Un televisor encendido que no recib¨ªa se?al alguna
En Nochebuena, Manuel Ram¨ªrez Torrecilla acudi¨® a trabajar al edificio de Correos en el turno de noche. Lleg¨® puntual, a las siete de la tarde, pas¨® sin saludar por delante de los otros dos compa?eros que tambi¨¦n ten¨ªan turno y se encerr¨® en el vestuario de los vigilantes. All¨ª pas¨® la que ser¨ªa su ¨²ltima noche de trabajo en Correos, encerrado con pestillo, y acompa?ado por una botella de sidra, una caja de langostinos, y un peque?o aparato de televisi¨®n en blanco y negro tra¨ªdo por ¨¦l mismo. No permiti¨® entrar a sus compa?eros de turno ni para ponerse el uniforme. En un momento en el que Ram¨ªrez sali¨® y los trabajadores pudieron entrar en el vestuario, ¨¦stos comprobaron que el televisor no emit¨ªa nada: s¨®lo rayas con un sonido ininteligible de fondo.
Ram¨ªrez pasaba habitualmente mucho tiempo en el vestuario, con la televisi¨®n en blanco y negro encendida y los pies encima de la mesa. Sus compa?eros en numerosas ocasiones tuvieron que hacer el turno vestidos de paisano porque el homicida no les dejaba entrar para ponerse el uniforme.
En Nochebuena, Ram¨ªrez s¨®lo abandon¨® el vestuario para coger algo de la nevera o ir al ba?o, explicaron los trabajadores. Al volver de uno de estos paseos, a las 2.30 ya del d¨ªa de Navidad, el homicida se encontr¨® la puerta del vestuario cerrada (al salir, el mismo hab¨ªa echado el pestillo). Entonces, se acerc¨® a los otros vigilantes y les pregunt¨® que d¨®nde estaban las llaves del vestuario. Ellos le contestaron, asustados, que no sab¨ªan. El homicida, fuera de s¨ª, sali¨® del edificio, y se mont¨® en su coche. Los otros dos trabajadores salieron corriendo detr¨¢s de ¨¦l. Ram¨ªrez, desde el coche, les grit¨® mientras les se?alaba con el dedo: "?Os vais a enterar. No sab¨¦is qui¨¦n soy yo!". Despu¨¦s desapareci¨® en la oscuridad, montado en su veh¨ªculo.
Llega la polic¨ªa
Los dos vigilantes, muy nerviosos, se pusieron a buscar las llaves del vestuario y las encontraron detr¨¢s de un calendario colgado en la pared. Ambos aprovecharon ese momento para entrar en el habit¨¢culo y cambiarse de ropa. A las 4.30, Ram¨ªrez regres¨® al edificio acompa?ado por una patrulla del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Hab¨ªa acudido a denunciar a sus dos compa?eros a la comisar¨ªa de Retiro.
Un rato despu¨¦s, la polic¨ªa se march¨® y Ram¨ªrez, con el visto bueno telef¨®nico de un inspector de la empresa Orma, seg¨²n la versi¨®n de los trabajadores, volvi¨® a entrar en el edificio. El homicida se encerr¨® de nuevo en el vestuario, hasta las 6.30, hora a la que finalizaba su turno. Fue el ¨²ltimo d¨ªa que trabaj¨® en el edificio central de Correos. El 9 de enero volvi¨®, mat¨® a dos compa?eros y se vol¨® la cabeza.
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