Urbanizaciones sin agua
Las 10.000 personas que residen en una urbanizaci¨®n de 3.000 chal¨¦s adosados en Xixona, junto a la Universidad de Alicante, no disponen de la misma cantidad de agua que el resto de sus vecinos. Cuando la promotora puso en marcha la obra no repar¨® en una cuesti¨®n principal: de d¨®nde y c¨®mo iba a proveerse de agua. Si la media por habitante y d¨ªa en Espa?a es de 250 litros, en las casas de esa urbanizaci¨®n s¨®lo disponen de 90 litros. Y a¨²n pueden dar las gracias, porque en derecho no les corresponder¨ªa ni una gota de agua. La disponible est¨¢ comprometida al cien por cien.
No es un caso aislado en la Comunidad Valenciana, sobre todo en el norte de Castell¨®n y en Alicante, o en Murcia y Almer¨ªa. En casi todo el Mediterr¨¢neo, una zona con un d¨¦ficit estructural de agua, el ladrillo ha ido por delante y sin tener en cuenta la existencia del recurso h¨ªdrico. El sistema, en muchos casos, es tan simple como injusto: el promotor consigue un permiso municipal, construye, vende -con un notable beneficio- y se desentiende. El comprador, que tiene su casa legalmente, exige agua y el Gobierno tiene que ir detr¨¢s a suministrarla. La situaci¨®n no puede continuar as¨ª, porque no hay agua para construir tantas casas, campos de golf y piscinas como hay previstas en la zona m¨¢s ¨¢rida de Espa?a.
Para paliarlo, el Ministerio de Medio Ambiente reform¨® la Ley del Plan Hidrol¨®gico Nacional y desde junio de 2005 exige un informe previo de las confederaciones hidrogr¨¢ficas. El informe no es vinculante y el ministerio tiene a¨²n que desarrollar la ley, pero los primeros dict¨¢menes de las confederaciones hidrogr¨¢ficas del J¨²car y del Segura son demoledores. No hay agua para 450.000 viviendas previstas en unos cincuenta municipios situados entre Castell¨®n y Almer¨ªa. Por muchas desalinizadoras que instalen el Gobierno o las propias constructoras, siempre har¨¢ falta agua. El problema no es que Espa?a atraviese un periodo de sequ¨ªa. La zona vive en una escasez permanente.
Con esa situaci¨®n, cabe preguntarse si es sensato el actual ritmo de construcci¨®n. No se trata de que las zonas menos urbanizadas se mantengan como una reserva intocable y al margen del desarrollo para que las disfruten los ciudadanos del resto de Espa?a, muchos de los cuales proceden de zonas ya muy construidas. Pero lo l¨®gico ser¨ªa urbanizar la costa de forma ordenada, coordinada y sostenible. A Espa?a le queda litoral virgen, lo que representa uno de sus grandes atractivos. Perderlos en bien f¨¢cil, entre otros motivos, porque hay decisiones que no tienen marcha atr¨¢s.
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