Estad¨ªstica negativa
Hay quien sustenta que la pol¨ªtica es un juego de estad¨ªstica negativa en que acaba ganando quien menos errores comete. Si es as¨ª, Mariano Rajoy se ha complicado mucho la vida. Su respuesta al acuerdo sobre el Estatut es un disparate que s¨®lo puede comprenderse por el desconcierto que ha provocado en el PP el acuerdo entre Zapatero y Mas. Parece mentira la facilidad con que los pol¨ªticos confunden sus deseos con la realidad. Hasta el mismo d¨ªa en que se aprob¨® el Estatut en el Parlamento catal¨¢n, el PP dio por seguro que no habr¨ªa acuerdo. La experiencia no ha servido de nada. Y el pacto PSOE-CiU les ha cogido por sorpresa, confiados en que aquellos antiguos socios, a los que un d¨ªa el aznarismo vio como potenciales aliados de una Confederaci¨®n de Derechas Aut¨®nomas, acabar¨ªan carg¨¢ndose el Estatut.
Rajoy alumbr¨® la gran idea: un refer¨¦ndum en el conjunto de Espa?a. El defensor intransigente de la Constituci¨®n responde a lo que entiende como un ataque a la Constituci¨®n con una propuesta inconstitucional. Parece una broma. Pero los que juegan a doctrinarios se meten a menudo en estos callejones sin salida. El celo en la defensa de los principios les hace creer que las normas que de ¨¦stos emanan no tienen ninguna importancia.
?sta es la parte rid¨ªcula del asunto. Pero despu¨¦s viene lo grave. La iniciativa de Rajoy revela dos cosas: que sigue dispuesto a propiciar el enfrentamiento entre Catalu?a y el resto de Espa?a y que no ha entendido nada de lo que significa un Estado auton¨®mico y el principio de autogobierno de las partes que lo rige. El se?or Rajoy pretende que los ciudadanos del resto de Espa?a se carguen un Estatuto pactado entre el Gobierno y la mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas catalanas sobre el que los ciudadanos de Catalu?a se pronunciar¨¢n en refer¨¦ndum. No creo que haya precedente en derecho comparado. Eso s¨ª que es trabajar a favor de la balcanizaci¨®n y del secesionismo.
Pero el disparate es posible porque Rajoy no entiende o no quiere entender qu¨¦ significa organizar un Estado conforme al autogobierno de sus naciones y regiones. La Constituci¨®n cre¨® escrupulosos mecanismos de seguridad, sensiblemente inclinados a favor del poder central. El procedimiento que otorga la iniciativa al Parlamento aut¨®nomo, conf¨ªa la aprobaci¨®n del Estatuto al Parlamento espa?ol y otorga a la ciudadan¨ªa de Catalu?a la ¨²ltima palabra, hace pr¨¢cticamente imposible que Espa?a engulla por completo a Catalu?a pero, sobre todo, que Catalu?a rompa con Espa?a. Rajoy parece no haberse enterado.
Ahora se entiende perfectamente que cuando Rajoy dijo en Catalu?a que la Generalitat debe ocuparse de las carreteras y de poca cosa m¨¢s no estaba de broma. El autogobierno es la capacidad de gobernarse por s¨ª mismo. Y el reconocimiento de este derecho s¨®lo tiene sentido si la ciudadan¨ªa de la naci¨®n o regi¨®n en cuesti¨®n tiene la palabra en alg¨²n momento decisivo del proceso. Rajoy, al pretender transferir esta ¨²ltima palabra sobre el Estatuto al conjunto de la ciudadan¨ªa espa?ola, se carga de un plumazo todo el edificio institucional del Estado auton¨®mico. Y se alinea con el aznarismo en la ut¨®pica idea de reconstruir un Estado unitario en que las autonom¨ªas no son m¨¢s que ¨¢reas de administraci¨®n descentralizada. No es ¨¦sta la idea de Espa?a que est¨¢ en la Constituci¨®n. Adem¨¢s, despu¨¦s de 25 a?os de experiencia auton¨®mica, el proceso de autogobierno nacional y regional es irreversible. El ¨²nico proyecto de Rajoy es proseguir el intento de restauraci¨®n aznarista, a¨²n a riesgo de provocar enfrentamientos territoriales. Despu¨¦s de la iniciativa del refer¨¦ndum quedan ya pocas dudas. Mientras el p¨¦rfido nacionalismo catal¨¢n logra un acuerdo razonable que aporta estabilidad y gobernabilidad, y que abre a todas las comunidades nuevas v¨ªas de autogobierno como ha ocurrido otras veces, la derecha sigue buscando envenenar las relaciones entre los pueblos de Espa?a. Le robo unas palabras a Claudio Magris, a modo de apelaci¨®n a tanto patriota desbocado. La democracia requiere "una aptitud para apasionarse por las propias ideas, pero tambi¨¦n para re¨ªrse de ellas y re¨ªrse de uno mismo, de la caricatura en que aqu¨¦llas se convierten en las formas fatalmente simples e imperfectas en que las profesamos".
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