Togores esencial
El protagonismo de Josep de Togores (1893-1970) en los a?os veinte fue a merced de una apuesta que sit¨²a su eje central en torno al realismo, donde anticipa de hecho los modos de la "nueva objetividad" y que acaba desdoblando en modulaciones muy diversas, pero al que suma finalmente el contrapunto de una indagaci¨®n vanguardista de ambici¨®n m¨¢s radical, que Eugenio Carmona ha vinculado con acierto a la ¨®rbita de la figuraci¨®n l¨ªrica. Una obra que alcanzar¨¢ adem¨¢s, gracias al impulso de un marchante de leyenda - el m¨ªtico Daniel Henri Kahnweiler-, una considerable proyecci¨®n en la escena europea.
M¨¢s all¨¢ de la excelente revisi¨®n del Togores de anteguerra que present¨® el Reina Sof¨ªa en los noventa, no han sido muchas las oportunidades de contemplar en Madrid su obra de los a?os veinte. De ah¨ª la importancia de esta nueva muestra, centrada en ese periodo esencial del artista, que nos brinda en su sede madrile?a una galer¨ªa que ha jugado un papel b¨¢sico en la recuperaci¨®n del Togores de la etapa de Par¨ªs. Con 14 telas, la exposici¨®n dibuja, en una s¨ªntesis cabal, las inflexiones que recorren la evoluci¨®n del pintor en esa d¨¦cada. De entrada, las asociadas al eje vertebral del realismo, desde la gr¨¢vida plenitud de sus figuras tempranas, con dos lienzos notables de 1923 -un desnudo y el retrato de Claire Goll- hasta la dicci¨®n m¨¢s escueta que desarrollar¨¢ en Italia en el verano de 1931 y que propicia el desencuentro final con Kahnweiler.
JOSEP DE TOGORES
Galer¨ªa Joan Gaspar
General Casta?os, 9. Madrid
Hasta el 2 de febrero de 2006
Hay tambi¨¦n alguna rareza memorable, como la Pintura mural de 1921, un ejemplo de incursi¨®n literal en la sintaxis de aquel cubismo que tan vivamente hab¨ªa exaltado De Togores, en 1917, en su pronunciamiento sobre la Exposici¨®n de Arte Franc¨¦s de Barcelona. Pero el grueso de la selecci¨®n se decanta en favor de la obra de corte m¨¢s experimental, desarrollada por el artista en el tramo final de la d¨¦cada. Con piezas de envergadura, destacan por su incomparable intensidad dos obras, ejemplos de los extraordinarios gouaches sobre papel maroufl¨¦ ejecutados por el artista durante su estancia en Caldes d'Estrac el a?o 1929, y que, sin embargo, remiten hacia derivas radicalmente dispares dentro de la invenci¨®n visionaria de De Togores: la sinuosa enso?aci¨®n caligr¨¢fica en Circulaci¨®n, el desgarro de la convulsi¨®n metam¨®rfica en Cuatro formas.
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