Los humos que tratan de burlar la ley
Bromistas, pitillos en el ba?o y fumadores desabastecidos. "?Se puede fumar aqu¨ª?", es la pregunta de la primera semana de la ley antitabaco
"?Aqu¨ª se puede fumar?". Es, con diferencia, la pregunta m¨¢s repetida de la semana. En los primeros siete d¨ªas sin humo, tras la entrada en vigor de la ley antitabaco el pasado uno de enero, no puede decirse que haya habido graves incidentes aunque s¨ª multitud de an¨¦cdotas, trampas, despistes, malos entendidos, algunos malos humos y alguna denuncia.
En cuesti¨®n de d¨ªas los establecimientos se han llenado de carteles que proh¨ªben o permiten fumar con arreglo a la misma ley. Los comentarios y bromas callejeras no dejan de sucederse.
Escena uno. En un bar de M¨¢laga de m¨¢s de 100 metros cuadrados est¨¢ permitido fumar en la barra pero dentro, en el comedor, no. Una fumadora dice que quiere comer en la barra y el camarero responde que no, que se come en el comedor. Ella y sus acompa?antes acceden a entrar. Al terminar de comer, ella le pregunta insistente al camarero: "?Puedo fumar?". Y ¨¦ste responde: "?Ha visto usted a la polic¨ªa por alguna parte? Pues ?fume, mujer!, ?fume!". Ella, precavida, interroga a los vecinos de mesa: "?Les importa que fume?". Y ¨¦stos responden: "Est¨¢bamos esperando a que alguien se encendiera un pitillo para encendernos uno."
Hubo seis denuncias en toda la semana por vender tabaco en locales que no pod¨ªan
Un cliente de un bar le ofrece un cigarro a otro. Le estalla al encenderlo. El generoso desaparece
Y es que la eficacia de la aplicaci¨®n de la ley parece que radica en que los inspectores son los propios ciudadanos conocedores de sus derechos y obligaciones, y divididos en fumadores y no fumadores. No importa que haya un inspector o un polic¨ªa. Por regla general, no fuma quien se siente sujeto al juicio ajeno y prev¨¦ que le puede caer un rapapolvo, con todas las de la ley, de todos aquellos que no fuman.
Otra prueba de ello es la lecci¨®n en forma de broma gastada por el cliente de un bar almeriense a otro cliente. Escena dos. Uno le ofrece un cigarrillo a otro y el segundo lo rechaza amablemente y asegura que es uno de los espa?oles que lo ha dejado. La misma oferta se la hace a otro cliente. ?ste s¨ª coge el cigarrillo. Un minuto m¨¢s tarde le estalla en la boca en forma de petardo. El generoso cliente que repart¨ªa cigarrillos ha desaparecido y al primero que hab¨ªa rechazado la oferta se le atraganta la cerveza en una carcajada.
Pero por muy cacareada que ha sido la reciente legislaci¨®n, pocos se han le¨ªdo el contenido de la norma de arriba abajo, pese a que, ya se sabe, la ignorancia no exime del cumplimiento de la ley. Los bares, aparte de "lugares gratos para conversar", lo eran tambi¨¦n para fumar. Los que tienen m¨¢s de 100 metros cuadrados ya saben que tienen que dividir f¨ªsicamente las ¨¢reas: una para fumadores y otra para no fumadores, para lo cual tienen ocho meses de plazo y... ?entre tanto? Pues hay de todo. Aunque la ley les obliga a anunciar desde el 1 de enero cu¨¢les son las zonas para fumar y cuales no, algunos dejan fumar a discreci¨®n haciendo la vista gorda.
En los de menos de 100 metros la elecci¨®n corre a cargo del due?o. Y, en estos casos, se han ensayado todo tipo de f¨®rmulas para decidirse. Hay quienes han optado por la opci¨®n refer¨¦ndum, haciendo una encuesta y votaci¨®n posterior entre sus clientes. Hay quienes lo han decidido sin preguntarle ni a sus empleados. Y hay quienes han preferido lavarse las manos y optado porque el primer cliente del a?o nuevo fuese quien decidiera.
