Angela y George
La primera visita oficial de la nueva canciller alemana, Angela Merkel, a Washington no ha frustrado las grandes expectativas que hab¨ªa despertado. Todo el marco del encuentro de Merkel con el presidente norteamericano Bush y las declaraciones de ambos en la conferencia de prensa com¨²n del viernes en la Casa Blanca indican que se da por cerrado el cap¨ªtulo de discordia y tensiones que se abri¨® con la crisis de Irak y la abierta oposici¨®n del entonces canciller, Gerhard Schr?der, a la pol¨ªtica de EE UU. Merkel ha anunciado tras el encuentro que comienza una nueva era en las relaciones bilaterales y Bush se ha deshecho en halagos personales y pol¨ªticos hacia la dirigente democratacristiana. Es evidente que este hecho supone una buena noticia para el di¨¢logo transatl¨¢ntico en general y para dar un impulso a unas relaciones de la Uni¨®n Europea con Washington muchas veces lastradas no s¨®lo por l¨®gicas diferencias de intereses, sino por prejuicios, recelos y malentendidos.
El hecho de que una mujer que pas¨® su infancia y juventud bajo un r¨¦gimen comunista haya llegado al liderazgo de la democracia m¨¢s poderosa de Europa daba a Merkel un plus de simpat¨ªa en una Casa Blanca donde fue recibida como una representante de la "nueva Europa". Merkel ha logrado en los preparativos y el desarrollo de esta visita dejar claro que es una firme aliada de EE UU y que, precisamente por ello, se considera obligada a hablar con claridad y confianza con Washington. Por eso, y en lo que fue probablemente el ¨²nico punto de abierta discrepancia, volvi¨® a manifestar su cr¨ªtica a la existencia del campo de prisioneros de Guant¨¢namo mientras Bush insist¨ªa en su necesidad de cooperar en la lucha contra el terrorismo.
Merkel ten¨ªa que evitar toda impresi¨®n de sumisi¨®n ante un presidente norteamericano cuya impopularidad en Alemania es grande. Pero, aparte de esta cuesti¨®n, abundaron los puntos de encuentro, empezando por la postura com¨²n en la grave crisis con Ir¨¢n, en la que insistieron en la b¨²squeda de una soluci¨®n diplom¨¢tica sin ceder en la presi¨®n. Si la canciller no insisti¨® en sus cr¨ªticas a Guant¨¢namo, Bush tambi¨¦n pas¨® r¨¢pidamente por encima del espinoso asunto de las ayudas de los servicios de informaci¨®n alemanes a la CIA en la lucha antiterrorista al asegurar que no estaba informado al respecto. Tambi¨¦n en otras cuestiones tratadas parece haberse manifestado esta nueva qu¨ªmica como, por ejemplo, en el an¨¢lisis sobre Rusia y China. La pol¨ªtica de cooperaci¨®n incondicional con Rusia de Schr?der hab¨ªa sido criticada por los vecinos orientales de Alemania con los que EE UU mantiene una relaci¨®n especial.
Est¨¢ claro que Merkel, al contrario que su antecesor, marcado por el antiamericanismo de las revueltas estudiantiles, tiene ese "instinto proamericano" que se atribuye a los l¨ªderes de las democracias surgidas de la ca¨ªda del comunismo. En este sentido, la jefa del nuevo Gobierno de coalici¨®n puede gozar de una confianza especial en Washington. Esto puede ser muy ¨²til, ya que en los ¨²ltimos a?os las ¨²nicas posiciones europeas que ten¨ªan acceso directo a la Casa Blanca eran las del Reino Unido.
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