Los amos del cava
Doscientos millones de botellas salen al a?o del Pened¨¦s. Un negocio familiar, con ra¨ªces de cinco siglos, que inunda el mundo de burbujas. ?ste es el planeta del cava de cuatro familias.
Cuando un Ravent¨®s viene al mundo recibe un sorbo de cava en cucharilla de plata. Lo ordena la tradici¨®n. Es el particular bautismo de los propietarios de Codorn¨ªu desde 1551. Aut¨¦ntica familia real del vino: de padres a hijos durante siglos. Siempre bodegueros. Conservadores, ricos, discretos y muy orgullosos de su apellido. Uno de sus antepasados, Josep Ravent¨®s i Fatj¨®, un inquieto pay¨¦s ilustrado, cre¨® en 1872 el primer cava a imagen y semejanza del champa?a franc¨¦s; ¨¦l lo elabor¨® con las uvas blancas del Pened¨¦s. Produjo 3.000 botellas. Y acert¨®. Su hijo, Manuel Ravent¨®s i Domenech, dio forma comercial al invento. Durante d¨¦cadas, el cava fue monopolio de Codorn¨ªu. Cosa de uno. En los a?os sesenta, las cosas comenzaron a cambiar. Hoy, 270 compa?¨ªas se dedican al negocio del cava en siete comunidades aut¨®nomas espa?olas. El 90% est¨¢ en el Pened¨¦s; el 75%, en Sant Sadurn¨ª d'Anoia. Aqu¨ª nacen 200 millones de botellas al a?o. M¨¢s de la mitad inunda el planeta. Millones m¨¢s duermen en el vientre de un centenar de bodegas familiares, aguardando su momento. Cuanto m¨¢s tiempo reposen en silencio y penumbra, m¨¢s complejo, sutil y caro ser¨¢ ese vino.
Estamos en el imperio del cava. El pa¨ªs del oro amarillo: 32.000 hect¨¢reas de vi?edo. Quiz¨¢ por eso, Jos¨¦ Ferrer, de 81 a?os, patriarca de Freixenet, la familia rival de los Ravent¨®s, afirma sin modestia: "No lo dude, el cava es el ¨²nico gran ¨¦xito espa?ol en el mundo". Se lo piensa mejor y a?ade: "De la mano de Freixenet?".
Y efectivamente, cuando los dos periodistas llegan a Sant Sadurn¨ª, la gran factor¨ªa del vino espumoso espa?ol -un pueblo sin pretensiones, de 12.000 habitantes, a media hora de Barcelona-, lo primero que contemplan es can Freixenet, junto a la autopista y el apeadero. Freixenet es el Gran Hermano de Sant Sadurn¨ª. Mucho m¨¢s que una marca: un clan. Paternalista y omnipresente. El equipo de hockey y el colegio de los hermanos gabrielistas, becas y cr¨¦ditos para empleados, las calles?, todo lleva el sello de su talonario. S¨®lo le hacen sombra las lejanas cumbres de Montserrat que impiden a los vientos del norte acercarse a las vi?as. Desde Barcelona, al caer la tarde, sopla la c¨¢lida marinada. En este microclima naci¨® el cava.
Freixenet. En primer t¨¦rmino, la inmensa mansi¨®n que alberga la firma; un fara¨®nico caser¨®n de principios de siglo en cuyas torres a¨²n habitan los miembros m¨¢s viejos del clan: Jos¨¦, presidente honor¨ªfico, y su hermana soltera, la octogenaria tieta Lola, que sigue preparando contundentes desayunos para sus sobrinos-ejecutivos. A la izquierda de esta zona noble, las naves industriales que albergan la mayor bodega de vino espumoso del mundo. M¨¢s grande que cualquiera de la regi¨®n de Champagne. Bajo tierra, kil¨®metros de galer¨ªas; el ambiente atufa a vino: 50 millones de kilos de uva, 121 millones de botellas, 34 enormes dep¨®sitos de acero inoxidable tapizados de hielo. ?Ojo!, esas paredes no son paredes, son millones de botellas en reposo. En la entrada aguardan decenas de camiones con matr¨ªcula extranjera. Todo el proceso engrasado en el mercado con muchos millones de euros en publicidad, capaces de conseguir que el mism¨ªsimo Agente 007 (Pierce Brosnan) beba cava y reniegue de los champa?as de Krug o Dom Perignom en un spot televisivo. Un imperio. Desde la nada. Desde aquella peque?a empresa registrada en 1889. Pate¨¢ndose el mundo con una botella bajo el brazo. Un estilo distinto a la pompa din¨¢stica de Codorn¨ªu.
