Droga dura
Escribir la columna del 2 de enero es como ponerse a escribir la historia de la humanidad el primer d¨ªa de la Creaci¨®n. Uno se siente en el borde de un mapamundi medieval. Detr¨¢s est¨¢ el abismo, el finis terrae, la nada. O lo que es lo mismo: la resaca, los saltos del esqu¨ª y el concierto vien¨¦s.
En los ¨²ltimos a?os del instituto, en los primeros de la universidad, cuando sal¨ªamos la noche del 31, el primer d¨ªa de enero sencillamente no exist¨ªa. Lo pas¨¢bamos como pod¨ªamos en un estado catat¨®nico, en una especie de jet-lag pastoso, con reg¨¹eldos de cubata de ron. ?ramos tiernos adolescentes, s¨ª, y ya nos emborrach¨¢bamos. M¨¢s o menos como ahora. Algunos esperaban a ese 31 de diciembre para cogerse, dec¨ªan, el pedo del siglo. Para otros era el primero de su vida. Y durante el resto del a?o, era costumbre entre los de mi generaci¨®n hacer unas veces botell¨®n (aunque todav¨ªa no se llamaba as¨ª), ponerse ciego de canutos o, si hab¨ªa dinero, entrar a tomar algo en un pub. Y no recuerdo que los adultos se preocuparan tanto como ahora. Nos dejaban fumar, nos dejaban beber, y el primero de enero nos dejaban agonizar frente a los saltos de esqu¨ª. Quien no la corre de joven, deb¨ªan de pensar acord¨¢ndose de ellos mismos, la corre de viejo.
El ?rea de Atenci¨®n Social del Ayuntamiento de Almer¨ªa ha contratado a la Universidad un estudio sobre las tendencias actuales de consumo de drogas en Almer¨ªa y sobre el estilo de vida de los j¨®venes almerienses. La primera conclusi¨®n del trabajo es que los chicos entre 15 y 24 a?os fuman, beben y toman drogas. Para obtener esa informaci¨®n no tendr¨ªan que haber contratado estudio alguno; se lo hubiera dicho yo o cualquiera que haya pasado por el segmento de edad estudiado. En cambio, lo que nunca hubiera sido capaz de adivinar es la opini¨®n de los j¨®venes sobre la actitud que debe adoptarse frente a su propio consumo de drogas. El 78,8% es partidario de que se castigue cuando se produce en lugares p¨²blicos. El 56,9% perseguir¨ªa tambi¨¦n el consumo en privado.
No s¨¦ si los autores del estudio han hecho control anti-doping a los encuestados para asegurarse de que los chicos no estaban respondiendo a las preguntas bajo los efectos de alguna de las drogas que confiesan consumir en p¨²blico y en privado. Pero si contestaban sobrios, las conclusiones son alucinantes. Supongo que al ?rea de Atenci¨®n Social del Ayuntamiento de Almer¨ªa lo que le preocupa es que nuestros j¨®venes fumen, beban y se droguen a tan tierna edad. Pero lo curioso es el d¨®cil perfil orwelliano que dibuja la combinaci¨®n de estos dos comportamientos: cometer el crimen y pedir el castigo.
Nadie quiere una juventud con los bronquios anegados de holl¨ªn, alcoholizada o echada a perder por el consumo descontrolado de estupefacientes. Pero tampoco una juventud borreguil y culpable, que acepte sin rechistar las exigencias de la sociedad hiper-protectora, ultra-higi¨¦nica y s¨²per-saludable hacia la que nos dirigimos. Lo alarmante no es que los j¨®venes fumen y beban, sino que sean capaces de hacerse un porro y de pedir a continuaci¨®n que los castiguen por ello. Eso s¨ª que me parece droga dura.
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