"He preferido que se puede fumar en mi bar porque creo que es conveniente y punto", dice F¨¦lix, no sin cierto enojo, al ser preguntado por el cartel que hay colgado en la puerta de su cafeter¨ªa en el barrio de Salamanca de Madrid. ?l no fuma y su empleada tampoco. "Es el pan de mi mujer y de mis hijos. Ya nos han pegado el hachazo, ??qu¨¦ nos vienen a preguntar ahora?!". Felix ha hecho lo que la mayor¨ªa de los locales de menos de 100 metros. Casi todos permiten fumar, porque no supone ning¨²n cambio con respecto a la situaci¨®n anterior. S¨®lo aquellos m¨¢s selectos o particulares (vegetarianos, restaurantes de cocina creativa), que ya ten¨ªan seleccionada a su clientela, se han sumado adem¨¢s a ser un espacio libre de humos.
Estas decisiones ya han supuesto cambios en la agenda de algunos. Ya hay quien ha recibido un mensaje a ¨²ltima hora en el que se cambiaba el lugar de la cita para una cena por el bar de enfrente, porque en el elegido inicialmente "resulta que no se puede fumar".
Y, pese a que las encuestas dicen que el 77,2% de los espa?oles apoya la ley, los fumadores se resisten y hacen trampas. Escena tres. Cerca de aquel ¨²ltimo restaurante hay un centro m¨¦dico del que salen enfermeras y doctores conversando. En el hospital, y quiz¨¢ con mayor motivo que en cualquier otro sitio aunque los m¨¦dicos no siempre prediquen con el ejemplo, est¨¢ prohibido fumar. Sin embargo, a la salida, varios m¨¦dicos residentes comentan entre risas la encerrona de ese d¨ªa en la antesala del quir¨®fano, donde muchos de ellos se han estado fumando los cigarrillos doblados. Quiz¨¢ aquella acabe siendo la sala de fumadores "clandestina". No ser¨¢ la ¨²nica. En estos d¨ªas v¨ªsperas de Reyes, bastaba darse un paseo por los ba?os de alg¨²n importante centro comercial, para percatarse de que m¨¢s de una se hab¨ªa echado un pitillo en esas dependencias.
Ni las farmacias ni los estancos han tenido tiempo todav¨ªa de hacer sus c¨¢lculos. Pero las primeras aseguran que han aumentado las consultas acerca de tratamientos para dejar de fumar y, sobre todo, las ventas de chicles y pipas de mentol. Lo mismo ocurre, seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), en los centros de atenci¨®n primaria, donde se han registrado 25.000 consultas diarias para dejar de fumar. Y los estanqueros, aunque aseguran que "el que fuma seguir¨¢ fumando", manifiestan haber notado un leve descenso en las ventas ya en esta primera semana, aunque han detectado un incremento en las ventas de las nuevas marcas de tabaco que ofrecen paquetes de 20 cigarrillos por menos de dos euros.
Los que parece que no se enteran, no se sabe si por el idioma o porque prefieren no hacerlo, son los ciudadanos chinos que regentan peque?os comercios de comestibles en los que tradicionalmente se vend¨ªa tabaco. Ahora, seg¨²n la ley, s¨®lo se puede vender tabaco en los estancos y los locales donde se pueda fumar mediante m¨¢quinas expendedoras habilitadas al efecto. Pero en muchos, siguen despachando paquetes, que no est¨¢n a la vista, argumentando que son los ¨²ltimos que les quedan y no los van a tirar.
Pese a estas trampas, las denuncias han sido muy escasas. Apenas se ha sabido de seis en toda la semana. Dos de ellas en Roquetas de Mar (Almer¨ªa), contra locales que supuestamente vend¨ªan tabaco ilegalmente. Y otros cuatro por lo mismo en Catalu?a, aunque sin sanci¨®n.
Los malos entendidos y los despistes se ha sucedido. Decenas de fumadores han acudido a los locales "de siempre" a comprar un paquete de cigarrillos y se han encontrado con que ya no hay. Otros han parado en gasolineras para comprar ese paquete que les amenice el viaje y se han encontrado con que tampoco. Incluso hay quien no ha encontrado a la cajera porque estaba fumando en la parte de atr¨¢s (de la gasolinera).
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