"Cuesti¨®n de tenacidad y perseverancia", asegura Ferrer, el jefe; traje a medida, sortija de oro, melena blanca y bronceado mediterr¨¢neo. El Julio Iglesias del cava. Ferrer es s¨®lo presidente honor¨ªfico. En marzo de 1999 dividi¨® su trono tras 21 a?os al frente. Algo que su madre, Dolores Sala, la matriarca de Freixenet, viuda a los 48 a?os, nunca hizo en vida: muri¨® nonagenaria, a¨²n presidenta, tras pasar su ¨²ltima ma?ana catando vino. Pero Ferrer, cuando le lleg¨® el momento, cedi¨® el paso a la siguiente generaci¨®n. Apost¨® por la concordia familiar. A costa de su hereu (heredero). El nuevo presidente ser¨ªa Jos¨¦ Luis Bonet Ferrer, hijo de su hermana Pilar y eterno compa?ero de fatigas; Enrique Hevia Ferrer, hijo de su hermana Carmen, vicepresidente y responsable de las finanzas, y su primog¨¦nito, Pedro Ferrer, consejero delegado. Un dise?o perfecto.
Pero Jos¨¦ Ferrer no se ha ido del todo. Est¨¢ en el consejo y en el comit¨¦ ejecutivo. Tiene su propia agenda. Y pinta mucho. Gracias en parte al bajo perfil medi¨¢tico que ha asumido su sucesor, el actual presidente de Freixenet, un discreto catedr¨¢tico de econom¨ªa, de 64 a?os. Por el contrario, Ferrer conoce a los empleados por su nombre. Aparca su viejo Mercedes en el parking de los empleados. Cada s¨¢bado acude a misa en Sant Sadurn¨ª. Baila de esmoquin con las estrellas. Es el rostro de Freixenet. Y adem¨¢s tiene su hogar en el piso de arriba. Sus vinilos de m¨²sica cl¨¢sica y a Brut II, su viejo caballo cojo. "?Nuestro secreto? La tenacidad. Creer en lo que hacemos. No hemos parado hasta ser los primeros. Eso supon¨ªa destronar a Codorn¨ªu, pero, sobre todo, ser los mejores. Y lo hemos hecho por convicci¨®n familiar. Estamos todos a una por la empresa. Y aunque no haya dividendos, tenemos el esp¨ªritu Freixenet".
-?El ¨¦xito hubiera sido diferente de no ser una empresa familiar?
-No estar¨ªamos donde estamos. S¨®lo una familia como una pi?a puede aguantar perder dinero durante a?os en el Reino Unido o en Jap¨®n; tener paciencia, hasta convertirse en la n¨²mero uno. Con mis hermanas ha habido debate, cada una ten¨ªa su forma de ver las cosas, pero son inteligentes. Y muy generosas. Hay broncas y se decide lo mejor para la empresa. Nos la hemos jugado y hemos ganado.
Faltan pocas semanas para Navidad y el ritmo de trabajo en Freixenet es fren¨¦tico. El 53% de su producci¨®n se comercializa en dos semanas al a?o. Es la famosa estacionalidad del consumo, que los productores de la regi¨®n intentan borrar del mercado, pero que regresa como un bumer¨¢n cada temporada. Para un experto del mundo del vino: "El cava no se ha cuidado. La denominaci¨®n de origen ha invertido poco en promoci¨®n y en imagen, se han quedado dormidos. Les han pasado en proyecci¨®n exterior Ribera del Duero, Toro o Priorato. Antes, el cava se vend¨ªa solo, pero ahora hay un estancamiento del consumo en Espa?a. Se beben 100 millones de botellas al a?o, frente a los 177 millones de botellas de champa?a que consumen los franceses. Y encima, el valor a?adido del champa?a es mucho mayor: un cava de alt¨ªsima gama [Jaume de Codorn¨ªu; Reserva Real, de Freixenet; Kripta, de Torell¨®; el Gran Reserva de Manuel Ravent¨®s; el Millesim¨¦, de Juv¨¦ y Camps, o el Gramona III Lustros] cuesta lo mismo que un champa?a de gama media-baja. Por eso tienen que rascarse el bolsillo y quitarle al cava la imagen de espuma de poca calidad, desestacionalizar el consumo y ponerlo de moda. Que la gente se acostumbre a pagar 20 euros por un cava. Y para eso hay que apostar por la calidad".
