Lecciones del porvenir
Cita Houellebecq en la primera parte de La posibilidad de una isla la novela Desgracia, de Coetzee, y no es casual que lo haga, ya que ambas comparten el punto de partida argumental: la desaz¨®n amoroso-sexual de un hombre enfrentado a su declive. A partir de ah¨ª cualquier parecido resulta ilusorio. Coetzee logra una novela austera, densamente trabada, en la que cada acontecimiento se despliega ante el lector con absoluta coherencia interna, mientras que Houellebecq construye un relato en el que la narraci¨®n queda subordinada a la especulaci¨®n de las ideas, a menudo contradictorias, que lo sostienen. Entendemos, por ejemplo, los conflictos de los personajes porque se nos explican, no porque los veamos. Se?alar, sin embargo, a estas alturas ese d¨¦ficit resulta superfluo teniendo en cuenta que sus tres novelas anteriores (Ampliaci¨®n del campo de batalla, Las part¨ªculas elementales y Plataforma) se resent¨ªan de lo mismo. Como superfluo resultar¨ªa, igualmente, juzgar el libro a la luz de lo que dichas ideas expresar¨ªan sobre la concepci¨®n del mundo de su autor. Que Houellebecq sea un novelista m¨¢s bien discreto no entra?a que, al enfrentarnos a sus textos, la ¨²nica salida sea moralizar sobre su propia postura moral. Entre otras cosas, porque ¨¦sta nunca se muestra clara. Houellebecq no predica. Es un agitador vocacional, un desestabilizador de conciencias satisfechas, un pesimista furibundo que no s¨®lo no cree que vivamos en el mejor de los mundos posibles sino que desconf¨ªa de que tal cosa, siquiera como mera especulaci¨®n, sea posible. En ese sentido, es quiz¨¢ el escritor actual que m¨¢s radicalmente ha plasmado las contradicciones del ser contempor¨¢neo; apresado en esa misma falta de certezas. Ser¨ªa demasiado pedir, aunque ley¨¦ndolo sea imposible no desearlo y constatar que no lo es nos deje en consecuencia un regusto amargo, que adem¨¢s fuera mejor novelista.
LA POSIBILIDAD DE UNA ISLA
Michel Houellebecq
Traducci¨®n de Encarna Castej¨®n
Alfaguara. Madrid, 2005
439 p¨¢ginas. 20,50 euros
En La posibilidad de una isla
abundan las obsesiones caracter¨ªsticas de Houellebecq: el sexo, la religi¨®n, el ¨¦xito, la ciencia, los diferentes roles sexuales...; pero se percibe un salto considerable con respecto a sus novelas anteriores en su voluntad indagatoria. Aunque sigue haciendo gala de su ¨¢cida perspicacia al plasmar cr¨ªticamente ciertos fen¨®menos sociales de hoy en d¨ªa, en esta ocasi¨®n ataca directamente al ser humano despojado de toda concreci¨®n hist¨®rica y tomado, si es que eso es posible, en su m¨¢s abstracta forma. Para ello, pone en pie una eficaz estructura que lo obliga a adentrarse en la ciencia-ficci¨®n creando dos narradores, Daniel1 y Daniel25 (hay un Daniel24, pero su intervenci¨®n es menor), separados por dos mil a?os de historia y que son a la vez la misma persona, pues el m¨¢s moderno es una replica gen¨¦tica con algunas modificaciones del primero. Uno vive en el mundo actual, dominado por las pasiones y con un constante miedo a la decrepitud y a la muerte, mientras que el otro vive en una hipot¨¦tica sociedad futura en la que la muerte ha sido vencida y, con ella, las desestabilizadoras pasiones a las que com¨²nmente se echa la culpa de las zozobras humanas. Pues bien, ni uno ni otro son felices. El dilema humano, parece concluir Houellebecq, carece de soluci¨®n; es una apor¨ªa (palabra, por cierto, que aparece por lo menos tres veces a lo largo del texto). O lo que es lo mismo: "El sufrimiento de los hombres no tendr¨¢ fin", ya que, como sostiene Daniel25 al final de su narraci¨®n, "el simple hecho de existir ya es una desgracia". Palabras de pesimista que no sorprender¨¢n a los houellebecqianos pero que cobran toda su entidad (y esto acaso s¨ª sorprenda a m¨¢s de uno) en una novela que a la vez contiene una desconcertante celebraci¨®n de debilidades humanas tales como el amor y la amistad. M¨¢s curiosos a¨²n son los numerosos gui?os en los que Houellebecq parece mirarse a s¨ª mismo: "El humorista asume la brutalidad del mundo y le responde con mayor brutalidad. Sin embargo, el resultado de su acci¨®n no es transformar el mundo, sino hacerlo aceptable convirtiendo la violencia en risa; y de paso, tambi¨¦n, ganando bastante pasta".
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