Cuenta atr¨¢s para la retirada de Irak
?Por cu¨¢nto tiempo mantendr¨¢ Estados Unidos un amplio despliegue de tropas en Irak? ?sta es ahora la pregunta central del segundo mandato de George W. Bush. Hasta hace poco, la Administraci¨®n de Bush sol¨ªa responder con un clich¨¦ evasivo: "El tiempo que haga falta y ni un solo d¨ªa m¨¢s". Pero ya no. El hielo empez¨® a resquebrajarse el 17 de noviembre, cuando John Murtha, un congresista dem¨®crata de la l¨ªnea dura y ex marine, sugiri¨® retirar las tropas de Irak en un plazo de seis meses. Poco despu¨¦s, el Senado, controlado por los republicanos, vot¨® a favor de "una transici¨®n significativa hacia la plena soberan¨ªa de Irak en 2006". Tras la resistencia inicial, Bush empez¨® a modificar su ret¨®rica e insinu¨® que la retirada de tropas ocurrir¨ªa antes de lo esperado.
La erosi¨®n del apoyo de la opini¨®n p¨²blica a la pol¨ªtica de Bush en Irak est¨¢ clara. Un 54% de los estadounidenses dice ahora que Estados Unidos se equivoc¨® al enviar tropas, una cifra muy superior al 24% que opinaba lo mismo al principio de la guerra, en marzo de 2003. En parte, esto es reflejo de la creciente lista de bajas, con m¨¢s de 2.100 estadounidenses muertos hasta la fecha. Pero tambi¨¦n es reflejo de la creencia cada vez m¨¢s extendida de que la guerra est¨¢ fracasando. Como se?al¨® hace poco Peter Feaver, experto en opini¨®n p¨²blica de la Universidad de Duke y en la actualidad asesor de la Casa Blanca, los estadounidenses toleran las bajas cuando creen que una guerra es justa y tiene perspectivas razonables de ¨¦xito. Pero los ciudadanos ahora mismo dudan de las dos cosas. El Gobierno est¨¢ pagando el precio de exagerar las razones para la guerra y de hacer una chapuza de la ocupaci¨®n posterior a la invasi¨®n. No es sorprendente que la nueva ret¨®rica de Bush subraye que tiene "una estrategia para la victoria".
Si la "victoria" sigue defini¨¦ndose como el establecimiento de una democracia estable en Irak, es poco probable que Bush tenga suficiente tiempo para poner en marcha su estrategia. En septiembre, el general George Casey, el m¨¢s alto mando militar estadounidense en Irak, testific¨® ante el Congreso que las insurgencias modernas duran alrededor de una d¨¦cada, y que el Ej¨¦rcito iraqu¨ª ten¨ªa un solo batall¨®n capaz de luchar sin ayuda de las fuerzas estadounidenses. Un mes m¨¢s tarde, el influyente Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres calcul¨® que las retiradas de tropas estadounidenses el a?o que viene ser¨ªan probablemente reducidas, y que Irak tardar¨ªa al menos cinco a?os en crear el ej¨¦rcito de 30.000 efectivos necesario para luchar por s¨ª solo contra la insurgencia. Pero, con las elecciones al Congreso de 2006 y una elecci¨®n presidencial en 2008, cinco a?os parece demasiado tiempo. M¨¢s realista parece que la Administraci¨®n republicana tenga s¨®lo 18 meses para llevar a cabo su estrategia.