En Catalu?a, donde se consume la cuarta parte de la producci¨®n nacional, el cava es algo m¨¢s que espuma de celebraci¨®n: es un vino de aperitivo y gastronom¨ªa; en el resto de Espa?a se toma en Navidad. No importa la calidad. O al menos no importaba hasta hace poco tiempo. La cuesti¨®n era brindar. Que corrieran las burbujas. Hacer ruido. Botellas y m¨¢s botellas. Y cuanto m¨¢s baratas, mejor. La apuesta del volumen. El 20% del mercado mundial de espumosos ya es espa?ol. R¨ªos de cava a buen precio y con una calidad aceptable. Y en Navidad.
Y esta laber¨ªntica ciudad sumergida de Freixenet se convierte cada mes de diciembre en un enjambre. Todos los procesos est¨¢n mecanizados. "Cada vez hay menos empleados en la bodega y m¨¢s en la parte comercial", dice Jos¨¦ Luis Bonet. Los robots no paran. Se trabaja a destajo. Partidas de un mill¨®n de botellas. En la cadena de embotellado, la infinita serpiente dorada de botellas es cegadora; el ruido, ensordecedor: un martilleante clac, clac, clac, clac de cristal rebosante de espuma que se traduce en 518 millones de euros de facturaci¨®n. El grupo Freixenet es la novena compa?¨ªa vitivin¨ªcola mundial, seg¨²n el banco holand¨¦s Rabobank. Y pertenece a cuatro hermanos octogenarios.
-?Ve el futuro de Freixenet en manos de su familia?
-Los Ferrer hemos sido cuatro, y siempre march¨® bien. La siguiente generaci¨®n son 12 primos: cinco trabajan aqu¨ª, y se quieren mucho. Y yo les he dejado todo desatado para que ellos lo aten. Sus hijos son 30, y con ellos la gesti¨®n ser¨¢ m¨¢s complicada. Aqu¨ª la clave es que les dejemos una empresa muy potente.
-?Ve al mando de Freixenet a alguien que no sea de la familia?
-No me imagino a nadie de fuera dirigiendo esto.
Encontrar la sede de Codorn¨ªu, conocida en esta comarca como la casa gran, no es tan sencillo. Su localizaci¨®n geogr¨¢fica en Sant Sadurn¨ª no es tan obvia como la de Freixenet. Hay que adentrarse un par de kil¨®metros entre viejos vi?edos hasta llegar a su se?orial verja. Al otro lado se dibujan los hist¨®ricos edificios creados a comienzos del siglo XX por el arquitecto Jos¨¦ Mar¨ªa Puig i Cadafalch: las mas¨ªas de los se?ores Ravent¨®s, hoy sedes institucionales de la compa?¨ªa, y las bell¨ªsimas naves de barricas. En el sector se denomina a este conjunto "la catedral del cava". No exageran. En la historia del espumoso, Codorn¨ªu lo ha sido todo. Aqu¨ª empez¨® la leyenda. Hoy se traduce en ventas superiores a los 200 millones de euros y a una producci¨®n de m¨¢s de 35 millones de botellas de cava. La cuarta parte de Freixenet.
Al principio cuesta hacerse a la idea de que en esta finca de recreo se viva un proceso industrial. Todo est¨¢ limpio y ordenado. Los empleados lucen un vistoso uniforme gris tirol¨¦s. Hay jardines, estanques y fuentes. Incluso sus 25 kil¨®metros de bodegas tienen el aura de un museo. En lo m¨¢s profundo de la tierra, una especie de capilla pagana recuerda el rinc¨®n donde se supone que Josep Ravent¨®s invent¨® el cava. S¨®lo el centro log¨ªstico del grupo, un mastod¨®ntico b¨²nker anejo a las cavas, nos devuelve la enorme dimensi¨®n comercial del asunto.
