Viaje a ninguna parte
EVO MORALES se ha presentado en Madrid con un jersey a rayas. Por fin, la izquierda irredenta tiene un mito en Latinoam¨¦rica que no viste uniforme militar. Por mucho que Evo Morales se alinee con Castro y con Ch¨¢vez, siempre le distinguir¨¢ la manera de vestir. Nunca he acabado de entender por qu¨¦ los galones militares fascinan tanto a cierta izquierda. Supongo que Freud encontrar¨ªa una explicaci¨®n f¨¢cil por la v¨ªa de la sublimaci¨®n de la impotencia.
Lo cierto es que Evo Morales llega en un momento clave. Desde que en los a?os ochenta empez¨® en Latinoam¨¦rica el barrido general de reg¨ªmenes dictatoriales, con m¨¢s o menos dificultades la democracia se ha ido consolidando en la regi¨®n. Forma parte de las peculiaridades de la zona que mientras en el Este europeo se hund¨ªan todos los reg¨ªmenes de tipo sovi¨¦tico en Latinoam¨¦rica la ¨²nica dictadura que perviv¨ªa era el inefable comunismo de Fidel Castro. No es una dato irrelevante.
Latinoam¨¦rica se fue incorporando a la llamada transici¨®n liberal. Los reg¨ªmenes democr¨¢ticos nacientes estuvieron en manos de las oligarqu¨ªas tradicionales, en pa¨ªses de enormes desigualdades en que las clases dirigentes son muy endog¨¢micas. Aferrados a las recetas que ven¨ªan del FMI, los nuevos gobernantes fueron incapaces de conseguir avances en cohesi¨®n social y mejora de la situaci¨®n de las mayor¨ªas. La corrupci¨®n, en pa¨ªses en que la pol¨ªtica todav¨ªa es una forma de hacer fortuna, puso el resto. Ante el descr¨¦dito de las clases dirigentes, el populismo encontr¨® su oportunidad. Y as¨ª empezaron a aparecer dirigentes, sin relaci¨®n con la cumbre de la pir¨¢mide social, que lideraron amplios movimientos como alternativa a los dirigentes tradicionales. Los problemas son de tal magnitud que, para seducir a la ciudadan¨ªa, a menudo han hecho promesas imposibles. Y la esencia del populismo es ¨¦sta: prometer lo que se sabe que no se podr¨¢ cumplir. De modo que cuando llegan al poder s¨®lo tienen dos posibilidades: o afrontar el desgaste de una pol¨ªtica realista o alternar algunos gestos m¨¢s demag¨®gicos que efectivos con un aumento de los mecanismos de control social y con el clientelismo popular.
La llegada de Lula al poder en Brasil, el gigante de la zona, abri¨® la esperanza de que una izquierda anclada en las tradiciones obreristas, pero con cierta capacidad de innovaci¨®n, se consolidara como referencia en Latinoam¨¦rica. Pero Lula apost¨® por el realismo econ¨®mico, para evitar que los poderes del dinero le descarrilaran la econom¨ªa, y dej¨® de lado las pol¨ªticas contra la desigualdad que son imprescindibles si realmente se quiere estabilizar a estos pa¨ªses. Al mismo tiempo, el PT se hundi¨® en el pantano de la corrupci¨®n. Con lo cual buena parte de la esperanza se desvaneci¨® en el aire.
La consecuencia del fracaso brasile?o es que, en el momento en que el giro a la izquierda marca el paso de las democracias latinoamericanas, los uniformados Castro y Ch¨¢vez, que es el que con su ayuda permite que el r¨¦gimen cubano mantenga las constantes vitales, vuelven a ser los iconos referenciales. Y Evo Morales corre raudo a fotografiarse con ellos, porque sabe que Ch¨¢vez por lo menos tiene petr¨®leo y que la demagogia anti-imperialista todav¨ªa motiva a una parte del personal.
Con Lula y Kirchner parec¨ªa que, por fin, Latinoam¨¦rica estaba en condiciones de avanzar hacia algo que s¨®lo tiene Chile: una izquierda reformista, capaz de gobernar con estabilidad. Pero la realidad de estos pa¨ªses ha hecho que una vez m¨¢s la hip¨®tesis socialdem¨®crata no consiga encarnarse en Latinoam¨¦rica. La fractura es demasiado grande. Y las capas medias demasiado peque?as. En Bolivia, apenas un 20% de la poblaci¨®n vive en condiciones de bienestar. En la mayor¨ªa de estos pa¨ªses la mitad de la poblaci¨®n vive bajo m¨ªnimos. Y la movilidad social es pr¨¢cticamente nula. En veinte a?os, nada se ha hecho para que esto cambie. La imposici¨®n de recetas emanadas de la ortodoxia financiera internacional, ajenas a los problemas y peculiaridades de cada pa¨ªs, ha provocado situaciones explosivas que ahora pasan factura a Estados Unidos y a los gobernantes que practicaban la obediencia debida. Latinoam¨¦rica necesita una terapia de choque contra la desigualdad, que requiere imaginaci¨®n e inversi¨®n. Por ejemplo, otorgar derechos de propiedad en determinados suburbios. Y mientras las clases dirigentes se parapeten en sus condominios y se nieguen a afrontar estos problemas, no es extra?o que el giro a la izquierda lo capitalice el populismo. Es otro viaje a ninguna parte.
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