Abuso de poder
El 31 de julio de 1964, lanchas survietnamitas bombardearon dos islas del Norte, al tiempo que destructores norteamericanos -que hab¨ªan estado patrullando el golfo de Tonk¨ªn durante casi dos a?os- violaron el l¨ªmite de las 12 millas de las aguas territoriales norvietnamitas, que Washington no reconoc¨ªa. Dos d¨ªas despu¨¦s, seg¨²n la Casa Blanca, tres lanchas torpederas del Norte atacaron en aguas internacionales al destructor norteamericano Maddox. Conocido como "el incidente del golfo de Tonk¨ªn", supuso la entrada de los Estados Unidos en el conflicto, pues el 4 de agosto el presidente Johnson orden¨® el primer bombardeo contra territorio del Norte, y en 1965, el env¨ªo a la zona de 200.000 soldados.
El 7 de agosto, por 88 votos contra 2, los de los dem¨®cratas Morse y Gruening, el Senado autoriz¨® al presidente a "tomar todas las medidas necesarias para rechazar cualquier ataque contra las fuerzas de los Estados Unidos". La resoluci¨®n era tan vaga que, posteriormente, cuando diversos senadores protestaron por el uso, y abuso, que el presidente hizo de la misma, ¨¦ste pudo decir que el Parlamento le hab¨ªa dado un cheque en blanco para actuar en Vietnam. El senador Morse denunci¨® que los bombardeos ordenados violaban el derecho internacional y constitu¨ªan un paso grave en la escalada de la guerra y diversos medios comenzaron a cuestionar lo que realmente hab¨ªa sucedido en Tonk¨ªn. En 1967, Charles Bartlett, corresponsal de guerra, escrib¨ªa que "ahora aparece como dudoso si los incidentes en virtud de los cuales se efectuaron los primeros bombardeos contra Vietnam del Norte los caus¨® realmente el enemigo". Pocas dudas caben en 2006, con muchos de los documentos de Vietnam desclasificados, aunque no todos accesibles debido a otra forma de abuso de poder de la Administraci¨®n de Bush. Como recuerda Frank Rich (International Herald Tribune, 28-11-05), "la Agencia Nacional de Seguridad no har¨¢ p¨²blico un hist¨®rico informe de 2001 sobre c¨®mo funcionarios norteamericanos distorsionaron la informaci¨®n de 1964 a prop¨®sito del incidente del golfo de Tonk¨ªn. Y no lo har¨¢ porque teme que ello pudiera dar lugar a inc¨®modas comparaciones sobre las maniobras de la Casa Blanca de entonces y la de hoy para propiciar una guerra".
Las presidencias del dem¨®crata Johnson y del republicano Bush son comparables por los "errores" y los desafueros cometidos, si bien esta ¨²ltima se lleva la palma. Una y otra han puesto de manifiesto un d¨¦ficit democr¨¢tico que auspicia el abuso de poder. Bush sobresale porque el suyo es notorio, como el de Johnson, en pol¨ªtica exterior, pero tambi¨¦n en la interior. Es m¨¢s, tras el "error" de Tonk¨ªn, Lyndon Johnson supo reaccionar cuando en marzo de 1968 reuni¨® en la Casa Blanca a un grupo de "hombres sabios" que le convencieron de que la guerra era inganable y comenz¨® a preparar la retirada. Al d¨ªa de hoy -en parte debido a la nefasta influencia del vicepresidente Cheney-, una escena similar en la Casa Blanca de Bush es impensable. Dada la talla de uno y otro, no es concebible que, para salir del hoyo, George Bush adopte iniciativas similares a la de Franklin Roosevelt, que sol¨ªa provocar puntos de vista enfrentados entre sus diversos asesores para escoger la mejor alternativa. No desde luego en la actual Casa Blanca, donde, al parecer, el desacuerdo equivale a deslealtad. Habr¨ªa, empero, que recordar a Bush que un refr¨¢n norteamericano dice que, cuando te encuentras en un hoyo, lo mejor es dejar de cavar.
La responsabilidad hist¨®rica de Bush es ingente. Por machacar un pa¨ªs, cuya poblaci¨®n est¨¢ integrada por un 50% de ni?os y j¨®venes, con argumentos prefabricados rotundamente falsos y haber causado 40.000 muertos. Por propiciar unas elecciones que han dado la mayor¨ªa, contra los planes de Washington, a los partidos chi¨ªes amigos y aliados de los ayatol¨¢s de Ir¨¢n, a los que quiso hacer desaparecer en los a?os ochenta ali¨¢ndose precisamente con Sadam Husein. Por haber convertido Irak en un santuario terrorista (lo que antes de la invasi¨®n no era) y, en fin, por haber sentado las bases de la fragmentaci¨®n del Irak unitario en feudos sun¨ª, chi¨ª y kurdo. Dado el peso de Washington en el planeta, sus decisiones nos afectan a todos. Con su actuaci¨®n, Bush ha da?ado y menospreciado a las Naciones Unidas y degradado las Convenciones de Ginebra, organizaci¨®n e instrumentos jur¨ªdicos a cuya creaci¨®n y consolidaci¨®n como parte del nuevo derecho internacional Estados Unidos contribuy¨® brillante y activamente en los a?os cuarenta. Por eso, no es exagerado decir que el actual presidente ha logrado provocar en el mundo un sentimiento casi generalizado de desconfianza hacia los EE UU.