No es f¨¢cil llegar hasta Codorn¨ªu, tampoco conseguir una entrevista con su presidenta: entre la visita a Freixenet y la de Codorn¨ªu pasan dos semanas. El d¨ªa indicado, Mar Ravent¨®s Chalbaud, de 53 a?os -psic¨®loga y economista, presidenta no ejecutiva desde 1998, madre de seis hijos, nariz privilegiada- llega puntual conduciendo a toda velocidad su Mercedes E 320. Tiene poco tiempo. Educaci¨®n y amabilidad exquisitas. Alta, rostro afilado, Armani style, perlas y brillantes; se desprende de sus pieles antes de posar para el fot¨®grafo. Decimosexta generaci¨®n de los Ravent¨®s, creci¨® jugando al escondite en estas cavas; ingres¨® en la compa?¨ªa a los 24 a?os. Su legendaria mano izquierda pronto se hizo imprescindible en el trasteo de la mara?a de primos Ravent¨®s propietarios de la firma. "He luchado por crear v¨ªnculos entre los accionistas". Seg¨²n una fuente cercana a Codorn¨ªu, la rama familiar de Mar Ravent¨®s (una de las cinco que controlan el accionariado del grupo) posee una participaci¨®n en torno al 20%. Ni confirma, ni desmiente. Tampoco le gusta hablar del n¨²mero de botellas de cava que producen al a?o: "Prefiero hablar de calidad. El volumen no nos importa. Somos una empresa familiar con unos valores basados en esfuerzo, calidad y trabajo bien hecho que quiere luchar por la vi?a y la cultura del vino. Queremos ense?ar a la gente a beber".
-Durante a?os, el Pened¨¦s ha apostado por volumen frente a la calidad?
-Lo habr¨¢n hecho los otros. No todo el mundo en el cava tiene la calidad suficiente. Nosotros queremos volumen, pero tienes la vi?a que tienes, y no puedes ir m¨¢s all¨¢. Nuestra estrategia es controlar toda la uva que llegue a esta bodega.
-Pero, hist¨®ricamente, todos los grandes productores del Pened¨¦s han comprado uva?
-Aqu¨ª estamos ense?ando a los payeses a hacerlo bien, y toda la uva chardonnay y pinot noir que usamos procede de nuestros vi?edos en Raimat [Lleida]. Y el resto la controlamos.
-?De qui¨¦n es Codorn¨ªu?
-De 180 accionistas. Somos 400 primos, pero s¨®lo 180 tenemos acciones. Ninguno tiene m¨¢s de un 4%. Y nos debemos de llevar bien, porque ninguno quiere vender. Estamos orgullosos de ser una empresa familiar. Cuando hay desavenencias, te da m¨¢s pena si es con tu primo; pero tambi¨¦n tienes tus compensaciones, transmites unos valores.
Mar Ravent¨®s sostiene que las cuitas entre los Ravent¨®s por el control de la compa?¨ªa son cosas de los periodistas. Que se llevan bien. Que la empresa tiene una estrategia clara. Que la gesti¨®n de Codorn¨ªu es profesional. "Nunca, nunca ha primado lo tribal sobre lo empresarial. Esto es una empresa. Hay cinco ramas familiares que est¨¢n representadas en el consejo. Y s¨®lo seis miembros de la familia trabajamos aqu¨ª. El resto son accionistas y quieren la m¨¢xima retribuci¨®n".
-Sin embargo, ustedes, los Ravent¨®s, nombraron en mayo de 2004 al primer director general ajeno a la familia de la historia de Codorn¨ªu, y le han despedido tan s¨®lo 18 meses m¨¢s tarde. Y han vuelto a poner a uno de los suyos al frente. ?No es un paso atr¨¢s?
-Ni atr¨¢s, ni adelante. Esa persona logr¨® unas cosas y otras no, y se le ha cambiado por mayor¨ªa. Ahora llega Xavier Pag¨¨s, que es un Ravent¨®s, conoce el vino y el campo, y ha trabajado en Estados Unidos. Y siempre ha estado en internacional. Y yo creo que nuestro futuro es internacional, en especial los pa¨ªses n¨®rdicos y Estados Unidos, donde ya tenemos una bodega en California. Y yo estoy encantada con Xavier.
-Y es su primo
-Y encima es mi primo.
