Dios contra Darwin
El cl¨¢sico mural que muestra la evoluci¨®n del hombre desde sus ancestros hom¨ªnidos hasta el Homo Sapiens Sapiens pertenece a nuestro imaginario escolar, de la misma manera que el experimento de plantar una alubia en un trozo de algod¨®n y a?adir unas gotas de agua para que germine. No pensaba lo mismo sobre la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Charles Darwin el bedel de una escuela p¨²blica de un pueblo del estado de Pennsylvania (Estados Unidos) cuando arranc¨® y quem¨® un mural similar de una de las aulas del colegio. Ocurri¨® en agosto de 2002 en Dover, un peque?o pueblo de menos de 2.000 habitantes. Cuando el asunto lleg¨® a o¨ªdos de la profesora de Qu¨ªmica del colegio y ¨¦sta lo comunic¨® al superintendente de la escuela, la respuesta que obtuvo fue que se ocupara "de sus propios asuntos". La escuela no actuar¨ªa en defensa del naturalista brit¨¢nico.
El matiz es importante, porque la teor¨ªa de la evoluci¨®n no es una cuesti¨®n ideol¨®gica o moral
La an¨¦cdota forma parte del testimonio de la profesora en el juicio que acaba de celebrarse en Pennsylvania y que ha enfrentado a los defensores de la teor¨ªa de Darwin y a los seguidores del llamado "dise?o inteligente". Para muchos, la pol¨¦mica forma parte de la ofensiva de sectores fundamentalistas cristianos contra determinados valores e instituciones que se ha desencadenado bajo la presidencia de George W. Bush. Pero plantea tambi¨¦n la cuesti¨®n m¨¢s amplia del papel que la ciencia debe jugar en nuestras sociedades.
El movimiento del "dise?o inteligente" es una versi¨®n contempor¨¢nea del creacionismo, la doctrina seg¨²n la cual Dios -y no la evoluci¨®n de las especies- es el arquitecto de la creaci¨®n. Seg¨²n sus defensores, la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Darwin no es suficiente para explicar la complejidad de algunas estructuras bioqu¨ªmicas presentes en la naturaleza, de lo cual deducen la presencia de un dise?ador inteligente. Su estrategia se basa en introducir esta controvertida noci¨®n en los curr¨ªculos escolares de Biolog¨ªa con una validez cient¨ªfica al menos equivalente a la de la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Darwin.
En Dover, el Consejo de Escolar decidi¨® introducir el siguiente p¨¢rrafo en el programa de la asignatura de Biolog¨ªa: "Se har¨¢ tomar conciencia a los estudiantes de las lagunas y problemas en la Teor¨ªa de Darwin, y de otras teor¨ªas de la evoluci¨®n incluido, pero no s¨®lo, el Dise?o Inteligente".
Once padres, apoyados por la Uni¨®n Americana de Libertades Civiles, demandaron al Consejo Escolar por violaci¨®n de la primera enmienda constitucional, que establece la separaci¨®n entre Iglesia y Estado. Pero la genialidad de la estrategia del movimiento del "dise?o inteligente" es que la palabra "Dios" ha desaparecido aparentemente de su cr¨ªtica al darwinismo. "El Dise?o Inteligente no es una persona", dijo en el juicio Michael Behe, uno de los escas¨ªsimos cient¨ªficos que apoyan esta corriente.
Aun as¨ª, ¨¦l mismo ha escrito que "el Dise?o Inteligente es menos plausible para aquellos que cuestionan la existencia de Dios". Por ello, sus detractores alegan que el "dise?o inteligente" esconde bajo un manto de aparente cientificidad la tesis ya conocida del creacionismo y que se trata de un intento de introducir la religi¨®n cristiana en los programas escolares. El juez del caso dir¨¢: en sus manos est¨¢ determinar si introducir el "dise?o inteligente" en una escuela p¨²blica significa promocionar el cristianismo y no el conocimiento cient¨ªfico.
No se trata de fallar entre dos teor¨ªas cient¨ªficas, puesto que nada hay de cient¨ªfico por ahora en el "dise?o inteligente". De hecho, la controversia no ha llegado al ¨¢mbito cient¨ªfico por la simple raz¨®n de que no existe ni un s¨®lo estudio en apoyo del "dise?o inteligente" y nadie cuestiona la validez de las ideas de Darwin (aunque, por supuesto, ¨¦stas han sido ampliadas y tambi¨¦n criticadas). Pero la batalla entre el mono y el dedo creador de Dios ha adquirido una resonancia mayor en la sociedad norteamericana. Seg¨²n una encuesta del mes de octubre para la cadena de televisi¨®n estadounidense CBS, el 51% de los encuestados en aqu¨¦l pa¨ªs piensa que Dios cre¨® a los humanos en su forma actual. Seg¨²n otra encuesta del Pew Research Center en agosto, el 38% cree que las escuelas deber¨ªan ense?ar el creacionismo en vez del darwinismo.
Es cierto que la connotaci¨®n materialista, subyacente en la biolog¨ªa evolucionaria, explica en parte la preferencia de muchos cristianos por explicaciones alternativas a la de Darwin. Pero los medios de comunicaci¨®n estadounidenses son responsables tambi¨¦n del preocupante estado de opini¨®n anti-cient¨ªfico existente al presentar la cuesti¨®n como una controversia entre dos teor¨ªas que merecen un tratamiento equilibrado. El propio presidente Bush, declar¨® en agosto que "ambas partes merecen ser ense?adas adecuadamente".
El matiz es importante. La teor¨ªa de la evoluci¨®n no es una cuesti¨®n ideol¨®gica o moral, como el aborto o el matrimonio homosexual, en la que es leg¨ªtimo argumentar a favor o en contra. Las cuestiones que recogen un consenso cient¨ªfico s¨®lidamente establecido merecen un tratamiento diferente. En el caso del cambio clim¨¢tico, el actual Gobierno de Estados Unidos se ha negado tercamente a aceptar el consenso existente, no un¨¢nime pero m¨¢s que suficiente, sobre el papel de las actividades humanas en el fen¨®meno, con consecuencias muy graves para la salud del planeta. Como dijo el bi¨®logo de la Universidad de Brown, Kenneth Millar, durante el juicio, "la ciencia podr¨ªa ser lo m¨¢s cercano que tenemos en este planeta a una cultura universal". Son fen¨®menos cient¨ªficamente describibles -y no la ira de Dios o de Al¨¢- los que explican los terremotos, o la pandemia del sida. Y, sin pretender negar la gu¨ªa y el consuelo que muchos encuentran en la religi¨®n, es la ciencia -y no las religiones- la que podr¨ªa alg¨²n d¨ªa ense?arnos a mitigarlos.
Borja Bergareche es economista.
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