Pareja de ases
Que las cosas cambian en la ONE se demuestra cada vez m¨¢s con esas obras que son amores que con las buenas razones que no llevan a ninguna parte. A los expertos en el tema les habr¨¢ parecido muy bien que esta semana se desconvocara esa huelga larvada y vergonzante que ah¨ª segu¨ªa aunque no se viera. Al p¨²blico en general lo que le interesaba es que vinieran de una tacada dos m¨²sicos estupendos: el pianista Michel Camilo y el director de orquesta Leonard Slatkin. Seguramente, el primero atrajo a una audiencia no habitual para escuchar a un pianista asociado al crossover, al mestizaje de g¨¦neros, pero no espec¨ªficamente al cl¨¢sico, en una obra -Concierto en fa, de Gershwin- menos frecuente de lo que parece pero lucida al m¨¢ximo para las caracter¨ªsticas del pianista dominicano. El segundo iba con la intenci¨®n de perdonarle un poco la vida al solista de repertorio d¨ªscolo y vivir intensamente la parte m¨¢s seria del programa, la que ocupaba la Sinfon¨ªa n¨²mero 11, de Shostak¨®vich.
Orquesta Nacional de Espa?a
Leonard Slatkin, director. Michel Camilo, piano. Obras de Bernstein, Gershwin y Shostakovich. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de diciembre.
Como donde hay clase se nota, el resultado fue el que cab¨ªa esperar: los extremos se tocaron. Los admiradores de Camilo se encontraron con una versi¨®n extrovertida, el¨¦ctrica, brillante a m¨¢s no poder de Gershwin. A los del otro bando les gust¨® tanto que se sumaron con gusto a las ovaciones y escucharon con arrobo -tambi¨¦n lo hizo el director, la primera sentado en el podio, luego en la silla del celesta- el par de propinas que siguieron y que subieron la temperatura del auditorio hasta la m¨¢s latina de las torrideces. El acompa?amiento de Slatkin fue de lujo, lo que era de esperar dado el buen entendimiento que siempre ha mantenido con Camilo. Y la ONE luci¨® unas ganas de swing que la hac¨ªan parecer de otro planeta.
Nadie desert¨®
No desertaron los camilistas y se quedaron a la segunda parte, quiz¨¢ porque en la primera ya hab¨ªa intuido el valor de Leonard Slatkin, que negoci¨® maravillosamente esa obra maestra absoluta que es la 'Obertura' de Candide de Leonard Bernstein. Sabia decisi¨®n, pues la versi¨®n de la Und¨¦cima de Shostak¨®vich fue excelente, inmejorable en algunos aspectos para la ONE de hoy, y eso es lo que puede y debe exigirse. A su frente estaba un maestro de verdad, de los que aportan cosas a una formaci¨®n y de esos a los que da gusto verles dirigir. Claro, expresivo, unas veces sin y otras con batuta, haciendo crecer la obra con l¨®gica y con sentido, planificando bien las din¨¢micas, explicando cada "escena" de la sinfon¨ªa sin ignorar las posibilidades reales de la orquesta y con detalles perfectamente planteados como la resoluci¨®n del cl¨ªmax del Allegro. El concierto concluy¨® en apoteosis total, y con un dato a tener en cuenta: no se hab¨ªa visto a la ONE, desde los tiempos del cupl¨¦, aplaudir a su director como lo hizo el domingo a Leonard Slatkin. As¨ª se crea ilusi¨®n en los que tocan y afici¨®n en los que escuchan.
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