?Sentir Europa?
Tenemos nueva presidencia en Europa y nosotros sin enterarnos. Wolfgang Sch¨¹ssel, el canciller austriaco y nuevo presidente de la Uni¨®n, se estren¨® hace unos d¨ªas atrevi¨¦ndose a relanzar el proyecto europeo hablando de lo que denomin¨® "el modelo de vida europeo". Seg¨²n el dignatario austriaco, no podemos reabrir el mel¨®n europeo sin antes hablar de cohesi¨®n social, c¨®mo somos, qu¨¦ queremos y cu¨¢les son las fronteras de la Uni¨®n. La valent¨ªa del dirigente centroeuropeo no debe pasarse por alto. "Si queremos reactivar psicol¨®gicamente la Uni¨®n tenemos que dar respuesta a los problemas de los ciudadanos"... "El sistema europeo de vida supone econom¨ªa desarrollada, cohesi¨®n social, alto nivel de vida, paz, estabilidad... La gente no es consciente de ello...". Podr¨ªamos a?adir de nuestra propia cosecha que la gente no s¨®lo no es consciente de ello, sino que probablemente viva en alguna forma de disonancia cognitiva por la cual se siente en precario y con crecientes vulnerabilidades laborales y sociales cuando, en cambio, vive, quiz¨¢ sin saberlo, en un modelo vital que seguir¨ªa ofreciendo seguridad y bienestar.
Es curioso observar que la Cumbre de Lisboa, de 2000, con su acuerdo final hecho de compromisos imposibles entre competitividad y cohesi¨®n social, sigue sirviendo de imaginario colectivo con el que recuperar el momentum europeo. La cumbre informal celebrada en Hampton Court signific¨® el aldabonazo del semestre europeo. Y surge de esa reuni¨®n la voluntad de coger el toro europeo por los cuernos y hablar de qui¨¦nes somos, ad¨®nde vamos y cu¨¢les son los l¨ªmites de nuestra comunidad. La tarea no es f¨¢cil. Una Europa envejecida y con dificultades para acoger la nueva savia de la inmigraci¨®n trata de mantener su pulso comercial en la globalizaci¨®n hablando de que compartimos una manera de vivir que podemos calificar como europea. Hace tiempo que sabemos que la construcci¨®n europea se ha ido basando en todo lo contrario: no hablar de qui¨¦nes somos, no tratar de relacionarnos en funci¨®n de principios que no sabemos si compartimos y, en cambio, tratar de armar lazos y v¨ªnculos comunes a partir de repartir, vender y comprar. No hablemos de inputs (principios, valores, modelos), construyamos desde los outputs (subvenciones, fondos, intercambios).
Aparentemente, la presidencia austriaca aspira a superar el callej¨®n sin salida europea tras el no franc¨¦s y holand¨¦s, resituando el debate en las esencias. Pero, ?es eso posible? Llevamos 60 a?os de construcci¨®n europea de "perfil pol¨ªtico bajo", y justo ahora, ?sabremos recuperar aire y fuerzas para rearmar Europa a las puertas de su ampliaci¨®n m¨¢s aventurada? ?Podremos comparar el apenas 15% de su PIB dedicado a gasto social de pa¨ªses como Lituania, Irlanda o Letonia, con el casi 30% que dedica Suecia al mismo campo? Pero, a pesar de todo, lo cierto es que si buscamos los 50 pa¨ªses con mejores niveles de vida del mundo, de ellos 25 son pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea. Pero tambi¨¦n es cierto que el Gobierno de Alemania ha visto como operaban en su pa¨ªs agentes norteamericanos sin aparentemente poder contrarrestar acciones claramente contrarias a nuestro modelo de vida, o como existen c¨¢rceles de obediencia extraterritorial en algunos de los pa¨ªses miembro o de los candidatos a serlo. Si queremos bucear en los elementos de una hipot¨¦tica identidad europea, o bien nos dedicamos como hizo Vaclav Havel a remendar ideales cristianos con retales de modernidad republicana, o nos dedicamos a hablar de condiciones de trabajo y de pol¨ªticas sociales. Deber¨ªamos empezar a reconocer que las posibilidades de crecimiento de Europa no dependen de nuestra capacidad de competir en productividad con chinos o coreanos, sino de nuestra capacidad de seguir ofreciendo calidad de vida laboral y social a nuestros conciudadanos. Pero, ?podemos seguir hablando de modelo de vida europeo con ese min¨²sculo presupuesto de la Uni¨®n que apenas supera el 1% del PIB comunitario, y cuyo montante final se dedica en una gran parte a la pol¨ªtica agr¨ªcola? ?De qu¨¦ modelo hablamos? ?Hablamos de un desempleo que se situ¨® a finales de 2005 en alreredor del 10%? ?Hablamos de ese 15% de la poblaci¨®n europea que est¨¢ bajo la l¨ªnea de pobreza? ?Hablamos de que el n¨²mero de los trabajadores precarios no para de crecer, con ese 16% de los empleados que son "aut¨®nomos-dependientes" o con cerca del 15% que trabajan con contratos temporales?
Si seguimos as¨ª, y amenazamos con cosas como la directiva Bolkenstein, lo ¨²nico que conseguiremos es que la desorientaci¨®n aumente y el descr¨¦dito de la construcci¨®n europea se sume a los desencantos de una gran parte de la poblaci¨®n europea que mira su futuro con creciente incertidumbre. Dec¨ªa recientemente el profesor de Berl¨ªn Elmar Altvater que, de acuerdo con las teor¨ªas de la integraci¨®n, para ofrecer bienes y servicios es preciso infraestructura material (redes viarias, de comunicaciones y de suministro de energ¨ªa), e infraestructura inmaterial vinculada a la seguridad de las personas (educaci¨®n, asistencia sanitaria, seguridad alimentaria y normas socioecon¨®micas b¨¢sicas). Si lo que ha hecho la Uni¨®n Europea es construir una manera de vivir en Europa basada en ambas integraciones, no nos conviene avanzar por la v¨ªa de la integraci¨®n negativa, cifr¨¢ndolo todo a la desregulaci¨®n y a la privatizaci¨®n de bienes p¨²blicos importantes. De lo contrario enajenaremos voluntades, enajenaremos hearts ans minds.
Este fin de semana el CIDOB junto con el Ayuntamiento de Barcelona, vuelve a organizar una de sus ya habituales reuniones con expertos internacionales, esta vez hablando de Europa y de su futuro, mezclando sabiamente crisis y oportunidad. Es una buena oportunidad para hablar de lo que defin¨ªa Wolfgang Sch¨¹ssel como "la palabra m¨¢gica (de Europa): equilibrio". No podemos seguir basando el modelo europeo en la despiada competencia fiscal y en la evidente desigualdad social entre sus componentes. Si seguimos as¨ª, el cada vez m¨¢s fr¨¢gil techo europeo se nos vendr¨¢ abajo, y dejaremos sin las cortapisas actuales las evidentes tendencias neonacionalistas de unos y otros. Si nos sentimos orgullosos de nuestro modelo social, tratemos de preservarlo. Y demos m¨¢s espacio a los ciudadanos de esa Europa que ahora no encuentra su base social.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.