La frontera sur

Durante los primeros cincuenta a?os del siglo pasado Espa?a tuvo una frontera monta?osa al sur, al otro lado del Mediterr¨¢neo. La p¨¦rdida de Cuba y Filipinas en la guerra de 1898 exig¨ªa a la idea del prestigio internacional propio de la ¨¦poca que Espa?a se procurara alg¨²n otro terreno de expansi¨®n colonial. Por ello, la cadena monta?osa del Rif, palabra que la autora, Mar¨ªa Rosa de Madariaga, traduce como per¨ªmetro o l¨ªnea de defensa entre el islam y la cristiandad, fue el gran escenario entre 1909 y 1926 de la llamada "guerra de ?frica", para la consolidaci¨®n de un miserable subprotectorado -realquilado a Francia- sobre 20.000 kil¨®metros cuadrados del norte de Marruecos, que hubo que abandonar sin mayor gloria ni provecho tras la independencia del pa¨ªs en 1956.

El libro que ha escrito lahistoriadora De Madariaga se encuentra con un problema de cuya buena resoluci¨®n depende el ¨¦xito del trabajo. Lo que tenemos entre manos es ?una historia b¨¢sicamente lineal, ¨¦v¨¦nementielle como dicen los franceses; un apunte de historia total; una historia de los que no tienen historia? Y es algo de todo ello, pero sin querer ser demasiado de nada, lo que, seguramente, es una buena forma de estar en todas partes, sin olvidar ni tampoco agotar ninguna.

El problema es, por tanto, ?cu¨¢nto dedicar a los protagonistas y cu¨¢nto a su tiempo? O lo que es lo mismo ?c¨®mo arbitrar un corte limpio entre unos y otro? La respuesta de De Madariaga ha sido componer una historia de momentos significativos, de una ilaci¨®n o secuencia de lo relevante, sin caer en lo puntual, como habr¨ªa sido enzarzarse en una narraci¨®n s¨®lo epis¨®dica de las batallas, combinando para ello antropolog¨ªa, sociolog¨ªa, historia de las mentalidades incluso, con la mirada en ocasiones a ras de suelo, en este caso de c¨¢bila, o del soldado espa?ol, en cuya retaguardia peninsular la opini¨®n debat¨ªa sinraz¨®n y prestigio. Y, por momentos, a uno le viene a la memoria la f¨®rmula que, con alguna iron¨ªa, Cort¨¢zar propon¨ªa para hacerse con Rayuela: lea usted primero tal cap¨ªtulo y a continuaci¨®n tal otro, y el resto t¨ªrelos al aire porque el orden en que caigan ser¨¢ tan bueno como cualquier otro para no darle punto de reposo al libro.

Por eso ser¨¢ in¨²til que el lector m¨¢s convencional busque el cap¨ªtulo de Annual pensando que all¨ª podr¨¢ abrevarse de todo lo que deb¨ªa saber sobre la cruenta derrota del general Silvestre, porque cap¨ªtulo lo hay -El Desastre de 1921-, pero no ser¨¢ el ¨²nico tramo de la obra donde entender¨¢ de todo lo que rodea a la batalla m¨¢s all¨¢ de la batalla; y de la misma forma, el llamado Informe Picasso est¨¢ tan bien documentado como cada uno de los ¨¢ngulos o aspectos que del mismo quepa tratar, pero all¨ª donde el espejo reflectante de la autora decida colocarlo.

El resultado, sin embargo, m¨¢s justifica la confecci¨®n de ¨¦ste y no otro itinerario; como en un mecano impecable e implacable est¨¢n todos los que son -momentos vivenciales y actores- tanto como son todos los que est¨¢n. De Primo a Abd el Krim -que siempre ha fascinado a la historiadora-, todos pelearon por esa sangrienta frontera que en un tiempo separ¨® a Espa?a de su propio sur. De all¨ª de donde hoy vienen las pateras.