Constituci¨®n
Hay personas para quienes recordar la vigencia de la Constituci¨®n es crispar. A m¨ª, sin embargo, nada me turba y nada me espanta cuando hablan de la Constituci¨®n. Todo lo contrario: me alegra. Porque mucho se ha convivido gracias a ella. Nada menos que 27 a?os. Es el texto fundamental m¨¢s venturoso desde las Cortes de C¨¢diz de 1812, momento fundacional de nuestra naci¨®n moderna. Esa naci¨®n que algunos niegan y que la abrumadora mayor¨ªa de los ciudadanos espa?oles afirma. La misma mayor¨ªa que desea que esa Constituci¨®n contin¨²e siendo la c¨²pula normativa de uno de los estados m¨¢s viejos del mundo. Pac¨ªfica marea de dem¨®cratas que no admiten entre ellos y el estado ning¨²n privilegio, ning¨²n fragor identitario. Ning¨²n destino en lo universal, aquello que defend¨ªa el r¨¦gimen de Franco anta?o, y ahora no pocos nacionalistas perif¨¦ricos, esos nuevos joseantonianos.
A m¨ª no me apena la Constituci¨®n aprobada masivamente por los ciudadanos de Espa?a. S¨ª que me crispa, empero, que haya partidos pol¨ªticos que pretendan que el idioma castellano tenga trato de lengua extranjera en Catalu?a. Me parece muy azuzador ese pedido, aparte de inconstitucional. Pero ese criterio, claro, no lo comparten quienes desean la desmembraci¨®n del Estado. Tampoco esa extra?a ¨¦lite disfrazada de neutralidad, que tilda de fascistas a partidos conservadores democr¨¢ticos a la par que flirtea con formaciones ilegales que jam¨¢s condenaron mil asesinatos. A m¨ª me crispan las acciones terroristas y el fanatismo ¨¦tnico-religioso. Pero no me crispa la Constituci¨®n, ya digo. Todo lo contrario. La tengo por la ¨²nica patria defendible, junto con el idioma de cada cual. Y considero a todo nacionalismo (tambi¨¦n al espa?ol, obviamente) como lastimoso desvar¨ªo ideol¨®gico, am¨¦n de fuente de odios y cr¨ªmenes. Espa?a, ahora, vive momentos tensos, artificialmente tensos, debido a la aritm¨¦tica electoral y a las insolidarias exigencias de nacionalismos insaciables y, en algunos casos, muy provocadores. Pero la Constituci¨®n de 1978 nos mantendr¨¢ en la normalidad y en la convivencia.
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