Delante de una copa de Vinya Codorn¨ªu, en el marco del sal¨®n que un d¨ªa alberg¨® la gran biblioteca del jefe del clan Codorn¨ªu, su presidenta insiste en que las guerras del cava, esas que han enfrentado durante m¨¢s de una d¨¦cada a Freixenet y Codorn¨ªu por el control del negocio, y las desarrolladas en el seno de su propia familia, son cosas de los periodistas. Y de los abogados. "No me hable de batallitas, que no son buenas".
Pero frente a estas tapias de Codorn¨ªu hay un inmenso roble de 500 a?os que recuerda a los Ravent¨®s que sus relaciones familiares a veces son muy, muy tormentosas.
Este ¨¢rbol fue durante siglos el alma de Codorn¨ªu. El s¨ªmbolo de la tierra. Del apellido. En torno a ¨¦l se extienden las primigenias 90 hect¨¢reas de vi?a transmitidas de padres a hijos desde el siglo XV. Su propietario actual es Manuel Ravent¨®s i Negra, pen¨²ltimo eslab¨®n de la rama primog¨¦nita de Codorn¨ªu, que abandon¨® la firma en 1982. Desde 1988 orde?a estas uvas para producir su propio cava: Ravent¨®s i Blanc. Medio mill¨®n de botellas de gran calidad. Uva propia. M¨¢xima crianza. M¨¦todos artesanos. Un exquisito empleo del dise?o gr¨¢fico en la comercializaci¨®n. La calidad frente a la cantidad. Un modelo alternativo al vigente.
Para empezar, en cuanto a instalaciones. Ravent¨®s i Blanc fue la casa pionera en Espa?a en encargar el dise?o de su bodega a un arquitecto de moda. Mucho antes de que Norman Foster, Santiago Calatrava o Zaha Hadid idearan las pujantes nuevas bodegas de La Rioja y Ribera del Duero. Este proyecto, de Jaime Bach y Gabriel Mora, firmado en 1991, se sintetiza en un conjunto de edificios en tonos pardos, con luz natural, abiertos e integrados en el vi?edo y concentrados en torno al roble de los Ravent¨®s. Un rinc¨®n ecol¨®gico y silencioso. Un chispazo de modernidad frente al pastel modernista de Codorn¨ªu.
Su impulsor es Manuel Ravent¨®s i Negra, un ingeniero con aspecto de condotiero que naci¨® y creci¨® en esa antigua casa de Codorn¨ªu donde acabamos de brindar con su prima Mar Ravent¨®s. El padre de Manuel, el primog¨¦nito de la rama mayor, hered¨® esa hist¨®rica mansi¨®n y estos vi?edos. Y los archivos. Y la memoria. Pero no hered¨® Codorn¨ªu. Su bisabuelo hab¨ªa decidido que, a su muerte, la empresa se dividiera entre sus seis hijos. El padre de Manuel, Jos¨¦ Mar¨ªa Ravent¨®s, el hereu, ser¨ªa entre 1945 y 1983 el responsable de la bodega Codorn¨ªu. Nunca su due?o. Hay una versi¨®n escrita en las estanter¨ªas de Codorn¨ªu que afirma que Jos¨¦ Mar¨ªa Ravent¨®s nunca aguant¨® ser el due?o a medias. Hasta que rompi¨® la baraja. ?Qu¨¦ opina su hijo y actual propietario de Ravent¨®s i Blanc?
