organizaciones internacionales, concertadas con los gobiernos locales. Si los europeos eligen meter la cabeza en la arena, como los avestruces, la situaci¨®n all¨ª seguir¨¢ empeorando, y nuestra seguridad tambi¨¦n.
El presupuesto del Gobierno para 2006 avanza en la buena direcci¨®n porque incluye un incremento en los ministerios de Asuntos Exteriores y de Defensa. Pero este esfuerzo deber¨¢ continuarse en los pr¨®ximos a?os, ya que el punto de partida era muy bajo. Muchas miradas est¨¢n puestas en Espa?a y se espera mucho de nosotros. Espa?a tiene importantes responsabilidades internacionales en Am¨¦rica Latina y en el Mediterr¨¢neo. Su lengua es objeto de una demanda creciente en todo el mundo. Adem¨¢s, es uno de los contribuyentes m¨¢s importantes de Naciones Unidas. Con la globalizaci¨®n y la proliferaci¨®n de las comunicaciones, ninguna cuesti¨®n internacional es ajena, desde la violencia en Colombia hasta un terremoto en Pakist¨¢n.
El Ministerio de Asuntos Exteriores alcanza un presupuesto para 2006 de 1.279 millones de euros, de los cuales 681 ser¨¢n destinados a cooperaci¨®n al desarrollo. Esta partida se completa con lo dedicado al mismo fin por el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda (por ejemplo, para la condonaci¨®n de la deuda de pa¨ªses pobres) y por las comunidades aut¨®nomas. La excelente recopilaci¨®n de datos contenida en el Anuario CIDOB de Barcelona recuerda que en 2002 la proporci¨®n de la Renta Nacional Bruta destinada a ayuda oficial al desarrollo fue del 0,26%, pero en 2003 esta ratio descendi¨® al 0,23%. En el momento presente, a trav¨¦s de un aumento gradual, el Gobierno pretende aproximarse al 0,5% al final de la legislatura. En otros t¨¦rminos, si en 2003 cada espa?ol aport¨® algo m¨¢s de 40 euros al a?o para ayuda oficial al desarrollo, ahora se trata de doblar esa cantidad -lo que parece razonable-. Numerosas organizaciones no gubernamentales colaboran de forma muy meritoria en la ejecuci¨®n de tales ayudas.
Al igual que el de Asuntos Exteriores, el Ministerio de Defensa est¨¢ hist¨®ricamente mal financiado, lo que impide una proyecci¨®n exterior acorde con nuestra relevancia y con las expectativas de socios e interlocutores. El aumento que se prev¨¦ para 2006 es imprescindible, con el fin de aproximar los salarios de los militares a los de otros profesionales de nivel similar. Pero las inversiones y las infraestructuras deben ponerse al d¨ªa. El Ministerio de Defensa gasta aproximadamente un 62% en personal y tan s¨®lo un 12% en material, mientras que las cifras en el Reino Unido son del 40% y del 24%, respectivamente. Las cr¨ªticas que se hacen a las inversiones en programas de defensa ignoran que ¨¦stos representan beneficios en los campos civil y militar, y que nuestras Fuerzas Armadas se est¨¢n dotando para la gesti¨®n de crisis -es decir, para ayudar a poblaciones en dificultades y garantizar la seguridad- en el marco de operaciones multilaterales, y no para aventuras de otro tipo.
La demanda global de gesti¨®n de crisis no tiene fin en el horizonte previsible. Naciones Unidas mantiene 17 operaciones en activo con m¨¢s de 80.000 efectivos desplegados. La OTAN est¨¢ presente en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, con participaci¨®n espa?ola. La Uni¨®n Europea conduce operaciones militares en varios escenarios (Bosnia, con 7.000 efectivos, es la m¨¢s ambiciosa), pero tambi¨¦n de polic¨ªa (por ejemplo en Kinshasa, Congo) y para asistir en la reconstrucci¨®n del Estado de derecho, al tiempo que financia la misi¨®n de la Uni¨®n Africana en Sud¨¢n. La operaci¨®n para la asistencia y la formaci¨®n de la polic¨ªa palestina en Gaza abre posibilidades in¨¦ditas. Como ha se?alado Javier Solana, el Alto Representante de la UE, la Uni¨®n dispone de toda una gama de mecanismos de acci¨®n, lo que la convierte en un actor privilegiado y exige un reforzamiento de sus capacidades.
?De d¨®nde va a sacarse el dinero necesario para poner un poco de orden en el mundo? La tendencia a medio plazo parece evidente: cada vez tendremos que dedicar m¨¢s fondos a la acci¨®n internacional. Los ciudadanos espa?oles (y todos los europeos) deber¨ªamos ser conscientes de esta realidad. Si queremos mantener el Estado del bienestar, con una poblaci¨®n cada vez m¨¢s reducida y anciana, en medio de una situaci¨®n de desigualdad global, debemos invertir en seguridad exterior. Pero los euros dedicados a crear un mundo m¨¢s estable y predecible est¨¢n bien invertidos. En un mundo tan desigual, la seguridad bien entendida empieza por los otros.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la UE. ?ngel Pascual Ramsay es master en Administraci¨®n P¨²blica por la Universidad de Harvard. Ambos presentaron estas ideas en un seminario organizado por la Fundaci¨®n Alternativas.
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