Aragonesiadas
Los aragoneses son muy suyos. Y los que no son de Arag¨®n, tambi¨¦n. Todos somos muy nuestros. Estuve en Zaragoza, esa ciudad donde uno aprende la ¨¦pica de las derrotas. Nada que ver con la del Atl¨¦tico de Madrid frente al Zaragoza, que lo nuestro ya viene siendo una derrota anunciada, por m¨¢s que los chicos del Manzanares lucharan como agustinas. Estuve en Zaragoza para recordar la pasi¨®n, lucha y derrota de las Brigadas Internacionales. Una ¨¦pica derrota. Una memoria no vencida. Una memoria all¨ª rescatada en estos d¨ªas por el historiador y profesor aragon¨¦s Juli¨¢n Casanova. En su compa?¨ªa volv¨ªa a recorrer la ciudad que se forj¨® sobre tantas derrotas hist¨®ricas. La modernizada ciudad que se pasea orgullosa sobre su enterrado pasado ¨¢rabe. Y su alcalde, Belloch, como casi todos, guape¨¢ndose por las renovadas avenidas. Seguramente as¨ª se hacen todas las ciudades, construy¨¦ndose sobre las otras que hicieron sus anteriores moradores. Es lo que tiene pertenecer a una civilizaci¨®n tan a?eja. La modernizada Zaragoza es una acu¨¢tica capital que ya lleva a?os prepar¨¢ndose para sacar en procesi¨®n sus nuevos santos civiles. ?Habr¨¢ un d¨ªa en que todos nos merezcamos que nuestra ¨²nica sed sea la del champ¨¢n! Aunque le llamemos cava. Y mientras llega ese d¨ªa -que deseo no tarde tanto como ese otro d¨ªa, anunciado por el pensador catal¨¢n preferido de Dal¨ª, en que los catalanes lo tengan todo pagado en el mundo- tenemos que seguir reflexionando sobre el agua y nuestras pertinaces sequ¨ªas.
Entre la reflexi¨®n y la fe, los aragoneses y otros sedientos de nuestro tiempo se han dado cuenta de que toda congregaci¨®n de masas necesita su imagen, su icono, su s¨ªmbolo. En Zaragoza, durante siglos han venerado, y siguen venerando, a la Virgen del Pilar. Pero, con todos nuestros respetos, esa imagen religiosa no era, no es, la m¨¢s adecuada para las civiles celebraciones de la universal Expoagua que vendr¨¢. Se est¨¢ votando el nombre de la mascota que ha dise?ado Sergi L¨®pez, que no tiene nada que ver con el actor. Visto el icono, tengo que confesar que no le tengo mucha veneraci¨®n a esa mascota. Algo que me suele pasar con casi todas las mascotas, exceptuando a la Betty Boop. ?sta del Zaragoza acu¨¢tico me parece una mezcla de ET, Lladr¨® y Mariscal, que a muchos les puede parecer un buen trimonio, pero vamos, que yo no me caso. Lo que s¨ª me parece divertido es el nombre que va ganando en la votaci¨®n popular: Gotika. ?se es el nombre que con mucha diferencia se destaca para bautizar a ese mu?eco tan marciano. Vale, pues. Y as¨ª ser¨¢. As¨ª, Gotika, pero con entonaci¨®n ma?a. Yo no lo usar¨¦ ni como botijo, pero es que yo soy muy m¨ªo.
Me encontr¨¦ con Labordeta, tambi¨¦n tan suyo, tan por libre, tan peculiar hasta en sus pr¨®logos. Le pareci¨® un co?azo el libro de un poeta aragon¨¦s, uno de los m¨¢s olvidados de la generaci¨®n de la Rep¨²blica, que yo llevaba en mi mochila, pero no le pareci¨® mal que nos tom¨¢ramos unos vinos para aplacar nuestra sed de champ¨¢n. Paseando por los callejones cercanos al Tubo hicimos un homenaje al desaparecido caf¨¦ cantante El Plata, tan felliniano, tan a?orado, tan ex¨®tico como aquella danzante, Yuma. Una madura chica de cabaret popular que hac¨ªa berrear a civiles, militares, progres y rurales, en los tiempos en que contra Franco no viv¨ªamos mejor. Nos comimos unas madejas y unos talentos -consultar diccionario de argot local-, cantamos con Luis Alegre, destripamos a la narrativa espa?ola con F¨¦lix Romeo, brindamos por la ca¨ªda del r¨¦gimen. Todav¨ªa tan progres como cuando no estudi¨¢bamos en el Colegio Menor de Teruel. Echamos unos capazos. Y seguimos brindando por la memoria, m¨¢s que centenaria y bien viva, de Pep¨ªn Bello. Agotada la noche, nos retiramos con una chilindrina de Tom¨¢s Seral, aquel impresor, librero y vanguardista de la tierra: "Se nota que el grifo de la inspiraci¨®n se queda seco en que comienza a gotear etc¨¦teras". Etc¨¦tera.
Y volvimos a Madrid, al Madrid que recordaba a su mejor alcalde, a la ciudad que, veinte a?os despu¨¦s, sigue a?orando al viejo profesor. Al imaginario Madrid que un d¨ªa fue m¨¢s atl¨¦tico que real, m¨¢s resistente en las nocturnidades, m¨¢s movido, mejor colocado por su propia vitalidad y por el esp¨ªritu y talante de Tierno Galv¨¢n. Una buena ¨¦poca en que fuimos felices y descamisados, que supimos abrir las blusas en compa?¨ªa de un alcalde con corbata. ?D¨®nde las nieves de anta?o?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.