El triunfo del maldito
El gol al Betis sirve a Cassano para estrenarse con el Madrid y cerrar su conflictivo pasado romano
El destino ha hecho de Cassano un futbolista de o¨ªdos sordos. Se despidi¨® del Roma bajo el coro de insultos de su propia curva de fan¨¢ticos, y el mi¨¦rcoles se present¨® en Espa?a, con el Real Madrid en Sevilla, donde la hinchada b¨¦tica le cant¨® a su sobrepeso: "?Gordo, gordo!". La intimidaci¨®n, sin embargo, no hizo efecto. Ni ayer ni hace dos meses. Cassano dijo adi¨®s a sus tifosi marcando al Lecce. Ayer, en Sevilla, volvi¨® a marcar. Un gol de los suyos. Mezcla de audacia y talento. Dos condiciones que no impidieron su huida de Roma bajo el signo de maldito.
Cassano huy¨® de Roma de la misma forma accidentada en que se present¨® all¨ª en el a?o 2001, con 18 a?os. Para la historia quedar¨¢ su encuentro con Gabriel Batistuta en la cafeter¨ªa de Trigoria. El argentino, por entonces m¨¢ximo goleador del Roma, era junto con Totti el l¨ªder de aquel vestuario. Era un hombre hosco y pudoroso que conservaba el mismo aire introvertido desde su infancia en un pueblo de la Pampa. En Roma, a Batistuta le llamaban Rey Le¨®n. Pero eso no le import¨® a Cassano cuando se acerc¨® a ¨¦l mientras tomaba un caf¨¦. Para romper el hielo, el chico de Bari le salud¨® sin palabras ceremoniosas. Le ech¨® un saquito de az¨²car en la taza y se lo revolvi¨® con el dedo ¨ªndice derecho. Batistuta, espantado, estuvo a punto de darle un pu?etazo.
Criarse en las calles m¨¢s deprimidas de Bari, lejos de la mirada de su madre y de su padre, no blind¨® a Cassano con las m¨¢s tradicionales normas de gentileza ni suaviz¨® su car¨¢cter ind¨®mito. El chico hizo o¨ªdos sordos a los peligros y enfil¨® hacia la pelota como se persigue a la vida. Muchas veces, Cassano ha recordado esos a?os de formaci¨®n con agradecimiento. Est¨¢ convencido de que, sin el f¨²tbol, en el mejor de los casos, no habr¨ªa sido m¨¢s que un delincuente.
La llegada del media punta al Roma de Capello supuso un triunfo personal y el inicio de un dif¨ªcil proceso de aprendizaje. Para acomodarse a las nuevas costumbres no pudo tener un cicerone de m¨¢s rango. Fue el propio capit¨¢n, Francesco Totti, quien le hosped¨® en su casa familiar.
Figura venerada como ninguna otra en Roma, el diez de la selecci¨®n italiana ampar¨® a Cassano bajo su techo durante semanas. Cassano fue considerado como uno m¨¢s de la familia Totti. La convivencia transcurri¨® en armon¨ªa hasta el d¨ªa en que el destino volvi¨® a se?alar al jugador de Bari con malos modos. Fue durante un almuerzo. Y fue ante la persona m¨¢s reverenciada -y temida- por Totti: su madre Fiorella, cuyo mayor orgullo culinario eran los bucatini alla amatriciana. Un plato t¨ªpico romano. Un manjar, y una cocinera, que el ¨ªdolo de la ciudad juzg¨® dignos de una defensa heroica.
Sentado a la mesa, Cassano no midi¨® las consecuencias cuando despreci¨® el plato con adem¨¢n rudo y palabras malsonantes. Los bucatini alla amatriciana no resultaron de su agrado y Fiorella fue la diana de su disgusto, para sorpresa de Totti, que presenci¨® la escena aturdido. La reacci¨®n del capit¨¢n fue la de un hombre que no duda de que lo que tiene ante s¨ª es una amenaza real a los fundamentos de su cultura. Cassano fue expulsado de casa de los Totti con car¨¢cter irrevocable. Sus d¨ªas en el Roma estaban contados. Cinco a?os m¨¢s tarde, en Sevilla, el italiano comenz¨® su era madridista con un gol de pillo. El gol del triunfo.
Por otra parte, Diego L¨®pez, el segundo portero madridista, ser¨¢ baja seis semanas por la rotura fibrilar sufrida ante el Betis.
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