Cansancio
Escuch¨¦ a Arcadi Espada en Bilbao hace unos d¨ªas definirse como "ciudadano cansado" y no pude evitar recordar aquella otra definici¨®n de Fernando Savater como "ciudadano cabreado". Cinco a?os separan ambas declaraciones. La de Savater era en respuesta a la falta de compromiso c¨ªvico que apreciaba en los l¨ªderes nacionalistas frente a los asesinatos de ETA. Al enfado acompa?aba la reclamaci¨®n de que, los ciudadanos hici¨¦semos causa com¨²n contra el terror.
En aquel momento me pareci¨® que el cabreo pod¨ªa ser un buen punto de partida para la rebeli¨®n c¨ªvica. Pasados los a?os, he podido comprobar que mantenerse mucho tiempo en el cabreo acaba encabronando. La esperanza de que la izquierda y la derecha espa?ola redescubran las virtudes del consenso constitucional parece hoy muy lejana. Ha prevalecido el inter¨¦s por mantenerse en el poder quien lo tiene y por conquistarlo quien carece de ¨¦l. La ingenuidad era esperar que pudiera ser de otro modo.
Arcadi explic¨® que despu¨¦s de veintisiete a?os de poder nacionalista, el cansancio es el resultado de ver a los socialistas compitiendo por ser a¨²n m¨¢s nacionalista. Eso nos deja a los no nacionalistas sin esperanza, o lo que es lo mismo, sin futuro.
Al d¨ªa siguiente de escuchar esas palabras asist¨ª por televisi¨®n a un extraordinario ejercicio de magia recreativa. El ministro Bono intentaba tranquilizar al personal aclarando que el pre¨¢mbulo del Estatut dir¨ªa que "algunos catalanes se sienten una naci¨®n". Horas despu¨¦s otro dirigente del PSOE sustituy¨® ese "algunos" por "muchos" catalanes se sienten una naci¨®n. Y a la ma?ana siguiente la frase rezaba: "Los catalanes se sienten una naci¨®n". Al d¨ªa de la fecha, estamos por conocer el texto exacto, pero ya sabemos su real significado.
No es cuesti¨®n de encontrar la palabra sino de recobrar su sentido: El Estatut no va a reconocer el derecho a no ser nacionalista en Catalu?a sino la legitimidad de quienes construyen la naci¨®n catalana en la Espa?a del siglo XXI. Se empieza oscureciendo el sentido de las palabras y se puede terminar en la obscenidad pol¨ªtica de privar de futuro en la res publica a los no nacionalistas. Incluidos aquellos que conf¨ªan en librarse mediante el ardid de mostrarse m¨¢s papistas que el papa.
Tambi¨¦n en el Pa¨ªs Vasco, cuando los soberanistas nos invitan a comprometernos con un "proceso de paz" debemos recuperar el significado de esta expresi¨®n: se nos propone contribuir a estabilizar como expresi¨®n de la "normalidad" pol¨ªtica la instauraci¨®n del orden social propio de la comunidad abertzale.
Desaparece el filo del hacha, permanece el palo. Pero sobre todo permanece la serpiente que de momento ya ha fascinado a unos cuantos espa?oles con su g¨¦lida mirada: "?Deseas el poder? Arr¨®jate al vac¨ªo. Yo impedir¨¦ que te hagas da?o". Con los dem¨¢s se usar¨¢ el palo. Est¨¢ escrito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.