Ecologismo radical y antihumanismo
Los peri¨®dicos se han hecho eco de un acto celebrado recientemente en Ginebra, promovido por el Tribunal Internacional de Justicia de Derechos Animales. Ilustraba el mismo una imagen de Brigitte Bardot posando junto a una enorme foto en la que se ve una foca con un palo en la boca frente a un beb¨¦ humano mortalmente herido a golpes... se supone que por el animal. La moraleja del asunto es clara: se trata de sensibilizar al ciudadano respecto a una tesis defendida desde hace a?os por la ex actriz, para quien aniquilar a un beb¨¦ foca es moralmente equiparable a la aniquilaci¨®n de un beb¨¦ humano. Obviamente, se apunta a conseguir que la matanza gratuita de beb¨¦s foca sea no s¨®lo penalizada jur¨ªdicamente, cosa razonable, sino equiparada a un infanticidio, lo cual constituye un desprop¨®sito. Estoy seguro de que hasta los m¨¢s radicales defensores de los derechos de los animales (incluido Franz Weber, ecologista suizo y presidente del Tribunal Animal) habr¨¢n experimentado un inconfesado sentimiento de paralelismo abusivo ante la estremecedora imagen.
Es f¨¢cilmente comprensible que madame Brigitte Bardot (al parecer, compa?era sentimental de un militante lepenista) intente paliar con su compasi¨®n animalista una previsible deficiencia en lo que se refiere a la solidaridad con los miembros de su especie. El aut¨¦ntico esc¨¢ndalo reside en que tal actitud encuentra complicidad intelectual en muy honorables representantes del mundo intelectual, defensores a ultranza de la equiparaci¨®n entre hombres y animales, que instrumentalizan hechos cient¨ªficos indiscutibles al servicio de una hermen¨¦utica cargada de algo m¨¢s que de convicciones cient¨ªficas. As¨ª, se enfatiza el grado de coincidencia gen¨¦tica haciendo abstracci¨®n del peso de las secuencias reguladoras que no codifican prote¨ªnas, o de "peque?as" diferencias tan trascendentes como la mutaci¨®n en el gen FOXP2, al parecer determinante en la aparici¨®n del lenguaje. Hay m¨²ltiples s¨ªntomas de que un presupuesto meramente ideol¨®gico subyace tras la tesis de que nuestra condici¨®n se diluye en el seno de la condici¨®n propia de los animales y tal prejuicio determina los rasgos que ciertos int¨¦rpretes est¨¢n dispuestos a enfatizar a partir de sus constataciones. Se extraen as¨ª corolarios en el plano jur¨ªdico y se formulan m¨¢ximas de acci¨®n edificantes, como la impl¨ªcita en la imagen brutal de la foca y el beb¨¦.
Cuando Garcilaso escribe "... no me podr¨¢n quitar el dolorido sentir", alude obviamente a un sentimiento mediatizado por el juicio y el lenguaje y no meramente a lo que pueda experimentar un ser dotado de sistema nervioso central. Mas si se enfatiza s¨®lo este ¨²ltimo hecho, si se hace abstracci¨®n de lo espec¨ªficamente humano del dolor, cabe entonces dar un paso m¨¢s, considerando que el dato del sistema nervioso central no es decisivo, extendiendo as¨ª la empat¨ªa a la vida en general. Lo cual abre a su vez paso a una afirmaci¨®n del valor en s¨ª y por s¨ª de la naturaleza... haciendo abstracci¨®n de que ¨¦sta ser¨ªa ciega si el hombre no estuviera ah¨ª para establecer la medida y el peso de aquellas cosas por las que es preciada. El camino est¨¢ as¨ª abierto a una inversi¨®n de jerarqu¨ªa por la cual no se valorar¨ªa a la naturaleza (reino animal incluido) en raz¨®n de que sirve al hombre, sino que m¨¢s bien se valorar¨ªa al hombre en raz¨®n de que sirve a la naturaleza. Un salto m¨¢s y podr¨ªa postularse que incluso la lucha por la persistencia de la naturaleza, aun en la hip¨®tesis de la desaparici¨®n de todo testigo de su presencia, una naturaleza sin la humanidad, forma parte del acervo de la ¨¦tica. Estas m¨¢ximas de acci¨®n que tienen a la naturaleza como referente ¨²ltimo responden ciertamente a algo bien humano, a saber, a una oscura y profunda pulsi¨®n de fusionarse con lo que trasciende nuestra realidad; pulsi¨®n que obviamente no se da en los animales y que constituye incluso expresi¨®n de la singularidad de nuestra especie.
Este desplazamiento del hombre como centro de referencia (en beneficio primero de la animalidad, despu¨¦s de la vida y en ¨²ltima instancia de la naturaleza en general) refleja simplemente el triunfo de una tendencia antihumanista. Antihumanismo porque es contrario a lo que, desde los presocr¨¢ticos y el G¨¦nesis hasta Noam Chomsky, pasando por lo esencial de la historia de la filosof¨ªa, ha constituido el discurso sobre la naturaleza y sobre el papel en ella del ser indisociablemente sapiens y loquens que constituimos. Y en esta lista no excluyo el pensamiento de Darwin ni el sustentado en la gen¨¦tica contempor¨¢nea. Pues de ¨¦stos se infiere ciertamente que "la carne se hizo verbo" y no a la inversa, mas en absoluto que tal aparici¨®n de la palabra no suponga un acontecimiento radicalmente subversivo en el seno de lo viviente.
Y situar al hombre en el centro de inter¨¦s, restaurar el ideario humanista, lejos de ser contrario a la exigencia de conservar y proteger la naturaleza, tiene en ello un aut¨¦ntico corolario. Pues a menos de considerar que nuestra condici¨®n es ang¨¦lica, no cabe imaginar la cabal realizaci¨®n de las potencialidades humanas m¨¢s que en un contexto natural... regulado y armonizado precisamente por el hombre. Si la dignidad material y la fertilidad espiritual del conjunto de los seres humanos fuera la m¨¢xima de acci¨®n, entonces la exigencia de proteger y conservar la naturaleza surgir¨ªa como corolario: corolario, concretamente, del programa de cualquier organizaci¨®n pol¨ªtica que mereciera el calificativo de democr¨¢tica, lo cual har¨ªa superflua la existencia de un partido ecologista (al igual que la de un partido feminista o antirracista). Que as¨ª no ocurra es ante todo un s¨ªntoma de fracaso de los proyectos liberadores de toda la gran tradici¨®n pol¨ªtica y espiritual de nuestra historia. S¨ªntoma en ¨²ltima instancia de una suerte de desarraigo, de falta de confianza en nuestra entereza ante los problemas derivados de nuestra condici¨®n, los cuales son entonces sustituidos por falsas querellas: s¨ªntoma de nihilismo.
V¨ªctor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona.
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