Malas noticias para la ciencia desde Corea del Sur
El fraude del doctor Hwang en sus trabajos sobre clonaci¨®n provoca un gran revuelo en el mundo de la investigaci¨®n
En los dos ¨²ltimos a?os estuvieron apareciendo en las mejores revistas cient¨ªficas resultados de gran importancia obtenidos por un equipo surcoreano dirigido por el doctor Hwang Woo-Suk. Se trataba de resultados que indicaban que ser¨ªa posible obtener l¨ªneas de c¨¦lulas madre que fueran gen¨¦ticamente id¨¦nticas a las de un adulto, lo que pod¨ªa representar un gran paso en la llamada medicina regenerativa. El mismo equipo public¨® tambi¨¦n la producci¨®n de un perro gen¨¦ticamente id¨¦ntico a otro adulto. Estos resultados llamaron la atenci¨®n hacia lo que se estaba haciendo en aquel equipo y en Corea del Sur en general. Poco a poco, aparecieron dudas sobre c¨®mo se hab¨ªan conseguido los resultados y, seg¨²n las ¨²ltimas noticias, parece haberse probado que se habr¨ªan falsificado algunos resultados. Se trata de malas noticias para el equipo cient¨ªfico, para la ciencia surcoreana y para la ciencia en general.
Los investigadores, las revistas y los revisores cient¨ªficos sufren una gran presi¨®n
Las cosas comenzaron a torcerse al surgir dudas sobre las condiciones ¨¦ticas
Conseguir tejidos celulares con los que reparar grupos de c¨¦lulas que han degenerado o desaparecido es el sue?o de la medicina regenerativa. Cuando un coraz¨®n ha sido da?ado por un infarto, cuando por el paso del tiempo ciertas c¨¦lulas del cerebro desaparecen, el objetivo de la nueva medicina es conseguir reemplazar estas c¨¦lulas por otras nuevas. Para ello se est¨¢ llevando a cabo un gran esfuerzo de investigaci¨®n para conseguir, mediante m¨¦todos adecuados, c¨¦lulas capaces de dar lugar a diferentes tejidos, las llamadas c¨¦lulas madre. Y el sue?o se completa si estas c¨¦lulas son id¨¦nticas a las del individuo que las necesita. Una de las v¨ªas es reemplazar el n¨²cleo de c¨¦lulas madre, que es el que contiene el mensaje gen¨¦tico de un individuo, por el n¨²cleo de alguna c¨¦lula del posible receptor de las c¨¦lulas. De esta forma, el paciente recibir¨ªa c¨¦lulas iguales a las suyas, con lo que el riesgo de rechazo desaparecer¨ªa.
El grupo surcoreano hab¨ªa publicado que hab¨ªa conseguido varias l¨ªneas de c¨¦lulas madre mediante este procedimiento. En el ¨²ltimo art¨ªculo, el m¨¦todo parec¨ªa haber mejorado notablemente su eficiencia y las l¨ªneas de c¨¦lulas madre eran id¨¦nticas a las de pacientes de diabetes y con una lesi¨®n en la m¨¦dula espinal. Por tanto, parec¨ªa que se superaba otro obst¨¢culo m¨¢s en el camino hacia la medicina regenerativa.
Al inter¨¦s cient¨ªfico del tema se juntaba el del lugar donde se hab¨ªa realizado el trabajo. Todos sabemos el enorme desarrollo econ¨®mico de los pa¨ªses del Este asi¨¢tico. La lista de dragones asi¨¢ticos crece y es la regi¨®n econ¨®mica m¨¢s din¨¢mica del mundo. Su desarrollo econ¨®mico est¨¢ en parte basado en una masa de trabajadores con bajos salarios. Sin embargo, muchos de estos pa¨ªses invierten grandes sumas en investigaci¨®n para desarrollar sus propias tecnolog¨ªas. Es el caso de Singapur y Taiwan, pero tambi¨¦n de China y la India y de Corea del Sur. Por ello, los resultados del grupo de Hwang no causaron una gran sorpresa. El suyo es un grupo muy grande, tiene el soporte econ¨®mico decidido del Gobierno coreano y est¨¢ integrado por personas bien formadas y con enorme dedicaci¨®n al trabajo. Estas condiciones pod¨ªan ser las apropiadas para tratar de conseguir resultados que necesitan un trabajo sistem¨¢tico, constante y muy delicado t¨¦cnicamente.
