La bomba de Chirac
En una revisi¨®n radical y peligrosa de la doctrina nuclear francesa, el presidente y jefe de las Fuerzas Armadas francesas, Jacques Chirac, anunci¨® ayer que Francia podr¨ªa contestar con un ataque at¨®mico a Estados que utilizaran medios terroristas contra ella o para garantizar "los aprovisionamientos estrat¨¦gicos y la defensa de los aliados". Chirac ampl¨ªa enormemente el abanico del uso posible y "flexible" del arma nuclear, y le hace, as¨ª, un flaco favor a la lucha contra la proliferaci¨®n de este tipo de armamento. El momento elegido para el anuncio es sumamente delicado, tras el desaf¨ªo de Ir¨¢n de reanudar sus investigaciones sobre material nuclear susceptible de ser utilizado para fabricar la bomba. Con tales prop¨®sitos, Teher¨¢n se ver¨¢ a¨²n m¨¢s alentado a seguir por la v¨ªa que parece haberse marcado.
Afortunadamente, Chirac tambi¨¦n ha afirmado que las armas nucleares "no est¨¢n destinadas a disuadir a terroristas fan¨¢ticos". Y, sin embargo, es el fanatismo de grupos o de Estados un problema real, aunque no parece ¨¦sta la respuesta ni m¨¢s sensata ni m¨¢s eficaz. Francia siempre justific¨® sus armas at¨®micas como de ¨²ltimo recurso, del d¨¦bil frente al fuerte, ante un ataque sovi¨¦tico en la guerra fr¨ªa, justamente para disuadirlo. Ahora, tras eliminar los misiles terrestres pensados para esos fines, Chirac se?ala que algunos de los cohetes lanzados desde submarinos tendr¨¢n menos cabezas para poder usarlos de forma m¨¢s limitada. Nunca antes hab¨ªa Francia insinuado que podr¨ªa utilizarlas para asegurarse los suministros de petr¨®leo u otras materias estrat¨¦gicas. Queri¨¦ndolo o no, Chirac le hace el juego a la Administraci¨®n de Bush que busca un enfoque m¨¢s flexible para contemplar, es decir, banalizar, el uso del arma nuclear.
En el gesto chiraquiano hay que ver, sobre todo, los estertores de una presidencia que, si quer¨ªa hacer un favor al mundo, en vez de ofrecer sus armas nucleares como "elemento ineludible de la seguridad del continente europeo", deber¨ªa haber dimitido para desatascar la crisis de la UE tras el no de los franceses a la Constituci¨®n europea. Ni siquiera la bomba salvar¨¢ ya al presidente que, nada m¨¢s llegar al El¨ªseo, orden¨® una ¨²ltima ronda de pruebas nucleares en Mururoa en 1995. La nueva doctrina es m¨¢s signo de decadencia que de nueva fortaleza de esta presidencia tambaleante.
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