?En qu¨¦ consiste el d¨¦ficit democr¨¢tico interno de su Administraci¨®n? El vicepresidente Cheney, el ministro de la Guerra Rumsfeld y el grupo de intelectuales y pol¨ªticos ultraconservadores que les apoya llevaban a?os elaborando doctrina respecto a los poderes de la presidencia en pol¨ªtica exterior e interior. Con Bush y el 11-S pasaron a la pr¨¢ctica. En el documento refrendado por el presidente el 20-9-02 con el t¨ªtulo Estrategia de Seguridad de los Estados Unidos de Am¨¦rica se explicita que son la potencia destinada a dominar el mundo, arrog¨¢ndose el derecho a servirse de la guerra preventiva con el fin de conseguir tal prop¨®sito. Con tal documento, el flanco te¨®rico exterior quedaba cubierto. La pr¨¢ctica ser¨ªa la invasi¨®n de Irak. En lo dom¨¦stico, se trataba de reformar al m¨¢ximo el poder Ejecutivo, en detrimento del Legislativo y Judicial, hasta lograr que el primero careciera pr¨¢cticamente de contrapesos, algo sin precedentes en el sistema norteamericano, ni siquiera en tiempos de guerra verdadera. Cheney, que sostiene que la presidencia qued¨® muy afectada desde Nixon por causa del Watergate, ha liderado el proceso. Sin embargo, como dice el constitucionalista (asesor de Reagan) Bruce Fein, Bush ha heredado la presidencia m¨¢s fuerte desde Franklin Roosevelt.
Desde el 11-S y hasta ahora, Bush ha obtenido pr¨¢cticamente todo lo que ha solicitado de la opini¨®n p¨²blica, del Congreso, de los tribunales y de la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n, e incluso ha logrado que no hubiera contestaci¨®n sustancial a medidas ni siquiera discutidas en p¨²blico. Sin embargo, parece que las tornas est¨¢n cambiando y que tanto el presidente como el vicepresidente est¨¢n, por primera vez, a punto de encontrar la horma de sus respectivos zapatos. Ello se debe a varios factores, pero sobre todo a dos de ellos. Uno, no hay "misi¨®n cumplida" que valga en Irak, a pesar de lo proclamado hace mucho tiempo. Los soldados mueren casi a diario, y el futuro del pa¨ªs y de la zona es incierto. Dos, la econom¨ªa va mal. Bush ya hab¨ªa dilapidado en 2003 el super¨¢vit de 5.600 millones de d¨®lares heredado de la Administraci¨®n de Clinton y la pobreza ha aumentado casi un 10% desde que asumi¨® el cargo.
En 2003, Bush obtuvo un vergonzoso apoyo masivo del Con
-greso para atacar a Irak. S¨®lo el senador Byrd, clamando en el desierto, denunci¨® con genuina fuerza moral al Gobierno de Bush, "que ha transformado el paciente arte de la diplomacia en una sarta de amenazas, etiquetas y descalificaciones... La guerra debe ser siempre un ¨²ltimo recurso... Tengo que poner muy seriamente en duda el buen juicio de un presidente que es capaz de proclamar que un ataque militar a gran escala y sin mediar provocaci¨®n se inserta
[entre las m¨¢s elevadas tradiciones morales de nuestro pa¨ªs]". Loor a Robert Byrd, dem¨®crata por Virginia Occidental. En 2001, el Senado aprob¨® por 98 a 1 la tristemente famosa Ley Patri¨®tica, suma de abusos y conceptos jur¨ªdicos indeterminados, emparentada con la legislaci¨®n totalitaria de alta cuna. El pasado diciembre, la horma ha hecho que 42 senadores dem¨®cratas y 4 republicanos bloquearan la ley. Los republicanos comienzan a alarmarse ante la proximidad de elecciones al Congreso en 2006 y 2008, y temen que el super¨¢vit de Estado que hasta ahora han apoyado en la "guerra" contra el terrorismo sea visto por sus votantes como un d¨¦ficit en el ¨¢mbito de las libertades individuales. As¨ª, la Uni¨®n Conservadora Americana dice ahora que en estos aspectos "Bush ha ido demasiado lejos".
