El hombre que soborn¨® a Washington
Jack Abramoff amenaza con destapar un enorme esc¨¢ndalo de corrupci¨®n pol¨ªtica
Jack Abramoff se ve¨ªa a s¨ª mismo como el fr¨ªo Michael Corleone de El Padrino. Ante sus colegas, le gustaba imitar al personaje cinematogr¨¢fico cuando ¨¦ste respond¨ªa a alg¨²n pol¨ªtico corrupto que le exig¨ªa una parte de las ganancias de la Mafia: "Senador, puedo contestarle ahora mismo. Mi oferta es: nada".
Jack Abramoff, de profesi¨®n lobbista, es la figura central de lo que podr¨ªa ser el mayor esc¨¢ndalo del Congreso de EE UU en varias generaciones. El hombre con mejores conexiones en el Capitolio se declaraba el pasado martes culpable de tres delitos: evasi¨®n de impuestos, conspiraci¨®n y corrupci¨®n p¨²blica. La cuesti¨®n que ayer resonaba en la capital de la naci¨®n era cu¨¢ntas carreras m¨¢s caer¨¢n. Abramoff se enfrenta a una condena de 10 a?os de c¨¢rcel tras el acuerdo para declarar contra sus colegas alcanzado con la fiscal¨ªa.
Una reconstrucci¨®n de la ascensi¨®n y ca¨ªda de Abramoff realizada por el diario The Washington Post la semana pasada muestra sus dotes como habilidoso negociador que explot¨® la maquinaria del poder hasta sus l¨ªmites y pisote¨® las normas de c¨®mo hacer negocios en Washington, en ocasiones en beneficio de sus clientes, pero en la mayor¨ªa de los casos para servir a sus propios intereses y ambiciones. Busc¨® Abramoff construir la mayor cartera de clientes que nunca tuvo un grupo de presi¨®n en Washington. Y casi lo consigui¨®. Abri¨® dos restaurantes a la vuelta de la esquina del Capitolio, compr¨® una flota de barcos casino, produjo dos pel¨ªculas en Hollywood, so?¨® con tener su propio equipo deportivo y fue un generoso benefactor en la comunidad jud¨ªa al inaugurar una escuela religiosa para varones en Maryland.
Abramoff, de 47 a?os, est¨¢ ¨ªntimamente ligado al llamado Proyecto de la calle K (calle donde se congregan la mayor¨ªa de lobbies de Washington), puesto en marcha por su aliado pol¨ªtico -que no amigo- Tom DeLay, republicano de Tejas, que dej¨® su puesto de l¨ªder de la mayor¨ªa de la C¨¢mara de Representantes acusado de lavado de dinero. El proyecto naci¨® como un agresivo programa para forzar a las empresas y asociaciones a contratar en sus filas m¨¢s lobbistas cercanos al Partido Republicano, pero pronto se convirti¨® en lugar de relaci¨®n entre miembros del Congreso y firmas que buscaban influenciarlos. Abramoff representaba el ejemplo extremo del tipo de influencia que creci¨® a la sombra del Partido Republicano una vez que ¨¦ste tom¨® el control de la C¨¢mara de Representantes, hace 11 a?os. Seg¨²n informaba ayer el Post, algunos estrategas del partido del presidente George W. Bush temen que el caso Abramoff impida mantener el control del Congreso en las elecciones de noviembre. Abramoff ofrec¨ªa empleos y otros favores -viajes, entradas para costosos eventos deportivos, comidas en restaurantes de lujo- a congresistas y funcionarios del Ejecutivo, y consegu¨ªa cargos p¨²blicos para sus propios socios a cambio de influencia.
Con la ayuda de Grover Norquist, Abramoff se asegur¨® un lugar destacado en el equipo de transici¨®n del Departamento de Interior cuando George W. Bush fue elegido presidente en 2000. Pero al a?o siguiente comenz¨® su ca¨ªda en desgracia.
Abramoff ten¨ªa, adem¨¢s, un problema que pocos conoc¨ªan. Junto con otro viejo amigo hab¨ªa comprado en el a?o 2000 una flota de barcos casino en Florida. En 2004 entraba en quiebra y fue demandado por los prestamistas, acusado de falsear una transferencia por las decenas de millones de d¨®lares que hab¨ªa prometido poner en el negocio. Su socio, Michael Scanlon -ex jefe de prensa de DeLay-, admiti¨® haber planeado junto con Abramoff desviar los millones de d¨®lares recaudados de tribus indias que buscaban atenci¨®n pol¨ªtica en sus fraudulentas operaciones de juego. La persona que les vendi¨® los casinos, Konstantinos Gus Boulis, apareci¨® muerto en el m¨¢s puro estilo de la Mafia. No en vano, un asociado de la familia Gambino est¨¢ entre los detenidos por la muerte de Boulis.
Bajo el escrutinio de los tribunales se encuentran ahora sus socios m¨¢s cercanos y al menos media docena de congresistas, entre los que est¨¢n DeLay, Robert Ney, John Doolittle y el senador Conrad Burns. Pero la Galaxia Abramoff se extiende por todo Washington. La pregunta que aterroriza a la capital es cu¨¢nto y hasta d¨®nde.
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