Maragall y el futuro
En el teatro de sombras donde se viene desarrollando ¨²ltimamente el debate sobre el Estatut, la ¨²ltima novedad consiste en afirmar que Madrid, o el Madrid centralista, tanto da, mira hacia el pasado, en tanto que Catalunya abre el camino para un futuro venturoso. Tal era la idea que introdujo hace unos d¨ªas el art¨ªculo de un activo publicista catal¨¢n, Borja de Riquer, y la que ahora preside el "Parece mentira" de Maragall, ambos en estas mismas p¨¢ginas. Se trata de una estimaci¨®n en s¨ª misma inverificable, pero que resulta muy ¨²til de cara al marketing pol¨ªtico, al proponer por v¨ªa subliminal al lector un alineamiento con la opci¨®n aparentemente progresista, sin tener que proceder a siempre penosos an¨¢lisis de la realidad.
En el art¨ªculo de Maragall hay una sola idea-fuerza cuya validez resulta innegable, y es la de que un acuerdo pol¨ªtico entre los dem¨®cratas de Catalu?a y del resto de Espa?a en torno al nou Estatut vendr¨ªa a fortalecer la construcci¨®n pol¨ªtica dise?ada en 1978-1979. Siempre, habr¨ªa que a?adir, con el matiz que el texto aprobado conjugase un incremento del autogobierno catal¨¢n con una m¨¢s s¨®lida integraci¨®n de dicha comunidad en el conjunto espa?ol. El presidente de la Generalitat es consciente de que s¨®lo si es cumplida esta ¨²ltima premisa, obtendr¨¢ el Estatut un respaldo de la ciudadan¨ªa espa?ola, y por eso intenta mostrar en "Parece mentira" que ese objetivo es perfectamente alcanzable. Y como hoy por hoy resulta imposible probarlo mediante un an¨¢lisis del proyecto de Estatuto, escoge otro camino, el de la declaraci¨®n sentimental adobada con datos hist¨®ricos. El amor disipar¨¢ las dudas.
Ante semejante pretensi¨®n, tal vez ¨²til para la venta del producto, la primera advertencia debe ser que en pol¨ªtica los sentimientos muy poco tienen que ver con las opciones efectivas de dirigentes y simples ciudadanos. Jos¨¦ Mart¨ª quer¨ªa sinceramente a Espa?a, sin por ello olvidar ni un d¨ªa de su vida la lucha por la independencia de Cuba. Tal vez hay gente de ERC que tiene tambi¨¦n a Espa?a en el fondo de su alma. Y eso, ?qu¨¦ significa? Las emociones en s¨ª mismas nada dicen y con excesiva frecuencia encubren el irracionalismo y la violencia. ?Cabe trazar im¨¢genes id¨ªlicas de las nacionalidades o naciones perif¨¦ricas y olvidar que en el nacionalismo vasco existe una fuerte proporci¨®n de esos "verdugos voluntarios" que ensalzan al criminal que como en Azkoitia regresa a su pueblo en vencedor, burl¨¢ndose del dolor de las v¨ªctimas, de sus v¨ªctimas? Es bueno que existan lazos de simpat¨ªa entre los componentes de la Espa?a plural, y la concordia debe presidir incluso el m¨¢s duro de los debates, pero lo que cuenta es el fondo de la cuesti¨®n. Para ello sirven ideas e informaciones claras, no palabras almibaradas, despliegues de erudici¨®n a la violeta e incluso ambig¨¹edades calculadas.
Veamos algunas. De entrada, para que Carod busque la independencia, no hace falta que nadie le eche. En otro terreno, a juicio de Maragall, la muerte violenta de Garc¨ªa Lorca y su amistad con Dal¨ª deb¨ªan unir "para siempre Andaluc¨ªa y Catalunya". ?Representa a Catalunya el Dal¨ª franquista? ?Es producto la uni¨®n pol¨ªtica de la amistad de dos poetas? La tragedia de 1939 uni¨®, nos dice, "a castellanos y catalanes m¨¢s que mil proclamas". ?Por qu¨¦ no dice lo que ser¨ªa m¨¢s justo, que uni¨® a todos los espa?oles vencidos? Escribe Maragall de la "amistad" entre los exiliados "catalanes, vascos, gallegos, andaluces y asturianos", surgida fuera de Espa?a, como si durante la guerra no hubieran luchado todos por la causa antifranquista. Otra cosa es que siguieran las pautas regionales de la emigraci¨®n econ¨®mica. Y en el interior de Espa?a hubo una l¨ªnea de acci¨®n antifranquista con sentido de unidad y reconocimiento del pluralismo: la mantuvieron intelectuales y trabajadores, ante todo por iniciativa del PCE y del PSUC, desde la pol¨ªtica de "reconciliaci¨®n nacional". No hubo que ir a Am¨¦rica a buscarla.
Una y otra vez, Maragall presenta a Espa?a a trav¨¦s del puzzle de sus componentes nacionales. Habla de "naci¨®n de naciones", pero ?c¨®mo encaja el pre¨¢mbulo del Estatuto con semejante concepci¨®n? Y m¨¢s a¨²n, ?qu¨¦ tiene que ver el proyecto catalanista de Estatuto con el federalismo que falazmente dice ofrecer con "mano tendida"? Parece mentira que a estas alturas sea ignorada la diferencia entre federaci¨®n y confederaci¨®n.
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