Felipe veinte a?os despu¨¦s
Aunque en mi piso los fantasmas suelen habitar en los espejos, ¨¦ste surgi¨® del tel¨¦fono y lo reconoc¨ª de inmediato con mi est¨®mago. La voz de mi ex son¨® clara, pero me result¨® lejana. Cuando quise darme cuenta, ya hab¨ªa aceptado su petici¨®n de entrevistarnos para decirme algo "de lo que no pod¨ªa hablar por tel¨¦fono".
Parec¨ªa una cita clandestina, propia de otra ¨¦poca. Aunque ahora se trataba de un hotel de lujo, preparado "para los negocios y el placer", en el que, de creer a mis compa?eras, hasta se dispone de cama con nombre propio, no s¨¦ si es "dulce durmiente" o "dulce amante".
?Negocios o placer? No ser¨ªa esa la cuesti¨®n con Felipe, que al poco de casarnos opt¨® por la suma de ambos: una aritm¨¦tica de la que pronto qued¨¦ excluida. Y all¨ª estaba, esper¨¢ndome con un aperitivo en la mano. Me extra?¨® no sentir nada por ¨¦l, ni asomo de cari?o o de odio. Nada. Pero ese estado plano no me iba a durar mucho.
Me dijo que estaba preocupado por "nuestro amigo Beti", que segu¨ªa port¨¢ndose como un gixajo. Que no debi¨® pedirle ayuda en "ese asunto de la carta". Y que ahora tambi¨¦n estaba preocupado por m¨ª, porque Beti le hab¨ªa contado c¨®mo me puso al corriente de lo del "impuesto" y, claro, conoci¨¦ndome...
Felipe no hab¨ªa cambiado. Estaba calvito y fond¨®n, pero reptaba con el mismo estilo de siempre:
- "Estas cosas hay que hacerlas con discreci¨®n, sin que se entere nadie".
- "Felipe, le has entregado diecisiete millones de pesetas a ETA y ahora ?qui¨¦n quieres que no se entere, yo o la Guardia Civil?
- "Por favor, Ainhoa. Me paso la vida pagando para que me dejen vivir y trabajar en paz: a Hacienda, a concejales y funcionarios corruptos y al diablo si hace falta".
- "Claro", le dije, "todo est¨¢ podrido, ?no? Menos el Mercedes que tienes aparcado ah¨ª fuera. ?Cu¨¢ntos caballos tiene, doscientos?"
- "Trescientos ochenta y ocho. Y es casi en lo ¨²nico en que puedo ya confiar fuera de m¨ª mismo".
-"Quienes no debieran confiar en t¨ª son esos amenazados cuyo asesinato no ser¨ªa posible si fracasara el impuesto etarra".
- "?Ni siquiera sientes l¨¢stima por Beti?"
- "Pues mira, por ¨¦l s¨ª. Que acabar¨¢ preso o con un tiro en la nuca para que t¨² puedas seguir con tu estilo de vida".
- "Para sobrevivir hay que ser fuerte. Lo tuyo es el bando de las v¨ªctimas. Siempre has tenido un lado de perdedora".
- "?Y es por eso por lo que me has llamado? ?Para tenerme callada y que te ayude a mantener callado a Beti?"
- "Es por vuestro bien".
Lo recib¨ª como una bofetada, como una amenaza golpe¨¢ndome en el rostro.
- "Claro. Por eso te metiste a constructor. Para construir una naci¨®n de silencios disfrazados de chuler¨ªa".
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