La foca monje volver¨¢ a Cadaqu¨¦s
Un proyecto de la Fundaci¨®n Territorio y Paisaje prev¨¦ que en 8 a?os esta especie en riesgo de extinci¨®n habite la costa catalana
La ¨²ltima vez que alguien vio una foca monje del Mediterr¨¢neo en la Costa Brava, Televisi¨®n Espa?ola empezaba a emitir la c¨¦lebre serie El hombre y la tierra, de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente. Corr¨ªa el a?o 1973. El testigo asegur¨® haber divisado al mam¨ªfero marino en alg¨²n lugar entre Roses y Cadaqu¨¦s, en la comarca del Alt Empord¨¤. Desde entonces, nada. Las focas se esfumaron de la costa catalana y nadie m¨¢s volvi¨® a verlas.
En realidad, la desaparici¨®n de estos animales, que pueden llegar a pesar 400 kilos, tiene poco de misterio. Para empezar, siempre han gozado de muy mala prensa. Las focas adultas necesitan 20 kilos diarios de alimento entre peces, langostas y pulpos. Pero a veces son perezosas y en lugar de buscar su propio sustento, rompen las redes de los pescadores. Esta actitud les granje¨® el apelativo de lobos del mar. Los pescadores empezaron a verlas como competidores y respondieron de forma tajante, matando a miles de ejemplares.
Cada a?o se trasladar¨¢n 15 cr¨ªas de foca de la pen¨ªnsula de Cabo Blanco, entre Mauritania y el S¨¢hara, a los puntos de reintroducci¨®n
Despu¨¦s lleg¨® el boom del turismo. La toalla y la sombrilla colonizaron el h¨¢bitat natural de las focas: las playas soleadas y arenosas. Para colmo de males, la marea roja, generada por unas algas que contaminan la cadena alimentaria, caus¨® la muerte de centenares de focas por envenenamiento. Esta serie de desastres dej¨® a la especie muy mermada, y no s¨®lo en Catalu?a, sino en toda la cuenca del Mare Nostrum. La magnitud de la tragedia es tal que, a d¨ªa de hoy, s¨®lo quedan 500 ejemplares en todo el mundo. La foca monje (Monachus monachus) se ha convertido as¨ª en uno de los 10 mam¨ªferos con mayor riesgo de extinci¨®n del planeta.
Un proyecto de la Fundaci¨®n Territorio y Paisaje pretende poner fin a este inexorable proceso. La entidad, creada por Caixa Catalunya, prev¨¦ reintroducir la foca monje en diversos enclaves del Mediterr¨¢neo occidental. Entre ellos, el Cap de Creus. El objetivo es, en palabras del director de la fundaci¨®n, Jordi Sargatal, "tender una red de ¨¢reas protegidas para que las focas puedan comunicarse y colonizar de nuevo la costa mediterr¨¢nea".
Antes de compartir espacio con los ba?istas de la Costa Brava -lo que a juicio de Sargatal podr¨ªa ocurrir de aqu¨ª a ocho a?os-, la foca monje deber¨¢ hacer un largo viaje. Los animales se traer¨¢n de la pen¨ªnsula de Cabo Blanco, a caballo entre Mauritania y el S¨¢hara occidental. Este enclave de la costa africana es uno de los m¨¢s importantes, ya que concentra 150 de los ejemplares de esta especie que a¨²n sobreviven. El resto se reparten entre las costas del mar Egeo (300 animales) y las del norte de ?frica (unos 50).
Las focas de Mauritania tienen un serio problema: viven en cuevas que a menudo se convierten en una trampa mortal. Como explica Sargatal, existe un riesgo elevado de que una de estas cuevas, debido a su fragilidad, se hunda. "Y eso comportar¨ªa la eliminaci¨®n, de golpe, del 30% de la poblaci¨®n mundial de focas", alerta el bi¨®logo. Pero hay un riesgo a¨²n m¨¢s evidente: el mar. Hacia el mes de octubre, la regi¨®n padece intensas tormentas. De las cerca de 30 cr¨ªas de foca que cada a?o es capaz de engendrar esta colonia, la mitad perece a causa de la fuerza del oleaje.
El proyecto pretende evitar el alto ¨ªndice de mortalidad y librar a esas 15 focas de las garras del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Estos peque?os, salvados in extremis, se trasladar¨¢n a distintos puntos y ser¨¢n la punta de lanza de nuevas poblaciones. A falta de resolver "algunos flecos" con administraciones y otras entidades, el proyecto podr¨ªa ponerse en marcha en 2007. Las primeras 15 focas ir¨¢n a parar a la zona de Banc d'Arguin, en Mauritania. Al a?o siguiente, una segunda remesa de 15 animales se trasladar¨¢ a la localidad de Villalobos, en el que fue S¨¢hara espa?ol. Y as¨ª sucesivamente, a?o tras a?o y camino del norte, las focas ir¨¢n reconquistando las playas que perdieron: las de Canarias, las de Madeira, las del cabo de Gata, las de Baleares... Y finalmente, hacia 2014, las del Cap de Creus.
Un estudio previo ya ha determinado el emplazamiento que se considera id¨®neo para acoger a la foca monacal: la cala Jugadora, en la localidad de Cadaqu¨¦s. Es un lugar que, curiosamente, aparece en la lista oficial de playas nudistas que elabora la Generalitat de Catalu?a. La cala deber¨ªa cerrarse a los ba?istas y a las peque?as barcas que navegan cerca de ella. Esto es algo que, en opini¨®n de Sargatal, no ha de suponer ning¨²n problema: "?Ser¨¢ fant¨¢stico nadar en la Costa Brava y saber que bajo el agua hay focas!", explica.
"Los ¨²nicos inconvenientes son la competencia de los pescadores y la excesiva gente que hay en verano", contin¨²a el bi¨®logo. Sargatal apuesta por "hacer pactos con los pescadores de costa", quienes podr¨ªan verse perjudicados por los ataques de las golosas focas a sus redes repletas de peces.
Tras d¨¦cadas de enfrentamientos y de rivalidad, Sargatal aboga por una "reconciliaci¨®n" entre el hombre y la foca. Pero entiende que "ning¨²n proyecto de reintroducci¨®n de una especie puede hacerse en contra de la poblaci¨®n local". Por este motivo, sugiri¨® que algunos pescadores podr¨ªan cambiar de actividad para dedicarse al turismo relacionado con la fauna marina. Algo similar, dice, a lo que ya ocurri¨® con las Illes Medes desde que fueron declaradas zona protegida en 1990.
El director de Territorio y Paisaje asegura, adem¨¢s, que la llegada de la foca monje a la costa catalana no tendr¨ªa efectos negativos sobre especies aut¨®ctonas porque, de hecho, es una especie propia acostumbrada a vivir en medios c¨¢lidos.
La foca monje del Mediterr¨¢neo podr¨ªa jugarse parte de su futuro en este proyecto. Sus dos especies hermanas, la foca monje de Hawai y la del Caribe, tambi¨¦n han estado en riesgo de extinci¨®n, pero han seguido caminos distintos. La primera ha logrado recuperarse. Gracias a intensas campa?as de conservaci¨®n en Estados Unidos, ahora quedan unos 2.000 ejemplares de la foca de Hawai. La segunda, la del Caribe, ha tenido menos suerte: desapareci¨® en los a?os cincuenta.
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