Espa?oles de Nueva York
Fue en Nueva York, en el pasado D¨ªa de Acci¨®n de Gracias, Thanksgiving Day o San Giving -como le gustaba denominar a este d¨ªa de pagana celebraci¨®n al casi centenario, y muchos a?os neoyorquino, escritor Francisco Ayala-, cuando, en compa?¨ªa del poeta Luis Garc¨ªa Montero, anduvimos buscando suspiros de una Espa?a posible. Una que pudo ser y no fue. Ya no est¨¢n, ni se les espera, los suspiros de Carmen Amaya, ni los de Concha Piquer. Ni de aquellos artistas suspirantes, ni casi nadie de aquel exilio espa?ol a los que tanto les doli¨® la perdida y republicana patria. Hace muchos a?os que no est¨¢n aquellos intelectuales de puertas abiertas, aquellos que vivieron cerca de la Universidad de Columbia, en el River Side. No est¨¢n los Garc¨ªa Lorca, los De los R¨ªos o los Fern¨¢ndez Montesinos, ilustradas familias andaluzas que se hicieron neoyorquinas sin dejar de ser espa?oles republicanos. Ejemplares espa?oles de orden y alg¨²n suspiro. No todos regresaron. Uno de aquella familia all¨ª se qued¨® para siempre, Federico Garc¨ªa, el padre del poeta. Visitar su tumba, acercarse a un cementerio lleno de nombres irlandeses, encontrar su tumba en una colina abierta al norte de la ciudad, nos produce una emoci¨®n que se mezcla con impotencia, con rabia por esos espa?oles a los que arrebataron hasta la tierra para la tumba.
De esa tumba y de otros recuerdos muy vivos hablamos con Antonio Mu?oz Molina, otro andaluz en Manhattan. Lo suyo no es exilio, es voluntaria distancia de algunos mundos que no le gustan. Habitaci¨®n con vistas a una ciudad que le enamora. Para querer m¨¢s al pa¨ªs que representa, a su cultura y sus gentes, nos imaginamos que necesita la construcci¨®n de un imaginario. Algo parecido a lo que hizo Max Aub cuando pens¨® en una Academia de la Lengua de un pa¨ªs sin guerra, sin muertos y con la presencia de los que nunca pudieron estar en ella. El director del Instituto Cervantes de Nueva York es un espa?ol sensato, un patriota que reflexiona, que no confunde la realidad con el deseo. Trabaja desde la racionalidad, desde la realidad de un pa¨ªs, de una ciudad que tambi¨¦n tiene que pelear contra los fanatismos. Fue ¨¦l qui¨¦n nos aconsej¨® visitar el Museo de Historia Natural. Una necesaria exposici¨®n dedicada a Charles Darwin, al origen del hombre, a la evoluci¨®n, a nuestros primeros antepasados, a nuestra familia de hom¨ªnidos de los que tambi¨¦n desciende, ?ay!, Georges Bush. Incluso Acebes, a su pesar.
Despu¨¦s de visitar a nuestros familiares, compartimos desayuno sin Tiffany's, con profesores, hispanistas y amigos de Francisco Ayala, en el islote feliz y progresista del patio del Cervantes. Muy cerca de donde viv¨ªa y paseaba Katharine Hepburn. En el mismo patio donde bebi¨® Truman Capote. Para terminar el d¨ªa, para no seguir suspirando, nos citamos en un restaurante del Village, uno de los preferidos de Elvira Lindo. Los camareros, espa?oles por supuesto, son actores que est¨¢n buscando su hueco en la zona m¨¢s viva de Manhattan. Y rematar la noche, con algo de jazz y en compa?¨ªa de un gran m¨²sico canario que pasaba por all¨ª, Miguel Perdomo. Un saxofonista con el que muchas veces hemos disfrutado en el grupo de Joaqu¨ªn Sabina.
Seguimos espa?oleando, saludando en espa?ol por bares, tiendas, taxis o plazas. Hasta nos tropezamos con una peluquera de los tiempos de la movida. No es f¨¢cil hablar ingl¨¦s en Nueva York. As¨ª le va a Baltasar Garz¨®n, tan rodeado de hispanos que tendr¨¢ que pedir otro sab¨¢tico para mejorar su ingl¨¦s. Noches en espa?ol y d¨ªas de lo mismo en la Gran Manzana. Con Gonzalo Sobejano, maestro tranquilo entre los muros vetustos de la Casa Hisp¨¢nica, fumador agazapado en su despacho, rodeado de libros y estudiantes, en un hermoso e hist¨®rico edificio al que no le vendr¨ªan mal unas ayudas, unas renovaciones, una pasta.
Tarde espa?ola en casa de Carmen Zulueta, ¨²ltima representante de aquel exilio republicano. Perdieron su pa¨ªs, pero nunca perdieron su memoria, ni sus costumbres ni su comida. Incorporaron otras. Pero nunca olvidaron la tortilla de patatas. Carmen es hija de Luis Zulueta, ministro en la Rep¨²blica, sobrina de Juli¨¢n Besteiro, y sigue siendo un modelo de aquellas chicas criadas con el liberal esp¨ªritu institucionista. Madrile?a de Nueva York que mira con humor el mundo desde sus ventanas a Central Park.
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