Barajar y dar de nuevo
Pasa Am¨¦rica Latina por un momento curioso. Es como si todos se hubieran descartado y estuvi¨¦ramos barajando para dar juego de nuevo.
En los a?os ochenta, encaramada en la oleada democr¨¢tica de aquel tiempo optimista, se imagin¨® la construcci¨®n de un regionalismo abierto y as¨ª naci¨® por un lado el Mercosur, por el otro la Comunidad Andina y finalmente el Mercado Com¨²n Centroamericano. La unidad latinoamericana se produc¨ªa a trav¨¦s de acuerdos entre las subregiones, que serv¨ªan de plataforma de lanzamiento hacia un mundo m¨¢s liberalizado que regenteaba la OMC y nos abr¨ªa mejores y m¨¢s transparentes mercados. La relaci¨®n con EE UU se articular¨ªa a trav¨¦s del ALCA, que Clinton lanz¨® en Miami en 1994, y con Europa a trav¨¦s de acuerdos de regi¨®n a regi¨®n. Por aparte M¨¦xico, condicionado por su geograf¨ªa, hab¨ªa optado por el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte, sin perjuicio de buscar entendimientos con las otras subregiones.
Todo parec¨ªa encajar. La democracia volv¨ªa por sus reales y ya no se discut¨ªa m¨¢s sobre sus bondades obvias, luego de a?os de guerrilla marxista y golpismo militar. La econom¨ªa de mercado se reconoc¨ªa hasta por los revolucionarios y, si por las dudas algo faltara, se escribi¨® una agenda de buenas recetas que se llam¨® Consenso de Washington y all¨ª marchamos hacia el equilibrio fiscal, la apertura comercial y toda la privatizaci¨®n posible.
Pisamos el nuevo siglo y todo parece cambiado. El ALCA se ha ido diluyendo, y en la reciente cumbre de Mar del Plata, en octubre, los pa¨ªses del Mercosur m¨¢s Venezuela se opusieron a tratar la idea, por lo menos hasta despu¨¦s de la ronda de la OMC en Hong Kong. Y esta actitud se inscribe, en la visi¨®n del exultante presidente venezolano, don Hugo Ch¨¢vez (nos lo explic¨® por televisi¨®n, dry-pen en mano delante de un mapa), en dos ejes: el Monroe, que arranca en Canad¨¢ y Washington, pasa por M¨¦xico, sigue por Colombia, atraviesa Per¨² y aterriza en Santiago de Chile; y por otro lado el eje bolivariano, que comienza en Caracas, se desplaza hacia el Sur por Brasilia, pasa por Asunci¨®n y Montevideo y termina en Buenos Aires. En medio de una formidable ret¨®rica antinorteamericana, digna de los mejores a?os sesenta, Venezuela nos reconstruye una especie de guerra fr¨ªa criolla y bastante virtual, pues bien que cuida su Gobierno del mercado norteamericano, principal destino de su petr¨®leo, que refina y distribuye con una gigantesca empresa filial de Petr¨®leos de Venezuela.
Se ha construido paralelamente una Comunidad Sudamericana de Naciones que est¨¢ armando una institucionalidad, mientras entierra el ya secular concepto de Latinoam¨¦rica tan esforzadamente impuesto en la comparaci¨®n -o confrontaci¨®n- con la cultura del Norte anglosaj¨®n. En buen romance, esto significa que M¨¦xico, que ha crecido hasta el punto de compararse con Brasil, es alejado de nuestro proyecto por su acuerdo comercial con los Estados Unidos. La idea en s¨ª carece de racionalidad, cuando Sudam¨¦rica es s¨®lo una referencia geogr¨¢fica, posible sustento de proyectos de infraestructura sobre r¨ªos, puertos o carreteras, pero nunca una identidad hist¨®rica y pol¨ªtica. Imaginar a Latinoam¨¦rica alejada de M¨¦xico es tan impensable como escribir la historia de nuestra moderna literatura sin Rulfo, Octavio Paz o Carlos Fuentes.
La idea de esta Comunidad Sudamericana fue de copyright brasile?o. La del Mercosur ampliado al Norte con Venezuela es invenci¨®n de una Caracas rumbosa, que arrastra al resto con una chequera en la mano, como lo hemos visto estos d¨ªas con su presidente comprando bonos de tesoro argentino en Buenos Aires o recorriendo pueblitos del interior uruguayo regalando millones de d¨®lares a cooperativas obreras, escuelas u hospitales. No se trata, por cierto, de una gran construcci¨®n estrat¨¦gicamente pensada, sino de un hurac¨¢n voluntarista que a golpes de dinero y de ret¨®rica va armando sobre la marcha alianzas y conflictos.
Vale la pena agregar que esta alianza bolivariana se basa en la idea de la "afinidad ideol¨®gica" de los gobiernos, concepto bien peligroso en materia internacional, pues no responde a los intereses m¨¢s permanentes de los Estados, introduciendo en cambio una variable partidista de dudosa estabilidad. Si el a?o que viene cambia el signo en Brasil y tenemos a Serra de presidente, por vencer a Lula, o en M¨¦xico, si L¨®pez Obrador se impone, venciendo al PRI y al PAN, ?mantenemos estos mismos esquemas o los volvemos a modificar?
Pasado todo esto por un cernidor, lo que nos queda en la mano es un gran desencanto sobre el reformismo de los a?os ochenta y una estrategia confusa que se traduce en la debilidad de las estructuras que trabajosamente se hab¨ªan venido configurando. A tal punto se advierte que mientras el ALCA se desvanece en el horizonte, Estados Unidos construye otro ALCA pragm¨¢tico mediante acuerdos de libre comercio con Am¨¦rica Central, Rep¨²blica Dominicana, Chile, Per¨² y pr¨®ximamente Colombia y Ecuador. La Comunidad Andina se resquebraja por el cambio de rumbo hacia el Sur de Venezuela y el Mercosur, a su vez, se ampl¨ªa geogr¨¢ficamente, pero no se consolida institucionalmente, pues no se aproxima a la coordinaci¨®n macroecon¨®mica y al arancel externo com¨²n ya no le caben m¨¢s perforaciones.
Felizmente, las econom¨ªas crecen. La demanda internacional empuja y los valores de la carne, la soja, el petr¨®leo generan expansi¨®n. Todos los gobiernos del ¨¢rea, buenos, regulares o malos, de un signo u otro, registran crecimiento. Sin embargo, ese crecimiento no lleva al buen humor, porque persiste la desocupaci¨®n y la pobreza no cede. El mismo Chile, la econom¨ªa de mayor dinamismo, mantiene uno de los peores registros de desigualdad en la distribuci¨®n del ingreso. La esperanza viene de una inversi¨®n extranjera que ha vuelto a crecer y que, al amparo del crecimiento, genera nuevas oportunidades. El ciclo mundial es favorable. En el plano nacional, los pa¨ªses lo est¨¢n aprovechando -o desaprovechando- en grados muy variables. La regi¨®n, como regi¨®n, infortunadamente, termina este 2005 m¨¢s confundida que nunca, aunque los discursos digan otra cosa.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es ex presidente de Uruguay (1985-1990 y 1995-2000).
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