"En las empresas familiares, los problemas personales son terribles. En una empresa normal, te echan y se acab¨®; pero en una familiar, un desacuerdo supone una ruptura m¨¢s ¨ªntima. El punto de vista de mi padre y de su familia siempre fue distinto; la estrategia, todo. A finales de los setenta, Codorn¨ªu era l¨ªder del mercado gracias a productos sin personalidad, que no eran ni caros ni baratos, pero que proporcionaban la mayor parte de los beneficios: 55 millones de botellas de un cava que en un 97% se usaba para brindar, no para beber. Algo que hoy sigue pasando. La batalla de los grandes es el volumen. Y mi padre, por el contrario, pensaba que un d¨ªa el mercado madurar¨ªa y hab¨ªa que ir a la personalidad, a la calidad. Tener uva propia. Competir con el champa?a. Mi padre era un convencido del cava y quer¨ªa hacer el mejor en Codorn¨ªu. Poner a Codorn¨ªu arriba, y cubrir el segmento m¨¢s bajo con otras marcas de la casa, como Rondel o Delapierre. Pero no le dejaron. Tuvo varios infartos. Harto, ofreci¨® a su familia comprarles las acciones. Y si no lo consegu¨ªa, se marchaba. 'O ellos, o nosotros', me dijo un d¨ªa". En agosto de 1982, Jos¨¦ Mar¨ªa Ravent¨®s i Blanc vend¨ªa sus acciones a sus hermanos. La rama primog¨¦nita de Ravent¨®s se desgajaba de Codorn¨ªu. Algo in¨¦dito en la casa gran. En marzo de 1986, Jos¨¦ Mar¨ªa Ravent¨®s fallec¨ªa mientras pescaba el marl¨ªn en Nueva Zelanda; 20 d¨ªas antes se hab¨ªa constituido su nueva bodega: Ravent¨®s i Blanc. "S¨®lo ten¨ªamos el vi?edo, y Codorn¨ªu, todo lo dem¨¢s. Pero empezamos a trabajar duro", recuerda su hijo.
Su madre, Isabel Negra, sigui¨® habitando la hist¨®rica casa del hereu de Codorn¨ªu, obra de Puig i Cadafalch, hasta su muerte a mediados de los noventa. Manuel la vendi¨® en 1996, para sacar adelante Ravent¨®s i Blanc, seg¨²n anotan las cr¨®nicas, por 400 millones de pesetas, a sus primos de Codorn¨ªu. S¨®lo se llev¨® a su nueva bodega la biblioteca familiar, los muebles que la rodeaban y los retratos de sus antepasados. En este espacio parado en el tiempo, de arquitectura moderna y olor a madera vieja y a pergamino, es apasionante recorrer a su lado legajos de la familia con siglos de historia. Por ejemplo, los escritos de su bisabuelo, Manuel Ravent¨®s Dom¨¦nech, ya dispuesto por aquel entonces a medirse con el champa?a franc¨¦s.
Detr¨¢s de la ruptura de las familias de Codorn¨ªu estaba la batalla por el volumen. Por el control del negocio. En 1983 se superaron por primera vez los 100 millones de botellas producidas en el Pened¨¦s. El cava ya no era s¨®lo cosa de uno, sino de dos. Hab¨ªa llegado el momento de ver qui¨¦n se ce?¨ªa la corona de m¨¢ximo vendedor, Codorn¨ªu o Freixenet. "El se?orito o el plebeyo", en palabras de un bodeguero.
Desde los a?os sesenta, la advenediza casa Freixenet se hab¨ªa comenzado a mover muy r¨¢pido en el mercado con precios bajos, marketing agresivo y una publicidad m¨¢s din¨¢mica que Codorn¨ªu. "Fuimos los primeros que nos anunciamos en televisi¨®n", recuerda el presidente, Jos¨¦ Luis Bonet. "Era la ¨²nica forma de darnos a conocer en Huelva o en Lugo. La ¨²nica forma de competir con Codorn¨ªu. Y no era f¨¢cil. Codorn¨ªu daba la exclusividad de sus productos a ciertos comercios a cambio de que no vendieran Freixenet. Siempre tuvimos que pagar m¨¢s por la uva para asegurarnos el suministro. Pero nuestra gran aliada fue la tele. Y el mercado interior nos proporcion¨® soporte financiero para movernos fuera. Primero fue Estados Unidos, en la primera mitad de los ochenta; luego, en la segunda mitad, Europa. Ahora es mundial. Y nuestra intenci¨®n es atacar fuerte en China con motivo de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008".
En estos momentos, Freixenet coloca en el exterior cada a?o 85 millones de botellas (el 70% de las exportaciones de cava) y domina entre los espumosos de gama media-baja en Alemania y el Reino Unido, pa¨ªses en los que realiza grandes campa?as de publicidad inspiradas en la Espa?a m¨¢s t¨®pica: pasi¨®n, sol y gitanas. Una estrategia publicitaria muy distinta a la de la conservadora familia propietaria de Codorn¨ªu. Los Ravent¨®s no lo niegan: "Es cierto, nos gusta otro tipo de publicidad. La de Codorn¨ªu intenta transmitir los valores de familia, trabajo, esfuerzo, naturaleza. ?sa es la imagen que queremos dar". Enfrente, Jos¨¦ Luis Bonet afirma orgulloso que la imagen que transmite Freixenet es de "simpat¨ªa".
