Las caras de Gim¨¦nez Caballero
Las fuentes del v¨¦rtigo que produce Gim¨¦nez Caballero son innumerables, pero destaco dos que me parecen todav¨ªa decisivas de su fisonom¨ªa literaria tanto como humana: su desacomplejada encarnaci¨®n de la modernidad en tiempo real, sin tiempo a respirar, con todos los bollos calientes, y su apremiante e incombustible necesidad de expulsar el torbellino de ideas, hip¨®tesis, ocurrencias o lo que le vaya viniendo. Fue en los a?os veinte, sobre todo en los veinte, un ensayista que fabricaba vanguardia, como fabricar¨ªa despu¨¦s fascismo, y su imaginaci¨®n fue calenturienta en un sentido nada peyorativo: activ¨ªsima, original, fecunda... y tantas veces descabellada. Alguien tan met¨®dicamente ponderado como Jos¨¦-Carlos Mainer, ant¨®logo y prologuista de este tomo, debe acudir a la l¨ªtotes m¨¢s de una vez para prevenir lecturas demasiado precipitadas: no es descabellado ni es disparatado todo cuanto pasa por el mag¨ªn acelerado de un vanguardista profesional, aunque a veces lo parezca o la misma electricidad de su prosa y la misma acumulaci¨®n de ocurrencias rayanas en el disparate o la majader¨ªa nos hagan pensar.
CASTICISMO, NACIONALISMO Y VANGUARDIA
Ernesto Gim¨¦nez Caballero
Edici¨®n de Jos¨¦-Carlos Mainer
Fundaci¨®n Santander
Central Hispano. Madrid, 2005
243 p¨¢ginas. 19 euros
No es un cantinflas de las
vanguardias perif¨¦ricas, y si tiene algo de histri¨®nico megal¨®mano, y tambi¨¦n de chisgarab¨ªs incontinente, gran parte de su prosa de entonces no ha perdido la aptitud para atrapar al lector de hoy. De una cala sobre las casta?uelas a una teor¨ªa de Castilla pasando por los toros y casi todo tocado por la vocaci¨®n program¨¢tica de un arte nuevo, que protagoniza uno de los mejores ensayos recogidos, Eo¨¢ntropo. El hombre auroral del arte nuevo (1928), aparecido en Revista de Occidente, como otros de los trabajos. Pero tambi¨¦n esa meditaci¨®n triangular y complicad¨ªsima sobre algunos de los mitos espa?oles centrales, Don Juan, la misoginia ib¨¦rica y las venganzas simb¨®licas (ha le¨ªdo el ensayo de Mara?¨®n sobre el viso gay de Don Juan y no le parece mal). Y otro ensayo sobre el culto a san Jos¨¦ revela atrevidamente (y quiz¨¢ no sea descabellado...) que "el n¨®dulo central del honor hisp¨¢nico es un factor de sexo". Antes de ser plet¨®ricamente fascista y prof¨¦tico, hacia 1930, es un cult¨ªsimo joven de menos de treinta a?os, observador comprometido y vivac¨ªsimo de lo que sucede fuera de Espa?a, en cualquier lengua m¨¢s o menos pr¨®xima y poco menos que en cualquier lenguaje art¨ªstico posible. Y es el mismo sujeto que s¨®lo conoce un par de ojos comparables a los de Pablo Picasso (son los de Benito Mussolini), y el que importa modelos de Le Corbusier y la Bauhaus, organiza y dirige una revista crucial como La Gaceta Literaria (en 1927), organiza el primer cine-club efectivo, teoriza sobre De Chirico, Joan Mir¨® y Juan Gris o inventa el g¨¦nero del cartel literario-comercial con ¨¦xito considerable (que a Mainer encanta particularmente: La Edad de Plata llevaba uno espl¨¦ndido en la portada de su edici¨®n con Los libros de la Frontera, de Pepe Batll¨®, en 1975).
Y es que antes de dogmati
zarse hab¨ªa sido un ensayista puro, nuevo y moderno: imaginativo y valiente antes que categ¨®rico y axiom¨¢tico, que son formas de la cobard¨ªa. Lo sab¨ªa tan bien que lo puso al principio de Arte y Estado, de 1935, por mucho que ah¨ª y en su anterior Genio de Espa?a anduviesen los or¨ªgenes de la derogaci¨®n del ensayo como forma de pensar y escribir a favor del dogma: "La definici¨®n es siempre un verbalismo que deja escapar la realidad, abstray¨¦ndola. En cambio, la sugesti¨®n es siempre un m¨¦todo vivo de dar sentido a la realidad: de concretarla, de animarla". Y s¨®lo las iluminaciones de Gim¨¦nez Caballero deben saber c¨®mo se casa eso con El Escorial como expresi¨®n del "genio de Espa?a" y el "furor sacro: fe". Si de alg¨²n sitio ha de salir la explicaci¨®n ser¨¢ de las l¨ªneas que abre un extenso ensayo introductorio que trata de la forja del fascismo y la naturaleza de la vanguardia en un sujeto moderno, tanto si padece las neurosis de Gim¨¦nez Caballero como si son de otra variedad menos moderna, menos vanguardista y m¨¢s directamente reaccionaria.
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