Aunque lo niegue, el presidente buscaba el mismo cheque en blanco que Johnson obtuvo en Vietnam. Pero, afortunadamente, los legisladores han comenzado a hablar. El dem¨®crata Patrick Leahy dice que "la Ley Patri¨®tica, poder sin pesos ni medidas, no nos hace m¨¢s seguros, sino menos, porque en ¨²ltima instancia uno est¨¢ seguro si las libertades b¨¢sicas est¨¢n garantizadas". Lo que no es precisamente el caso del instrumento totalitario cuya pr¨®rroga indefinida ha negado el Congreso. Basta mencionar algunos de los supuestos para evidenciar la tropel¨ªa jur¨ªdica que alberga. Por ejemplo, en lo dom¨¦stico define el terrorismo tan ampliamente que podr¨ªa incluir un mero acto de desobediencia civil como el corte de una carretera. Por otro lado, la ley contiene numerosos preceptos que poco o nada tienen que ver con el terrorismo. As¨ª, se configuran delitos nuevos sujetos a la pena de muerte y se sustrae a los tribunales federales la facultad de revisar sentencias equivocadas o viciadas emitidas en los diversos Estados en casos relacionados con la pena de muerte. Para colmo, el Ministerio de Justicia acaba de reconocer que el 88% de las ¨®rdenes de registro cursadas en virtud de la Ley Patri¨®tica lo han sido en casos que nada ten¨ªan que ver con el terrorismo.
No es, pues, extra?o que la expresi¨®n abuso de poder sea ya de utilizaci¨®n corriente en los medios. Si al anterior cap¨ªtulo a?adimos el esc¨¢ndalo de la deslocalizaci¨®n o subcontrataci¨®n de la tortura a otros pa¨ªses "amigos", la existencia de c¨¢rceles clandestinas en pa¨ªses "aliados" o el de las escuchas ilegales a miles de ciudadanos, la reacci¨®n de la sociedad norteamericana parece, al fin, estar servida. The Washington Post llama directamente a Cheney "vicepresidente para la tortura", al tiempo que Cheney -ante la ofensiva triunfante del senador republicano McCain para prohibir que se trate a los detenidos de modo "cruel, inhumano o degradante"- pide que se exima a la CIA de tales constricciones, con lo que la gente se pregunta: si no se practica la tortura, ?a qu¨¦ viene la petici¨®n de eximir a la CIA? El director de ¨¦sta, Porter Goss, quiere echar un capote y afirma que lo que su agencia hace con los prisioneros no es tortura. Es s¨®lo "creatividad", ya que se valen de "f¨®rmulas innovadoras", sentencia Goss con desparpajo.
Ante declaraciones tan sui g¨¦neris, varios republicanos, que temen perder votos a raudales, se rebelan ya abiertamente. El senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, que lo quiere volver a ser, dice que "no podemos convertirnos en una democracia en la que el fin justifique los medios". Son testigos de que un creciente n¨²mero de conciudadanos rechazan el desprecio con que la Administraci¨®n contempla temas fundamentales como el derecho y las libertades. Estos ciudadanos recuerdan que en el discurso inaugural de su segundo mandato, Bush aludi¨® a la fuerza de los ideales americanos, ideales que ellos interpretan no como la Casa Blanca, sino como la necesidad de enaltecer la democracia, la libertad y el imperio de la ley. Por algo la encuesta m¨¢s reciente revela que el 64% de la poblaci¨®n estima que la Administraci¨®n de Bush les enga?a para lograr sus propios fines. Alarmados por ello, estos d¨ªas Bush y Cheney prodigan sus apariciones intentando explicar lo inexplicable, al tiempo que claman a sus tropas que ganar¨¢n la guerra contra el terrorismo. At¨®nitos muchos ciudadanos por las supuestas declaraciones del inquilino de la Casa Blanca en el sentido de que Dios le orden¨® que pusiera fin a la tiran¨ªa en Irak, tal vez se pregunten por el sentido de su voto en los ¨²ltimos comicios cuando ven en los peri¨®dicos algunos chistes. Como ¨¦ste. Un asesor que lleva bajo el brazo la lista de bajas en combate dice a Bush: "Se?or presidente: cuando Dios le pidi¨® que invadiera Irak, ?le dio tambi¨¦n alguna idea sobre c¨®mo salir de all¨ª?". ?Victoria en Irak? Por el bien del pueblo americano, Bush, Cheney, Rumsfeld y los mal llamados neoconservadores har¨ªan bien en recordar lo que en su tiempo se dijo de otra victoria militar, la obtenida por Pirro, rey de Epiro, el a?o 279 antes de Cristo.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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