Vender mucho. ?sa es la clave empresarial de un producto barato, con unos m¨¢rgenes muy reducidos y que compite en el mundo gracias a su excelente relaci¨®n calidad-precio. Todo lo contrario que el champa?a franc¨¦s, que con su imagen de glamour factura el 65% del mercado mundial de espumosos con s¨®lo un 25% del volumen de botellas. Pero en el cava, la batalla siempre ha consistido en vender m¨¢s.
Y esos m¨¢rgenes tan reducidos por botella colocan a los grandes productores en una posici¨®n delicada ante un boicoteo. Para ganar dinero, Freixenet y Codorn¨ªu tienen que vender mucho. Y en cuanto las ventas bajan, sus beneficios se resienten. Un peque?o descenso de las ventas de Freixenet en Espa?a del 4% en 2004 se tradujo en una ca¨ªda del beneficio de un 18,5%. Codorn¨ªu a¨²n no da cifras. Y afirma que el boicoteo es cosa de los pol¨ªticos. La realidad es que nadie en Sant Sadurn¨ª quiere pronunciarse sobre el boicoteo a los productos catalanes. La ¨²ltima reuni¨®n del Consejo Regulador fue de gran tensi¨®n. Los productores prefieren contener la respiraci¨®n y esperar al final de la Navidad. Pero en el sector hay nerviosismo. Mucho nerviosismo.
Seg¨²n relata la periodista Bego?a Calz¨®n en su estudio Freixenet, las ra¨ªces del mundo, a comienzos de los a?os ochenta, Codorn¨ªu a¨²n era el l¨ªder de producci¨®n, con el 56% de las ventas de cava. Pero ese a?o, con 10 millones de botellas en el mercado exterior, Freixenet ya se coloc¨® a su rueda. Pronto le superar¨ªa. En la Navidad de 1994, los Ferrer produjeron un anuncio que reflejaba perfectamente su filosof¨ªa de inundar el planeta de cava Freixenet. El spot mostraba a una cosmonauta rusa, Elena Kondokova, brindando en la estaci¨®n espacial Mir con una ingr¨¢vida botella de Cord¨®n Negro. Freixenet estaba tocando las estrellas. En 1995 comenzaba la refriega entre las dos marcas.
Un analista del sector describe la contienda que ha enfrentado desde mediados de los noventa a Freixenet y Codorn¨ªu como "una guerra comercial que se ha judicializado. Y lo que deber¨ªa haberse solucionado en los mercados, se ha llevado a los tribunales. Y se ha enquistado. Y ha perjudicado la imagen del cava". En estos 10 a?os, las dos grandes casas se han arrojado toda la porquer¨ªa legal posible. En p¨²blico, las dos familias han guardado las formas. "Las cosas de los millonarios", dice un bodeguero de la competencia. "Es verdad, somos muy amigos de los Ravent¨®s", dice Jos¨¦ Ferrer.
No en el frente legal. Si Codorn¨ªu inici¨® la ofensiva acusando a su competencia de no tener el cava en crianza los nueve meses estipulados, Freixenet contraatac¨® reclamando la propiedad industrial de las botellas esmeriladas, creadas y registradas por Freixenet en los a?os veinte, y que Codorn¨ªu usaba en sus marcas Delapierre y Rondel. Y afirmando que Codorn¨ªu empleaba variedades de uva que no estaban permitidas por el Consejo Regulador. Suma y sigue. Victorias y derrotas. Sentencias y casaciones. Y en todas las instancias judiciales imaginables. Una sentencia del Supremo de octubre de este a?o parece haber dado la raz¨®n a Freixenet. Mar Ravent¨®s despacha el tema con una maldad: "Al cava hay que darle una imagen de calidad que no todos le han dado". Y una larga cambiada: "El tema sigue legalmente, y nosotros, a lo nuestro, a posicionarnos en los segmentos m¨¢s altos". Por su parte, Jos¨¦ Ferrer rebate con un susurro de voz: "La guerra la hemos ganado nosotros en el tema de la propiedad industrial de las botellas, y ellos nos tienen que pagar. Y mi familia est¨¢ dividida entre los que piensan que pelillos a la mar y los de cobrar primero y hablar despu¨¦s".
