La piel del bosque
La conservaci¨®n de los alcornocales depende de la fabricaci¨®n de tapones de corcho
Durante estas fechas se descorchar¨¢n en Andaluc¨ªa cientos de miles de botellas de vino. Esta acci¨®n festiva es mucho m¨¢s trascendente de lo que aparenta, porque de ella depende el mantenimiento de algunos ecosistemas caracter¨ªsticos del bosque mediterr¨¢neo. El 75% de los ingresos que genera una explotaci¨®n de alcornoques bien gestionada procede del corcho que se le extrae peri¨®dicamente, y la fabricaci¨®n de tapones concentra el 85% del negocio asociado a este producto vegetal, porcentaje que se eleva hasta el 90% si la rentabilidad la medimos en puestos de trabajo.
Es decir, si la demanda de tapones de corcho decrece lo que peligra es algo m¨¢s que una industria, es el propio mantenimiento de una de las parcelas m¨¢s valiosas de nuestro patrimonio forestal. De los dos millones y medio de hect¨¢reas que el alcornoque ocupa en el planeta, 500.000 se localizan en Espa?a y de ellas pr¨¢cticamente la mitad se encuentran en Andaluc¨ªa, regi¨®n en la que se producen, como media, unas 40.000 toneladas de corcho al a?o.
En algunos pa¨ªses hace tiempo que empezaron a utilizarse tapones fabricados con otros materiales, como pl¨¢sticos o metales, y esta corriente est¨¢ penetrando ya en el mercado espa?ol. Por este motivo, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF-Adena) se decidi¨® a lanzar una campa?a en defensa del corcho como materia prima, campa?a que, si bien se inici¨® a comienzos de verano, se acaba de reforzar coincidiendo con la celebraci¨®n en Madrid, a finales de noviembre, del Sal¨®n Internacional del Vino.
A juicio de Raquel G¨®mez, coordinadora del Programa para la Conservaci¨®n de los Alcornocales de esta organizaci¨®n, "es muy importante que las bodegas sepan que, con su decisi¨®n de elegir un tipo de tap¨®n u otro, est¨¢n influyendo en el futuro de los alcornocales y de las especies asociadas a ellos, algunas tan valiosas y amenazadas como el ¨¢guila imperial, la cig¨¹e?a negra o el lince".
Comerciantes
Al mismo tiempo que se reclama el compromiso de las bodegas, tambi¨¦n se solicita una acci¨®n decidida por parte de los comerciantes, "que deber¨ªan dar prioridad a la venta de aquellas botellas en las que se utilizan tapones de corcho, informando a los clientes sobre las ventajas que ofrece este material".
La campa?a no s¨®lo se desarrolla en los pa¨ªses productores de corcho, como Espa?a, Portugal, Marruecos y T¨²nez, sino que tambi¨¦n incluye diferentes acciones en aquellos otros que se caracterizan por su alto consumo de vino, como es el caso del Reino Unido. En todos ellos se cuenta con la ventaja a?adida de la opini¨®n que han expresado los consumidores cuando, en diferentes sondeos, se les ha preguntado a prop¨®sito del material que prefieren, como materia prima, en la elaboraci¨®n de los tapones: entre un 80% y 99% de los encuestados se pronuncia a favor del corcho.
Aunque la mayor¨ªa de los consumidores no lo saben, esta preferencia tiene fundamentos cient¨ªficos, ya que el corcho, a diferencia de los metales, los pl¨¢sticos o el vidrio, mantiene una relaci¨®n din¨¢mica con el vino. "El corcho", explica WWF-Adena, "contribuye a una m¨¢s compleja maduraci¨®n del vino, al cederle compuestos org¨¢nicos vol¨¢tiles que enriquecen su olor y su sabor, como es el caso de la vanilina, los elaginatos o las antocianinas, que migran del tap¨®n al vino".
Existen, incluso, razonamientos que entran dentro del campo de la salud, tambi¨¦n relacionados con esa curiosa interacci¨®n que se produce entre dos elementos naturales. "Investigaciones recientes han demostrado que los polifenoles pasan del corcho al vino, y ¨¦stos son compuestos antioxidantes, que contribuyen a reducir el riesgo cardiovascular y que retrasan ciertas enfermedades degenerativas".
Pero al margen de estos argumentos, que inciden en la propia calidad de la bebida o en sus beneficios para la salud, la campa?a busca profundizar en los motivos ambientales, a¨²n m¨¢s ocultos que los anteriores. "Los materiales artificiales", advierte WWF-Adena, "no son renovables, su producci¨®n es m¨¢s contaminante y precisa de un mayor consumo de energ¨ªa, mientras que el corcho es natural, renovable y biodegradable". El aprovechamiento que se hace de los alcornocales para surtir a esta industria es claramente sostenible, puesto que los ¨¢rboles no han de cortarse, sino que, cada nueve a?os, como muy pronto, se descorchan. Si se quiere fabricar tapones habr¨¢ que esperar hasta el tercer descorche, buscando unas determinadas caracter¨ªsticas naturales, por lo que los ¨¢rboles han de tener, para esta finalidad, un m¨ªnimo de 40 a?os. Puesto que un alcornoque llega a vivir entre 170 y 200 a?os, cada ¨¢rbol puede descorcharse, para alimentar a esta industria, unas 15 veces.
sandoval@arrakis.es
Los males inventados
No parece que el auge de los tapones artificiales se deba a una cuesti¨®n de ahorro, ya que, en la mayor¨ªa de los casos, el coste del corcho no es superior al de otros materiales. Tampoco se sostiene el argumento de que, quiz¨¢, la producci¨®n global de los alcornocales no pueda cubrir la demanda creciente del sector vitivin¨ªcola. Este tipo de explotaciones, sin embargo, est¨¢n lejos de alcanzar sus m¨¢ximos niveles de productividad, ya que mientras en Portugal se obtienen unos 158 kilos de corcho por hect¨¢rea y en Espa?a alrededor de 107 kilos, en Marruecos y Argelia las cifras caen hasta los cuatro y dos kilos, respectivamente, cuando ambos pa¨ªses africanos suman una superficie de alcornocales de m¨¢s de 800.000 hect¨¢reas.
"De estas consideraciones", concluye WWF-Adena, "se deduce que con una gesti¨®n mejorada los alcornocales del mundo tendr¨ªan capacidad suficiente para abastecer a una industria embotelladora enormemente mayor que la actual". Si a pesar de estos razonamientos, el corcho est¨¢ perdiendo cuota de mercado a favor del pl¨¢stico o los metales, se debe, en cierta medida, a lo que est¨¢ organizaci¨®n conservacionista denomina "males inventados", que publicitan, "injustamente, aquellas industrias que fabrican otro tipo de tapones".
Uno de estos bulos es el que atribuye al corcho, en exclusiva, la presencia en el vino de olores o sabores indeseables. En realidad lo que contamina el vino son los cloroanisoles, compuestos que confieren a la bebida un desagradable y penetrante olor a moho. Es cierto que estos compuestos pueden estar presentes en el corcho, pero tambi¨¦n pueden aparecer por la contaminaci¨®n del propio vino o de algunos elementos de la bodega.
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