Qui¨¦n gana y qui¨¦n pierde con el nuevo Estatuto

Los grandes perdedores de un fracaso de la negociaci¨®n del Estatuto de Catalu?a ser¨ªan el Gobierno tripartito, presidido por Pasqual Maragall; el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, por su implicaci¨®n para que lo aprobara el Parlamento de Catalu?a, y el PSOE. En menor medida lo ser¨ªa CiU y s¨®lo el PP rentabilizar¨ªa el descalabro de los dem¨¢s.

Ni el Gobierno ni los partidos catalanes saldr¨ªan pol¨ªticamente indemnes del fracaso del Estatuto despu¨¦s de casi dos a?os de agotadoras negociaciones. La reforma estatutaria naci¨® de una reivindicaci¨®n de la izquierda catalanista frente al Gobierno del PP y el ahora presidente del Ejecutivo, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, se comprometi¨® a tramitarla y aceptarla si llegara al poder. El Estatuto es pues una apuesta estrat¨¦gica a ambos lados de la mesa negociadora.

CiU quiere sentar las bases para una mayor implicaci¨®n en un Gobierno con el PSOE

Por tanto, con la aprobaci¨®n de la reforma ganan todos. Zapatero dar¨ªa un paso sustancial hacia la consecuci¨®n de su proyecto territorial -bajo el esp¨ªritu de la Espa?a plural-, marcando los l¨ªmites del autogobierno para futuras reformas estatutarias y, sobre todo, para encarar con mayor autoridad y m¨¢s argumentos pol¨ªticos la reforma del Estatuto vasco, tras el rechazo del plan Ibarretxe.

Pasqual Maragall, aunque siempre se ha mantenido en un segundo plano en las negociaciones, podr¨ªa capitalizar en mayor medida en Catalu?a el ¨¦xito de la reforma, lo que le reforzar¨ªa como candidato a conseguir la reelecci¨®n en las pr¨®ximas auton¨®micas.

Desde la pasada legislatura catalana, todav¨ªa en la oposici¨®n, Maragall ambicion¨® y se comprometi¨® a aprobar un nuevo Estatuto, que, junto a las reformas sociales, ha convertido en eje de su mandato. Maragall apuesta por agotar la legislatura -frente a una CiU deseosa de adelantar las elecciones tras la aprobaci¨®n del Estatuto en las Cortes- y disponer as¨ª de m¨¢s tiempo para impulsar su programa social.

Las formaciones del tripartito, por su parte, tambi¨¦n han sido actores principales de esta reforma y, sin duda, as¨ª lo podr¨ªan reivindicar ante su electorado.

Converg¨¨ncia i Uni¨®, ahora en la oposici¨®n en Catalu?a y con mermada influencia en el Congreso, no ser¨ªa especialmente beneficiaria de ese triunfo. Por ello, sus dirigentes persiguen a toda costa ganar protagonismo en la negociaci¨®n y, como en Catalu?a, aparecer a ¨²ltima hora como los salvadores de la reforma, que sin su concurso har¨ªa aguas. Pero la apuesta de CiU es sobre todo estrat¨¦gica. Los convergentes piensan ya en la pr¨®xima legislatura y quieren obtener una especie de contrato de arras en Madrid que les abra la puerta a una mayor implicaci¨®n en un futuro gobierno socialista. En esta estrategia se impone moderar los excesos soberanistas que CiU exhibi¨® durante la negociaci¨®n del Estatuto en Catalu?a.

Conscientes de que el r¨¦dito electoral ser¨¢ mutuo, todos los partidos catalanes luchan por aparecer ante el electorado como los aut¨¦nticos defensores de los intereses catalanes, lo que ha despertado suspicacias y rivalidad entre ellos. En especial, entre CiU y Esquerra Republicana, que compiten por un acotado espacio nacionalista. La insistencia del PSOE por primar las reuniones bilaterales tampoco ha ayudado a establecer un clima de confianza entre partidos.

Todo ello ha provocado una excesiva lentitud en la toma de decisiones que alarga, para desaz¨®n del PSOE, un debate medi¨¢tico y ciudadano pernicioso para sus intereses. De ah¨ª sus presiones para forzar un acuerdo para el d¨ªa 21, cuando se re¨²na el comit¨¦ federal del PSOE, y poder as¨ª acallar las voces cr¨ªticas de los barones, en especial la del presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, aplacada parcialmente tras el encuentro que Zapatero mantuvo con todos ellos el martes en La Moncloa.

Zapatero y el PSOE necesitan zanjar el debate estatutario cuanto antes y con ¨¦xito para que aflore medi¨¢ticamente su pol¨ªtica de reformas sociales. Pero un ¨¦xito negociador tambi¨¦n supondr¨ªa para Zapatero patentar, a los 25 a?os de aprobaci¨®n de los primeros estatutos, un proceso de reformas que supondr¨¢ m¨¢s autogobierno para las autonom¨ªas y su adaptaci¨®n a la nueva realidad espa?ola.

Si triunfa este modelo lo podr¨¢ contraponer con ¨¦xito frente al modelo confederal del soberanismo nacionalista, cuya expresi¨®n m¨¢s clara fue el plan Ibarretxe, y el inmovilismo del PP. Y supondr¨¢ un avance ideol¨®gico para la izquierda en su pretensi¨®n de combinar los retos de la solidaridad con la identidad.

Tambi¨¦n har¨¢ olvidar el clima de tensi¨®n pol¨ªtica generado en Espa?a por este debate, pero que se fue generando con anterioridad en Catalu?a, bajo la forma de agravio pol¨ªtico y econ¨®mico, durante la mayor¨ªa absoluta de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. La pretensi¨®n de Zapatero es que el nuevo modelo sirva para una o varias generaciones.