Cavas catalanes
La iniciativa de someter a un boicoteo a los cavas, acompa?ada de la elaboraci¨®n de una lista de productos catalanes y establecimientos catalanes malditos, constituye un indicador del grado de irracionalidad que est¨¢n alcanzando las reacciones sociales en torno al debate del nuevo Estatuto de Catalu?a. Y como casi siempre ocurre en los escenarios de conflicto, la estupidez de unos provoca una reacci¨®n similar en la acera opuesta. A la sombra de un fotomontaje que re¨²ne con la Cibeles al inevitable torero y al Valle de los Ca¨ªdos, la recomendaci¨®n es en este caso: "?No compris marques espanyoles!". "?Que la prudencia no nos convierta en traidores!", advierten los promotores del engendro, como si ya estuvi¨¦ramos en una situaci¨®n de guerra larvada. Sigue una relaci¨®n de productos marcados al parecer por el estigma de la espa?olidad, entre los cuales no faltan algunos de procedencia y capitales tan castizos como Carrefour, Pr¨¦sident o el queso Caprice des Dieux.
El episodio no deber¨ªa pasar inadvertido. A finales de los ochenta exist¨ªa ciertamente en Yugoslavia un serio conflicto pol¨ªtico entre los componentes de la federaci¨®n, pero nada hac¨ªa prever, salvo en Kosovo, la caza al hombre que pronto hab¨ªa de desencadenarse entre los miembros de unos y otros grupos ¨¦tnicos. Por fortuna faltan entre nosotros los supuestos para semejante deriva hacia la violencia. Adem¨¢s, las consignas de boicoteo de productos no son nuevas. Hace a?os que ETA lanz¨® la de no adquirir productos franceses, sin resultados sensibles, y prudentemente algunas marcas vascas han preferido cambiar de nombre de cara al mercado espa?ol. Son precedentes que apuntan al optimismo. Sin embargo, en este caso, atizado por algunas instituciones y medios de comunicaci¨®n, el odio empieza a estar presente, y tampoco faltan reacciones que pueden hacerlo m¨¢s intenso en lugar de sofocarlo. El mejor ejemplo viene dado por el expediente abierto de hecho contra la Cope desde el Consejo de lo Audiovisual dependiente de la Generalitat. Tanto en la cadena de la Iglesia como en las columnas de la prensa af¨ªn, los l¨ªmites formales de una cr¨ªtica democr¨¢tica son con frecuencia vulnerados. Ahora bien, la respuesta nunca puede consistir en una u otra forma de censura institucional. Para eso est¨¢n los tribunales. Lo m¨¢s preocupante es que un Gobierno como el actual, poco amigo de la transparencia informativa y muy dado a jugar con las filtraciones y la manipulaci¨®n, se embarque en esa deriva autoritaria tratando de crear un Consejo de lo Audiovisual convertido en Junta de Censura. Habr¨ªa que responder desde los medios un¨¢nimemente con un "?Ch¨¢vez en Espa?a? No, gracias".
La propia experiencia catalana, en especial con la aplicaci¨®n de la Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica para temas tales como la rotulaci¨®n de establecimientos en catal¨¢n y la exigencia de su uso, prueba que esa interferencia del sector p¨²blico en las relaciones sociales desemboca en una restricci¨®n policial de la libertad. Eso sin mencionar el santo fin de excluir al castellano de la vida p¨²blica. Desde que est¨¢ el tripartito, las sanciones por incumplimiento de dicha ley suben en flecha: seg¨²n Avui, que lo celebraba, s¨®lo en los tres primeros meses de este a?o sanciones y multas superaron todas las de 2004. Pensemos en lo que puede suceder si la trama de disposiciones contenidas en el proyecto de Estatuto sobre la imposici¨®n del "idioma propio" se convierte en ley. Lo que hab¨ªa sido desde 1979 un progreso continuo y libre del catal¨¢n, en beneficio de todos, pasar¨ªa a configurar una nueva llengua de l'imperi. Algo pernicioso, y adem¨¢s innecesario.
La soluci¨®n reside en restaurar el clima para un debate democr¨¢tico, algo que en estos momentos nadie parece admitir. La espiral del odio puede as¨ª seguir creciendo, a pesar del considerable esfuerzo realizado por ministros y expertos del Gobierno para adecuar efectivamente el proyecto de Estatuto al esp¨ªritu y a la letra de la Constituci¨®n. Eso siempre que Zapatero, siempre al¨¦rgico a las ideas claras, no opte por lo que viene siendo su norma y punto de debilidad en este tema, cediendo en cuestiones esenciales con tal de que sea alcanzado un acuerdo presentable al p¨²blico.
En fin, brindemos. Coincidiendo con el publicista m¨¢s activo en la oposici¨®n al Estatut, no lo har¨¦ con Freixenet. Prefiero Juv¨¦ i Camps.
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