Mientras tanto, los dem¨®cratas est¨¢n divididos. Algunos, como John Murtha y Nancy Pelosi, l¨ªder de la minor¨ªa en el Congreso, quieren un calendario corto, mientras que otros, como el senador Joseph Biden, se resisten a establecer un calendario en firme, pero prev¨¦n el repliegue de 50.000 soldados en 2006, que ir¨ªa seguido de la retirada de muchos de los 100.000 restantes en 2007. Quienes creemos que invadir Irak fue un error, y que Bush es culpable de un exceso de confianza por no haber planificado adecuadamente las consecuencias de la invasi¨®n, nos enfrentamos a un dilema: si Estados Unidos retira las tropas precipitadamente, estos errores podr¨ªan verse multiplicados. Irak no es como Vietnam, donde a la retirada de Estados Unidos le sigui¨® la estabilidad impuesta por un gobierno autoritario. En Irak, el peligro estriba en que la retirada podr¨ªa verse seguida por la guerra civil y el caos, condiciones ideales para que los terroristas hagan del pa¨ªs su santuario. Irak difiere de Vietnam tambi¨¦n en otro aspecto. A diferencia de los vietnamitas del norte, los insurrectos sun¨ªes lo van a tener dif¨ªcil para hacerse con un pa¨ªs en el que representan s¨®lo al 20% de la poblaci¨®n. De hecho, con un 80% del pa¨ªs compuesto por ¨¢rabes chi¨ªes y por kurdos, la insurgencia se centra en s¨®lo cuatro de las 18 provincias de Irak.
La disyuntiva de Estados Unidos es que forma parte tanto del problema como de la soluci¨®n. Mientras un gran n¨²mero de soldados estadounidenses sigan all¨ª como fuerza de ocupaci¨®n, sirven de instrumento de reclutamiento a los insurgentes. Como ha demostrado el polit¨®logo Robert Pape en un minucioso estudio, la resistencia a la ocupaci¨®n extranjera constituye una motivaci¨®n fundamental para los terroristas suicidas. Pero si Estados Unidos se retira demasiado pronto, el Gobierno electo iraqu¨ª podr¨ªa no ser capaz de frenar la insurgencia, e Irak seguir¨ªa el camino tomado por L¨ªbano en la d¨¦cada de los ochenta, o de Afganist¨¢n en los noventa. Del mismo modo, si Bush establece un calendario corto, podr¨ªa animar a los insurgentes a aguantar hasta que se vaya. Pero si no deja claro que las tropas estadounidenses abandonar¨¢n el pa¨ªs a corto plazo, reforzar¨¢ la impresi¨®n de estar llevando a cabo una ocupaci¨®n imperialista. La clave para resolver este dilema ser¨¢ presionar para lograr compromisos locales que involucren a los sun¨ªes en el proceso pol¨ªtico, y acelerar el entrenamiento de los iraqu¨ªes para que se hagan cargo de su propia seguridad. Incluso en ese caso, el ¨¦xito sigue siendo incierto.
Un fracaso ya es evidente: el del sue?o neoconservador de crear un aliado militar que pudiera servir como base militar a largo plazo para las tropas estadounidenses en su campa?a para democratizar Oriente Pr¨®ximo. Tres elecciones han otorgado cierto grado de legitimidad al Gobierno iraqu¨ª dominado por los chi¨ªes, pero sin un sentido de comunidad e instituciones efectivas, las elecciones simplemente crean una tiran¨ªa de la mayor¨ªa. Puede que eso sea mejor que la tiran¨ªa de la minor¨ªa de Sadam Husein, pero dif¨ªcilmente puede considerarse una democracia moderna. Bush compara sus objetivos en Irak con la democratizaci¨®n de Jap¨®n despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Pero Jap¨®n era un pa¨ªs totalmente conquistado, ¨¦tnicamente homog¨¦neo y sin insurrectos, con una amplia clase media y experiencia anterior de apertura pol¨ªtica. Incluso en esas condiciones, el ¨¦xito tard¨® siete a?os en llegar. En lugar de eso, Bush deber¨ªa pensar en un margen de dos a?os para dar al Gobierno iraqu¨ª las mayores probabilidades antes de que los estadounidenses se marchen, y subrayar a la vez el hecho de que a partir de ese momento los iraqu¨ªes ser¨¢n responsables de su propia seguridad y de su salvaci¨®n pol¨ªtica.
Joseph S. Nye es catedr¨¢tico de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard. Traducci¨®n de News Clips. ? Project Syndicate, 2005.
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