Israel, sin Sharon
Incluso si Ariel Sharon sobreviviera a su derrame cerebral, que le mantiene entre la vida y la muerte, es pr¨¢cticamente seguro que no podr¨¢ volver a ejercer como primer ministro de Israel. Su salida del escenario pol¨ªtico agrava la incertidumbre sobre el futuro de su pa¨ªs, que ya era m¨¢xima desde su decisi¨®n de abandonar el Likud y crear un nuevo partido, Kadima (Adelante), con el que pensaba presentarse a las elecciones del 28 de marzo.
S¨²bitamente, los desahuciados dejan de estar en respiraci¨®n asistida, y los que acariciaban la idea de que los necesitara Sharon para un Gobierno de coalici¨®n sue?an con ser ellos los que organicen ese Gabinete. En el primer caso est¨¢ Benjam¨ªn Netanyahu, que dirige el Likud, en la extrema derecha, y en el segundo, Amir Peretz, el sindicalista que en noviembre fue elegido jefe del laborismo. Antes del cambio de guardia en este partido, que fue central en la fundaci¨®n del Estado de Israel en 1948 y pieza clave de Gobierno en las tres d¨¦cadas siguientes, los laboristas ocupaban 19 esca?os de los 120 del Knesset; con Sharon en activo, se le atribu¨ªan 23 o 24 en los pr¨®ximos comicios; y hoy cualquier ilusi¨®n le est¨¢ permitida. Lo propio pasa en el Likud, al que ninguna encuesta daba m¨¢s de 12, y que ahora cree estar de vuelta en la primera casilla del juego. El futuro se ha abierto de repente a todos.
Todo ello equivale a suponer que el partido de Sharon, con el l¨ªder fuera de la partida, se convierte en una formaci¨®n de centro m¨¢s de las varias que en los ¨²ltimos a?os han intentado abrir por la mitad el mel¨®n de la paz con el pueblo palestino. Su sucesor por cuesti¨®n de jerarqu¨ªa, Ehud Olmert, es todo lo gris que exig¨ªa la exuberante personalidad del l¨ªder, y Sim¨®n Peres, que tambi¨¦n se fug¨® al Kadima desde el laborismo, es a¨²n mucho m¨¢s inveros¨ªmil como conductor de partido; ¨¦l, que jam¨¢s ha ganado una elecci¨®n al gobierno del Estado.
?se es el legado de Sharon. Un cierto camino recorrido hacia la paz, pero en versi¨®n ultrasionista, la de los vencedores; un mapa pol¨ªtico que se estremece a cada uno de sus movimientos y cambia de coloraci¨®n cuando su inspiraci¨®n se extingue; y un pueblo palestino que, all¨¢ al fondo, contempla tan notables maniobras, pregunt¨¢ndose qu¨¦ saca ¨¦l de todo esto.
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