Sin embargo, las cosas comenzaron a torcerse cuando se publicaron dudas acerca de las condiciones ¨¦ticas en las que se hab¨ªa llevado a cabo el trabajo. En sus publicaciones, el grupo surcoreano declaraba cumplir con las estrictas condiciones que se demandan en este tipo de tarea en la que, entre otras cosas, se utilizan ¨®vulos humanos. Se descubri¨® que algunos de ¨¦stos proven¨ªan de miembros femeninos del grupo que pod¨ªan haber efectuado la donaci¨®n bajo presi¨®n y que en otros casos se hab¨ªa pagado a algunas de las donantes. Es posible que seg¨²n la legislaci¨®n surcoreana del momento no se hubiera infringido ninguna ley, pero un trabajo que implica un uso masivo de material humano y que se halla en el centro de una gran controversia hubiera necesitado de un mayor cuidado un aspecto que se debe tratar con ligereza. Lo peor ha ocurrido cuando adem¨¢s ha ido apareciendo que algunas de las l¨ªneas celulares que se hab¨ªan publicado parece que no existen y algunas figuras de los trabajos parec¨ªan haber sido retocadas. La investigaci¨®n interna de la Universidad de Se¨²l parece haber confirmado que algunos resultados hab¨ªan sido falsificados. Los resultados del grupo est¨¢n puestos en cuesti¨®n en su conjunto, incluyendo los de la primera clonaci¨®n de un perro que hab¨ªan sido publicados en la revista Nature el pasado agosto. Todo ello crea un gran revuelo en el mundo cient¨ªfico.
Desde el punto de vista cient¨ªfico, es sin duda una mala noticia que no se pueda confirmar que los resultados obtenidos sean fiables. Se trata de una etapa de gran importancia para conseguir los tejidos que podr¨ªan ser utilizados en medicina regenerativa. El trabajo debe continuar en los laboratorios sin tener en cuenta estos resultados. Tambi¨¦n se pone en duda si los filtros que ejercen las publicaciones cient¨ªficas son suficientes. En este caso, revistas como Science en las que estos trabajos aparecieron, o su rival europea Nature, deber¨ªan considerar si los procedimientos de revisi¨®n y de control de los resultados que se publican son adecuados para evitar estos problemas.
Pero est¨¢ claro que todos los actores est¨¢n sometidos a una gran presi¨®n. Las revistas, porque para ellas es un ¨¦xito que resultados fundamentales aparezcan en sus p¨¢ginas; los revisores, porque para su juicio deben aceptar los resultados que se les presentan en poco tiempo, y, sin duda, los investigadores. El grupo surcoreano era objeto de una enorme expectaci¨®n. Se esperaba de ellos unos resultados en los que su pa¨ªs hab¨ªa invertido mucho en dinero y personas y que se estaba convirtiendo en un asunto de orgullo nacional. Nada m¨¢s humano para alguien con esta presi¨®n que buscar atajos para demostrar que se estaba respondiendo a las expectativas. La historia est¨¢ llena de este tipo de actitudes, que se dan en la ciencia pero tambi¨¦n en cualquier otra actividad humana.
Sin embargo, estas consideraciones no son excusas para justificar un comportamiento que pone en cuesti¨®n el contrato sobre el que est¨¢ establecido el trabajo cient¨ªfico. La sociedad que invierte en el grupo de investigaci¨®n est¨¢ en su derecho exigir que se sigan unas reglas en cuanto al desarrollo de los proyectos, ya sea de seguridad, de trato hacia los animales y, sin duda, de trabajo con material humano. Y est¨¢ claro que esta exigencia es mayor cuanto m¨¢s controvertido sea el campo en el que se trabaja. Por tanto, las condiciones de cumplimiento de las condiciones ¨¦ticas, incluyendo las relaciones con intereses privados, deben hacerse seg¨²n reglas claras y comportamientos transparentes. Debe garantizarse una exigencia intelectual de respeto a los resultados y de hacer p¨²blico con veracidad aquello que se ha estudiado. Nada peor para la credibilidad de la ciencia en una sociedad en la que se levantan voces cr¨ªticas acerca de la necesidad del avance en el conocimiento que olvidar estas reglas b¨¢sicas del comportamiento de un cient¨ªfico. En un caso as¨ª puede haberse producido un in¨²til despilfarro de trabajo, de material humano producido no sin sufrimiento, de recursos y de ilusiones dif¨ªciles de cuantificar. La historia muestra los efectos devastadores de estos casos de fraude para las personas, para la ciencia y para la sociedad que hab¨ªa cre¨ªdo en ellos. En su conjunto son, sin duda, malas noticias.
Pere Puigdom¨¨nech es investigador del Laboratorio de Gen¨¦tica Molecular Vegetal CSIC-IRTA.
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