Evo y la tierra
No sabemos a ciencia cierta el porcentaje de ciudadanos quechuas y aymar¨¢s que habitan en la alta cuenca del lago Titicaca, en la Provincia Oriental o en el Altiplano boliviano. En la Bolivia hispana, que no ve el mar porque le cortaron la vista al Pac¨ªfico sus vecinos tambi¨¦n hispanos, aymar¨¢s y quechuas eran sin duda mayor¨ªa hace m¨¢s de una d¨¦cada, y lo siguen siendo como puede constatar cualquier turista o viajero atento que visite aquel pobre y rico pa¨ªs, aquellas humildes y noblemente orgullosas gentes. A los de este lado del charco, el castellano, con frecuencia mejor hablado que en la vieja Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, nos une a quechuas y aymar¨¢s. Los valencianos, adem¨¢s, tenemos con ellos un rasgo hist¨®rico compartido: una lengua propia pr¨¢cticamente arrinconada durante los ¨²ltimos 500 a?os, y no tan s¨®lo debido a la presi¨®n for¨¢nea o al derecho de conquista de incas, tropas coloniales europeas, o soldados borb¨®nicos en Almansa. Sin olvidarse del valor del castellano como veh¨ªculo de comunicaci¨®n y cultura, entre quechuas y aymar¨¢s hubo en las ¨²ltimas d¨¦cadas una d¨¦bil pero palpable recuperaci¨®n de sus respectivas y milenarias lenguas propias. Unas lenguas que, como el valenciano, no desaparecieron casi por milagro, y con las cuales exist¨ªa la voluntad de escolarizar a los ni?os de piel bronceada y oscura, de pelo lacio y negro, de bellos rostros anchos y p¨®mulos pronunciados. De todo eso se habl¨® en Santa Cruz de la Sierra, en un encuentro de maestros y profesores preocupados por el biling¨¹ismo y el interculturalismo. Pero eso fue a comienzos de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado, cuando Evo Morales era un desconocido para todos.
Lo conocido de quechuas y aymar¨¢s, adem¨¢s de la precaria conservaci¨®n de sus lenguas, era su relaci¨®n con la pachamama, con la madre tierra en donde se vive, donde se pastorea o se siembran las semillas; una tierra que es el referente principal en aquellas comunidades porque da sus frutos para todos en forma de productos agrarios, o de petr¨®leo y gas natural que han de servir para un desarrollo econ¨®mico de los bolivianos; un desarrollo econ¨®mico, seg¨²n el aymar¨¢ Morales, distinto al poco respetuoso con la tierra que se ha dado en los pa¨ªses industrializados. Y se comprende por lo dem¨¢s que Evo quiera ser fiel y consecuente con quienes le votaron. A quechuas y aymar¨¢s se les oy¨® ya lamentarse hace unos a?os del empobrecimiento del suelo que ven¨ªan a representar las masivas plantaciones de eucaliptos australianos en sus cerros boscosos: ¨¢rboles extra?os a ellos y puestos al servicio de las multinacionales de la madera.
No cabe duda sobre el conocimiento que de su pueblo y de su tierra tiene el sereno Evo Morales. Su programa pol¨ªtico ha dicho que se basar¨¢ en las m¨¢ximas ancestrales de los pueblos ind¨ªgenas de Bolivia: no robar, no mentir, no ser perezoso y respetar la pachamama como hicieron sus antepasados. Una ¨¦tica p¨²blica nueva y vieja a la vez, que no se redact¨® en ning¨²n c¨®digo, como ese que quieren redactar los concejales de Castell¨®n para mejorar la convivencia pol¨ªtica en el municipio. Una ¨¦tica p¨²blica muy razonada que no incluye la palabra especulaci¨®n del suelo o destino del agua con que se riegan los f¨¦rtiles campos valencianos a otros usos relacionados con la sin raz¨®n del cemento o urbanizaciones vac¨ªas con golf y vistas al mar. Algunos Evos Morales necesitamos por aqu¨ª, serenos y no demasiado propensos a ilusionarse.
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