Con la guerra del cava consumiendo sus ¨²ltimos flecos, lo ¨²nico claro es que el dominio de Freixenet en el exterior es incontestable. "Es la circulaci¨®n de las ¨¦lites", explica Jos¨¦ Luis Bonet. En el frente interno es m¨¢s dif¨ªcil resolver qui¨¦n tiene el liderazgo. En la ¨²ltima d¨¦cada, las ventas de las dos grandes firmas de cava y de sus participadas (Castellblanch y Segura Viudas, de Freixenet; Rondel y Delapierre, de Codorn¨ªu), han presentado un empate t¨¦cnico a?o tras a?o. Nielsen, una empresa especializada en prospecci¨®n del mercado, habla de un empate de ambas firmas con un 35% cada una de la tarta. Por su parte, la empresa IRI da en su ¨²ltimo informe un 36,7% al grupo Codorn¨ªu y un 34,8% al grupo Freixenet.
Durante toda esta d¨¦cada de guerra de guerrillas, una cuarta familia de Sant Sadurn¨ª no ha parado de trabajar. Sin m¨¢s marketing que su calidad. Hoy, Juv¨¦ y Camps vende cada a?o tres millones de botellas de cava de gama alta. Los Juv¨¦ hacen un espumoso caro, cuidado, artesanal, que busca competir en los mercados con el champa?a. Joan Juv¨¦, de 62 a?os -presidente de esta bodega de cava que naci¨® en 1921 de la mano de sus abuelos, que heredaron su padre y su t¨ªo, y que hoy dirige la tercera generaci¨®n familiar-, prefiere recibir al periodista en su finca de Espiells, a tres kil¨®metros de Sant Sadurn¨ª, frente a 200 hect¨¢reas de vi?edo. Ah¨ª es donde quiere explicar su historia. Su filosof¨ªa. En mitad de la naturaleza. Donde otros productores del Pened¨¦s hablan de procedimientos, Juv¨¦ habla de vi?a.
En Juv¨¦ y Camps, cada cepa, cada barrica, cada ladrillo, es el resultado del trabajo duro de una familia de payeses. "Llevamos 80 a?os reinvirtiendo". Sin hacer ruido. Sin campa?as de publicidad. Sin blasones. Integrando viticultura, crianza y elaboraci¨®n. "Nuestra estrategia ha sido siempre autoabastecernos de uva. Y no todos pueden decir lo mismo. Y cuando otros se empe?aron en el gran volumen de botellas, nosotros apostamos por la gran gama. Eso supon¨ªa un sacrificio: pagar m¨¢s por la uva que nos faltaba, ampliar las reservas, reducir ventas; ahora tenemos inmovilizados 11 millones de botellas que pasar¨¢n en crianza entre 30 y 42 meses. Pero ¨¦sa es la calidad".
Joan Juv¨¦, que define a Freixenet como "nuestro introductor en el mundo" y a Codorn¨ªu como "la historia del cava", ha apostado en estos a?os por la ecolog¨ªa y los sistemas de elaboraci¨®n m¨¢s tradicionales. En sus cavas, las botellas se siguen moviendo a mano en los pupitres, y las etiquetas de sus marcas de prestigio, pegadas a mano. "?El futuro? En las empresas familiares, ¨¦sa es siempre la gran inc¨®gnita. Creo en la profesionalizaci¨®n: en una presidencia ejecutiva en manos de la familia, y luego, un grupo de profesionales de fuera. Pero la familia tiene que estar arriba".
M¨¢s de 220 millones de botellas, presencia en 140 pa¨ªses, miles de millones de facturaci¨®n. El cava es el gran ¨¦xito espa?ol en el mundo. Un asunto de familia. Y eso imprime car¨¢cter. Por eso, si un d¨ªa observa a una se?ora rubia y elegante en un supermercado revisando las botellas de Codorn¨ªu, y ve que mete en su carro alguna botella defectuosa o con la etiqueta mal pegada, no se sorprenda: se acaba de cruzar con Mar Ravent¨®s, con 500 a?os de la historia del vino del Pened¨¦s.
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