Un suicida de Yihad Isl¨¢mica mata a cinco israel¨ªes en un centro comercial
Israel anuncia represalias militares contundentes y la demolici¨®n de casas palestinas
A las convulsiones pol¨ªticas preelectorales que azotan la vida pol¨ªtica de israel¨ªes y palestinos se sum¨® ayer el quinto atentado suicida del a?o en suelo del Estado jud¨ªo. Un terrorista de 21 a?os, miembro de Yihad Isl¨¢mica, hizo estallar la bomba que portaba en una mochila a las puertas de un centro comercial de la ciudad mediterr¨¢nea de Netania, al norte de Tel Aviv. Cinco israel¨ªes y el militante perecieron destrozados. El Gobierno de Ariel Sharon anunci¨® represalias contundentes. Nada queda de la tregua firmada en febrero con el presidente palestino, Mahmud Abb¨¢s.
El atentado que el 26 de octubre cost¨® la vida a seis personas en Hadera, a escasos 20 kil¨®metros al norte de Netania, quebr¨® el alto el fuego sin remedio. Ayer, a las 11.30 (una hora menos en la Espa?a peninsular), se repiti¨® el drama.
"El terrorista ha intentado acercarse a la puerta del centro comercial Hasharon, pero uno de los vigilantes ha sospechado algo y lo ha apartado unos 10 metros de la entrada. Segundos despu¨¦s hizo estallar los explosivos. Las manchas de sangre en la pared son de los pedazos de los cuerpos", relat¨® Miki Rosenfeld, portavoz de la polic¨ªa, mientras los bomberos y el personal que se dedica a recoger restos humanos se afanaban por restablecer la normalidad en el cruce de calles.
El movimiento fundamentalista Yihad Isl¨¢mica difundi¨® un v¨ªdeo en el que se responsabiliza del ataque, como ya hizo con el cometido en Hadera. Lufti Am¨ªn ab¨² Sami, de 21 a?os, natural de Kufar Rai, pueblo cercano a Yen¨ªn, es el suicida que aparece en la cinta, fusil de asalto y lanzagranadas en mano, anunciando su intenci¨®n de cometer la matanza.
Los heridos se contaban por docenas. En el hospital Laniado, el principal de Netania, se recuperaban algunos de los 50 contusionados, cuatro de ellos de gravedad. Alrededor del 70% de los pacientes eran mujeres que iban a comprar al establecimiento. "No parec¨ªa un suicida. Vest¨ªa camisa y pantal¨®n azul, como los polic¨ªas. Era de tez oscura y pelo negro. Pod¨ªa ser israel¨ª. Ca¨ª nada m¨¢s estallar la bomba", narr¨® Sabiha Asher, de 65 a?os, postrada en la cama con una herida de metralla en la pierna derecha. Beatrice, una francesa jud¨ªa de 51 a?os, visita con frecuencia Jerusal¨¦n y Netania. "Los cristales de mi coche saltaron por los aires. Hab¨ªa mucha gente tirada en el suelo, llorando", coment¨® esta profesora de Inform¨¢tica residente en las afueras de Par¨ªs. Beatrice sonre¨ªa. Y, parad¨®jicamente, afirmaba sin dudar: "Me siento m¨¢s segura en Israel que en Francia. No s¨¦ por qu¨¦. Es un sentimiento".
Los sentimientos se dejar¨¢n a un lado en las represalias que anoche prometi¨® el Gobierno de Ariel Sharon. El ministro de Defensa, Saul Mofaz, orden¨® que el Ej¨¦rcito comenzara la persecuci¨®n de dirigentes de Yihad Isl¨¢mica y aumentara las restricciones de movimientos de palestinos en la Cisjordania ocupada. Y a?adi¨® que promover¨¢ la reanudaci¨®n de las demoliciones de casas de los familiares de los terroristas, medida que se suspendi¨® el pasado febrero, tras el pacto de la tregua con el presidente Abbas.
De nada valieron la inmediata condena del atentado por parte de Abbas y las palabras de sus colaboradores en el sentido de que estos atentados echan por tierra su trabajo para impulsar las negociaciones con Israel. La clase pol¨ªtica del Estado jud¨ªo, casi sin excepciones, arremeti¨® contra los movimientos fundamentalistas y las instituciones palestinas. El ministro de Exteriores, Silvan Shalom, dijo que "el atentado de Netania es otra prueba de que la Autoridad Palestina se abstiene de actuar contra las organizaciones terroristas y les permite asesinar sin molestarlas". Tambi¨¦n emple¨® un lenguaje sin medias tintas el nuevo l¨ªder del Partido Laborista. "Se debe llevar a cabo una guerra sin concesiones contra el terrorismo", afirm¨® Amir Peretz.
En febrero, la Autoridad Palestina y el Gobierno israel¨ª firmaron una tregua con la vista puesta en la evacuaci¨®n de los colonos y los soldados jud¨ªos de la ocupada franja de Gaza. La retirada se complet¨® el 12 de septiembre. Pero Yihad Isl¨¢mica, que ha rechazado participar en las elecciones generales palestinas del 25 de enero, se empe?¨® en boicotear con sangre todo intento negociador.
Tambi¨¦n es cierto que, con el pretexto de la lucha antiterrorista, el Gobierno de Israel ha detenido a centenares de milicianos y de activistas pol¨ªticos -especialmente de Ham¨¢s, que s¨ª cumple el alto el fuego- y que la ampliaci¨®n de los asentamientos en el territorio ocupado de Cisjordania no se detiene un instante.
Ciudad maldita
Ba?ada por espl¨¦ndidas playas mediterr¨¢neas, Netania, de 170.000 habitantes, se halla a 30 kil¨®metros al norte de Tel Aviv y a 15 kil¨®metros de Tulkarem, una de las ciudades palestinas en las que el muro de hormig¨®n que levanta Israel se alza m¨¢s impactante. En la confluencia de las calles Herzl y Raziel se ubica el centro comercial Hasharon, lugar predilecto para los suicidas. Tres ataques terroristas han matado al menos a 11 israel¨ªes en los cinco a?os que dura la segunda Intifada. El 12 de julio pasado fallecieron cinco mujeres. Y el 27 de marzo de 2002 el militante de Ham¨¢s Abdel Basset Odeh cometi¨® uno de los atentados que no se olvidan. Mat¨® a 30 personas.
No ha logrado Israel con el muro -declarado ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia y que recorrer¨¢ m¨¢s de 600 kil¨®metros, muchos de ellos en tierras ocupadas, cuando est¨¦ terminado- detener las matanzas. Los gobernantes israel¨ªes aseguran que esa pared obedece a razones de seguridad y que siempre puede ser derribada. Pero la ministra de Justicia israel¨ª, Tzipi Livni, ya dej¨® caer, el 1 de diciembre, lo que los palestinos siempre han sospechado: "No hay que ser un genio para darse cuenta de que la valla tendr¨¢ implicaciones para la futura frontera".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.