Cuerpos y lugares de excepci¨®n
LA EXCEPCI?N es una expresi¨®n de la arbitrariedad del poder. Bauman lo ha explicado en su lectura del libro de Job. La esencia del poder es su car¨¢cter caprichoso, extravagante, imprevisible, como el Dios que atormenta a Job. El Estado moderno se ha construido sobre el principio de soberan¨ªa, que otorga la ¨²ltima palabra a la ciudadan¨ªa y que encuentra en la ley la forma de limitar el poder de los que gobiernan. Pero no hay que ser muy nietzscheano para entender que escapar al control de la ciudadan¨ªa y tomarse el derecho a la ¨²ltima palabra (el verdadero soberano es aquel "que posee el poder de excepci¨®n" dec¨ªa Carl Schmitt) forma parte de la voluntad de los grandes poderes. Es el principio de excepci¨®n.
La creaci¨®n de espacios cerrados de soberan¨ªa, conforme al modelo del Estado-naci¨®n, permiti¨® el desarrollo del derecho como principio de relaci¨®n entre los Estados y otorgar a los ciudadanos unos derechos universalmente reconocidos. La democracia, en tanto que artilugio dise?ado para evitar el abuso de poder, ha tratado de delimitar la excepci¨®n. O sea, de acotar la arbitrariedad con normas. Pero se han producido fugas por lo menos en dos direcciones: el poder econ¨®mico, a medida que el sistema cambiaba de escala y los mercados se hac¨ªan globales, ha ganado autonom¨ªa, optimizando las posibilidades que ofrece el don de la ubicuidad -actuar simult¨¢neamente en varios espacios a la vez- y creando espacios al margen de la ley, desde los para¨ªsos fiscales a los lugares protegidos de alta investigaci¨®n tecnol¨®gica pasando por haciendas y territorios dominados por organizaciones ilegales. Al mismo tiempo, el poder pol¨ªtico tuvo primero la pretensi¨®n de convertir la excepci¨®n en norma (sistemas totalitarios) y despu¨¦s cre¨® espacios al margen de la ley, en nombre de la seguridad y la eficiencia. Y as¨ª crecen los islotes de excepci¨®n, "espacios vac¨ªos de derecho", para decirlo como Agamben, en que el poder act¨²a sin l¨ªmites, como si todo estuviera permitido.
La crisis del Estado de bienestar y la impotencia de los Estados para atemperar los efectos colaterales del libre juego del mercado, ha hecho que su funci¨®n sea cada vez m¨¢s reducida al papel de responsable de seguridad. En nombre de la seguridad hemos visto la proliferaci¨®n de los espacios fuera del derecho, precisamente en un momento en que el Estado ya no posee el monopolio de la fuerza leg¨ªtima porque una buena parte est¨¢ privatizada. El correlato de la seguridad es el miedo. La arbitrariedad es esencial en la construcci¨®n del miedo, como saben perfectamente tanto un director general de seguridad como un jefe de Al Qaeda. En un mundo en que el dinero no reconoce l¨ªmites nacionales y el poder pol¨ªtico se legitima por la seguridad, los espacios de excepci¨®n se multiplican: fronteras especiales, regiones fuera de control, campos de concentraci¨®n y de refugiados, bases militares, espacios clandestinos de tortura, zonas en guerra, tierras de nadie, guetos urbanos; la lista es inacabable. La prensa ha dado cuenta estos d¨ªas de dos espacios de este tipo: unos artefactos de excepci¨®n ambulante, los aviones de la CIA que trasladan ilegalmente personas secuestradas de un pa¨ªs a otro, y unos lugares de detenci¨®n clandestina que se abren y se cierran seg¨²n conviene, componiendo un verdadero archipi¨¦lago m¨®vil del terror.
La se?ora Condoleezza Rice, a su paso por Europa, ha reconocido la existencia de estos lugares: defendi¨¦ndola, primero, en nombre de los atentados que habr¨ªan evitado (el fin justifica los medios), y asegurando, despu¨¦s, que su Gobierno hab¨ªa emitido a sus fuerzas de seguridad una orden prohibiendo la tortura tambi¨¦n en el exterior de su pa¨ªs. Lo que equivale a reconocer que hasta ahora se ven¨ªa practicando impunemente. La excepci¨®n se extiende hasta el punto de que algunos piensan que vuelve a convertirse en norma. Y no s¨®lo afecta a territorios especiales. Tambi¨¦n hay cuerpos sometidos a la excepci¨®n, es decir, vac¨ªos de derecho. Por ejemplo, los inmigrantes ilegales. Por ejemplo, los miles de detenidos sin cargos ni garant¨ªas con el pretexto de la lucha antiterrorista. Se entiende as¨ª perfectamente que los Gobiernos europeos, tambi¨¦n los nuestros, traten de mirar a otra parte. Y deseen que el esc¨¢ndalo de los aviones de la CIA pase lo m¨¢s r¨¢pidamente posible. Cuentan por ello con una ciudadan¨ªa cada vez m¨¢s educada en el miedo, es decir, en la indiferencia al derecho. Pero ser¨ªa bueno recordar a nuestros gobernantes pasados y presentes, en esta semana de fastos y apropiaciones constitucionales, que ellos juraron la Constituci¨®n. Y la Constituci¨®n no admite estas excepciones. M¨¢s de un perjuro anda suelto, abrazado al patriotismo constitucional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.