Postal de Navidad con 'caganer'
El esp¨ªritu de Navidad -que debe de ser algo as¨ª como un ataque de ganduler¨ªa- me impide entrar a fondo en la r¨¦plica al art¨ªculo que Xavier Rius-Sant public¨® el mi¨¦rcoles, y que respond¨ªa a mi cr¨ªtica al papel de SOS Racismo respecto al antisemitismo. Malos tiempos para la ¨¦pica, estos de turrones, familia al completo y escudella feliz. No s¨¦ ustedes, pero yo me vuelvo tierna por Navidad. Sin embargo, como un d¨ªa fui caganera mayor y a¨²n estoy colocada en los pesebres de mis m¨¢s p¨¦rfidos amigos, perd¨®nenme alguna alegre pulla al simp¨¢tico art¨ªculo de Xavier, aunque sea porque no puedo permitir que me acuse de falsificaci¨®n. Yo podr¨ªa acusarle de desconocimiento, pero ello nos llevar¨ªa al cl¨¢sico partido de tenis que s¨®lo interesa a dos. Primero, el SOS Racismo actual no est¨¢ dirigido por los mismos de 1999, aunque la historia obliga a recordar que no fue SOS Racismo, sino la comunidad jud¨ªa la que, avisada por la polic¨ªa, puso la querella contra la librer¨ªa Europa. Despu¨¦s se sumaron muchos otros, y s¨®lo faltar¨ªa que no lo hubieran hecho. Fue en esa lucha contra los fascistas de Europa cuando personalmente me gan¨¦ el odio frontal de algunos grupos de extrema derecha. Lea usted Diario de un skin. Por cierto, como soy amiga personal de Simon Samuels, mejor le pregunto qu¨¦ opina ¨¦l del uso que hace Xavier de su nombre... Y ahora lo frontal: primero, veo por su art¨ªculo que la escalada terrorista iran¨ª s¨®lo le preocupa para poder fustigar a los americanos. Bien, ello es un cl¨¢sico de determinada izquierda y sus obsesiones, pero denota hasta qu¨¦ punto esa misma izquierda no est¨¢ a la altura del momento. Segundo, cuando quiera le dar¨¦ los indicadores que justifican la cr¨ªtica que personalmente hice a SOS Racismo, pero le avanzo uno fundamental. El rechazo de SOS Racismo, en su ¨²ltimo congreso, a las resoluciones que sobre el antisemitismo actual present¨® uno de sus miembros, profesor universitario y experto en la cuesti¨®n. A diferencia de Francia, que ha estado en la vanguardia de esta denuncia (a pesar de su azarosa vida "pol¨ªtica"), el silencio de la organizaci¨®n catalana ha sido tan sonoro que, m¨¢s que silencio, ha sido rechazo. Y de la misma forma que Ir¨¢n y sus locuras no le han interesado, le han interesado todas las manifestaciones contra la guerra de Irak, donde, por cierto, era un cl¨¢sico ir quemando banderas de Israel. En fin, sin alargarme, un par de conclusiones: una, que parece que las ONG tienen bula y, a diferencia del resto de los mortales, es un pecado de lesa patria criticarlas. Pues me temo que no es oro todo lo que reluce en sus doradas siglas. Y dos, que reciben dinero p¨²blico, de manera que la cr¨ªtica pertinente no s¨®lo es un derecho, sino que es una responsabilidad. Finalmente, querido Xavier, servidora no dice "amor" cuando quiere decir "sexo", de manera que no mezcle mi preocupaci¨®n por el antisemitismo con el an¨¢lisis que personalmente hago de Oriente Pr¨®ximo. Se parecen, pero no son lo mismo, y la diferencia es tan sustancial que probablemente marca el fondo de nuestra discrepancia. En fin, que nada, que feliz Navidad.
A todos, por supuesto. Y lo digo convencida, porque soy de los que no tienen pudor en expresar p¨²blicamente algo realmente incorrecto: que estas fiestas me encantan. Por supuesto este sentimiento es intransferible y s¨®lo se puede permitir si uno no tiene carencias tr¨¢gicas, ni le rondan los recuerdos de la muerte, ni est¨¢ solo de solemnidad. Pero si la salud aguanta, la familia contin¨²a siendo ese denso entramado de sentimientos y emociones compartidas, y el bolsillo no est¨¢ m¨¢s vac¨ªo de lo normal, la mesa de Navidad tiene algo que ver con la belleza. Josep Carner hizo un poema sobre la sopa que tiene olor a sopa. Cuando lo leo, Carner se convierte en mi Proust particular, y el aroma de esos caldos de posguerra que hacen nuestras madres y que nos alimentan para un a?o esconden todas las Navidades de mi infancia. Debe de hacer mucho que tengo la suerte de ser m¨¢s o menos feliz, oero no hace tanto tiempo que decid¨ª darme cuenta, y es esa conciencia de la felicidad la que de alguna forma nos cambia la vida. Las peque?as cosas, que dir¨ªa Serrat, las peque?as cosas y sus muchas grandezas. Mis peque?as cosas, estos d¨ªas de magia, est¨¢n todas revoloteando. Sus listas de regalos cuelgan de la nevera por si Pap¨¢ No?l supiera leer, y los adultos de la familia vamos como locos viajando al Polo Norte, quiz¨¢ con la esperanza de hacer posibles los sue?os. Puede que una ni?a de cinco a?os que quiere ser una princesa sea un poderoso aditivo para la Navidad. Puede que lo sean el resto de los locos bajitos, impregnados estos d¨ªas de una hiperactividad que nos tiene el cuerpo molido. Hasta puede que sea una misma, que nunca dej¨® de creer en el ti¨® y en los Reyes y en Pap¨¢ No?l, y que, a pesar de sus muchas vidas, siempre vuelve a la vida de la ni?a que fue. Estos d¨ªas son como burbujas que tonifican el alma, como una parada en el frenes¨ª, como un recuerdo de lo que realmente es sustancial, m¨¢s all¨¢ de los ¨¦xitos profesionales, mucho m¨¢s all¨¢ de la vida exterior que nos inventamos, quiz¨¢ para olvidarnos de que tenemos una vida. Yo tambi¨¦n nac¨ª en los a?os en que tocaba despreciar el concepto de familia. Unas cuantas d¨¦cadas despu¨¦s, con un par de maridos y tres hijos en el bolsillo, la familia es una de las pocas verdades que me acompa?an. Porque es una familia trabajada, reinventada siempre que ha sido necesario, por la que se ha luchado m¨¢s all¨¢ de las mezquindades, c¨®mplice de los retos y compa?era de las desesperanzas. Ese entorno feliz, que no naci¨® de la nada sino del deseo de tenerlo y del cotidiano trabajo para conseguirlo, ma?ana se sentar¨¢ a la mesa, impregnada por el denso aroma de la escudella materna. Y no sabr¨¢ muy bien c¨®mo, pero sabr¨¢ que es feliz. Y sabr¨¢ que es feliz con los suyos. Por un ratito, por un tiempecito robado a la voracidad de la vida que llevamos.
www.pilarrahola.com
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