20 buenos a?os
Los 20 a?os de Espa?a en la hoy Uni¨®n Europea que se cumplen con el comienzo del a?o, han sido los m¨¢s fruct¨ªferos de la historia de este pa¨ªs. "Espa?a es el problema y Europa la soluci¨®n", dictamin¨® de forma premonitoria Ortega y Gasset a principios del siglo pasado, mucho antes de que la integraci¨®n europea que conocemos se hubiera puesto en marcha, un tren que perdimos cuando sali¨® en 1950 debido a la dictadura. El europe¨ªsmo fue una se?a de identidad de los dem¨®cratas y la democracia se construy¨® mirando a Europa como marco de integraci¨®n y como modelo de democracia. El camino no fue corto ni f¨¢cil, pero el anhelo se convirti¨® en un instrumento b¨¢sico para la modernizaci¨®n pol¨ªtica, social y econ¨®mica de la Espa?a democr¨¢tica.
El ingreso en las Comunidades Europeas ha sido la historia de un ¨¦xito, no exento de esfuerzo. Espa?a no s¨®lo tuvo que adaptarse a la Europa existente el 1 de enero de 1986, sino que se sum¨® al proyecto de mercado ¨²nico en curso y luego al de la moneda com¨²n. Es decir, tres dif¨ªciles retos consecutivos, acometidos con ¨¦xito y con un amplio consenso pol¨ªtico y social. Tambi¨¦n ayudaron los fondos europeos, que en estos a?os han supuesto una aportaci¨®n neta anual superior al 1% del PIB. Esta ¨¦poca empieza gradualmente a tocar a su fin, fruto del ¨¦xito econ¨®mico de Espa?a, cuya renta ya se acerca, y en algunas regiones supera, la media comunitaria. Espa?a, contrariamente a Italia, ha utilizado bien estos y otros fondos para lograr que algunas de sus regiones y sectores salieran del c¨ªrculo vicioso de la pobreza. Ahora le corresponde a los nuevos miembros, m¨¢s necesitados, beneficiarse de la pol¨ªtica de cohesi¨®n econ¨®mica y social que impuls¨® Espa?a. Y ¨¦sta, en estos a?os venideros, ha de adaptarse al nuevo reto de la competencia de estos nuevos socios, aprender a aprovechar su mercado, y en general dar respuestas a la globalizaci¨®n con una apuesta por la modernizaci¨®n tecnol¨®gica. Los pr¨®ximos 20 a?os en la UE pueden ser a¨²n mejores si sabemos hacerlo bien. En todo caso, ser¨¢n diferentes.
En estas dos d¨¦cadas, Espa?a ha vivido cinco cambios de Tratados fundamentales de la UE: el Acta ?nica, el Tratado de la Uni¨®n Europea, los de Amsterdam y Niza, y la Constituci¨®n Europea, aprobada por refer¨¦ndum en Espa?a pero cuyo destino es incierto tras el no de franceses y holandeses. La Constituci¨®n espa?ola de 1978 no ha cambiado, y sin embargo, la creciente imbricaci¨®n en la UE plantea nuevos retos no contemplados antes del ingreso ni del desarrollo de la Uni¨®n, entre ellos la articulaci¨®n, sin duda compleja, entre el Estado de las Autonom¨ªas y la integraci¨®n europea. La pol¨ªtica europea es hoy una dimensi¨®n, entre la nacional y la internacional, para Espa?a y para todos sus socios. Aunque no pierdan en importancia nuestras relaciones con Am¨¦rica Latina o con el Magreb -que Espa?a ha sabido impulsar en la UE- Europa es ya parte indisoluble del ser de Espa?a, y Espa?a de la nueva Europa.
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