"?Se?or juez, un aut¨®grafo!"
Alumnos de ESO asisten por primera vez a la escenificaci¨®n de un juicio con el programa Educando en Justicia
"?Se?or juez, se?or juez!". Las dos hermanas, de 12 y 13 a?os de edad, se abalanzan sobre Juan Manuel Fern¨¢ndez, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN), y le piden un aut¨®grafo. Hay aplausos. Los 300 alumnos de ESO que abarrotan el sal¨®n de actos del instituto Navarro Villoslada de Pamplona acaban de presenciar su primer juicio real, una dramatizaci¨®n hecha por sus compa?eros. No un juicio a la americana, sino un juicio espa?ol sentenciado por un juez de verdad. Han comprobado que darle una paliza a un compa?ero por una disputa futbol¨ªstica constituye un delito de lesiones castigado con libertad vigilada durante seis meses.
El programa Educando en Justicia, auspiciado por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), lleva a los centros educativos la realidad de los tribunales espa?oles. Tras la visi¨®n de dos DVD con nociones b¨¢sicas, el "jefe de los jueces" navarros, como es presentado Fern¨¢ndez, de 47 a?os y padre de tres ni?as, se enfrenta a las preguntas de los alumnos. Ataviado con la toga, y micr¨®fono inal¨¢mbrico en mano, el presidente del TSJN recibe su primera sorpresa. A pesar de su corta edad (los asistentes tienen 12 y 13 a?os), uno de ellos, Guillermo, ya fue detenido y conoce la gravedad de ciertas actuaciones. "?Qu¨¦ hiciste?", le pregunta el juez. "Yo, nada, pero a un amigo le pillaron haciendo un c¨®ctel molotov y yo estaba con ¨¦l", responde el chaval.
Dos alumnas con togas reales asumieron los papeles de fiscal y defensor
?Qu¨¦ hace falta para ser un buen juez?, preguntan a Fern¨¢ndez. "Saber escuchar, mucha paciencia y vocaci¨®n de resolver conflictos", responde el magistrado. La cosa se pone m¨¢s complicada. "?Es juez por dinero o por vocaci¨®n?, ?trabaja todos los d¨ªas?, ?a cu¨¢ntos asesinos ha condenado?, ?nunca ha tenido dudas al condenar a alguien?". Las preguntas se suceden. El magistrado las contesta con paciencia y humor, y tambi¨¦n con seriedad: "Aborrezco la pena de muerte y condeno a quienes la aplican", dice circunspecto. El presidente del TSJN no duda en recurrir a las bromas para hacer m¨¢s atractiva esta actividad, como cuando le preguntan si le han sobornado alguna vez. "No, nunca, pero el m¨¦rito no es m¨ªo, porque nunca me lo han ofrecido", responde. Para ese momento los alumnos ya conocen que la ceremonia judicial entronca con los ritos del cristianismo y que la sala de juicios deriva del teatro griego.
Los chavales no paran de preguntar: "?Un abogado puede mentir?, ?y el acusado? ?puede uno inventarse una historia para salvar a un amigo?". Bajo la aparente ingenuidad de los enunciados se desata el complejo nudo gordiano de los derechos y deberes ciudadanos ante la Justicia, que Fern¨¢ndez va respondiendo hasta que llega el gran momento del juicio.
Entonces el magistrado sube al escenario y ocupa su mesa. Le acompa?aran seis alumnos de quince a?os de la asignatura opcional de Literatura Universal y Dramatizaci¨®n que, dirigidos por el profesor Ignacio Aranguren, han preparado la escenificaci¨®n de El caso de la gorra del hincha de f¨²tbol. Fern¨¢ndez agita la campanilla, pide silencio. "No pod¨¦is aplaudir", exclama, y amenaza con desalojar la sala. Las voces se callan.
Dos alumnas ataviadas con togas reales cedidas por el Colegio de Abogados de Pamplona ocupan los asientos destinados a la Fiscal¨ªa y al abogado defensor. Los dem¨¢s actuar¨¢n de agresor, agredido, perito y testigo. Durante veinte minutos se escuchan en la sala las versiones contrapuestas de la agresi¨®n de Andr¨¦s contra Juan. Pero los testimonios y pruebas periciales son concluyentes y Juan Manuel Fern¨¢ndez condena a Andr¨¦s a seis meses de libertad vigilada por un delito de lesiones. Peg¨® a Juan y le destroz¨® su gorra de f¨²tbol porque le ten¨ªa paquete y su equipo ganaba siempre. Los peculiares asistentes a la vista aprenden que ciertas cosas no deben hacerse, porque se pagan caras.
El juicio acaba. Hay aplausos. La vista simulada se repetir¨¢ en otros institutos antes de que los alumnos de los ¨²ltimos cursos de ESO visiten el Palacio de Justicia de Pamplona para conocer entonces el escenario real donde se imparte justicia.
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