Arrebatos igualitaristas
El debate sobre la reforma del estatuto catal¨¢n y, m¨¢s en general, sobre el futuro de la estructura territorial en este pa¨ªs, ha puesto de manifiesto una realidad apenas conocida hasta ahora: la fuerte implantaci¨®n de sentimientos igualitaristas en importantes e influyentes sectores pol¨ªticos. Y es que, de pronto, durante los ¨²ltimos meses los medios de comunicaci¨®n se han llenado de declaraciones a favor de la igualdad y la solidaridad por parte de dirigentes pol¨ªticos cuyas inclinaciones comunistoides hab¨ªan pasado desapercibidas hasta ahora para la mayor¨ªa de los observadores.
No s¨¦ si Llamazares estar¨¢ o no preocupado por la sombra que puedan hacerle los discursos de Acebes, Zaplana, o el propio Rajoy, en favor de la solidaridad. En todo caso, llama la atenci¨®n escuchar de labios de estos se?ores su repentina preocupaci¨®n por la desigualdad y las posibles discriminaciones sociales que puedan surgir en este pa¨ªs. Resulta cuando menos parad¨®jico que en la derecha de toda la vida no puedan conciliar el sue?o de tanta preocupaci¨®n como tienen por los problemas de la cohesi¨®n social. Y, sin embargo, ah¨ª est¨¢n los hechos. Sin ir m¨¢s lejos, hace tan solo unos d¨ªas, el PP hac¨ªa p¨²blica una solemne declaraci¨®n sobre las reformas en curso para proclamar enf¨¢ticamente: "Nunca admitiremos que dentro de un mismo Estado convivan ciudadanos de primera y de segunda".
Pero todo este planteamiento tiene algunas pegas. La primera -que a cualquiera se le ocurre-, es la relativa a la ausencia de escr¨²pulos igualitarios durante todos los a?os en que los sucesivos gobiernos del PP promovieron reformas diversas que provocaron un notable incremento de las desigualdades en este pa¨ªs, generando la aparici¨®n, no s¨®lo de espa?oles de primera y de segunda, sino tambi¨¦n de tercera, de cuarta, y de quinta. Aqu¨ª se han reformado las leyes que rigen el mercado laboral facilitando el despido y favoreciendo la precariedad laboral. Se ha reformado el sistema educativo en detrimento de la dotaci¨®n de recursos a los centros p¨²blicos. Se han suprimido prestaciones sociales que permit¨ªan mantener ciertos niveles de cohesi¨®n... Y, sin embargo, nada de ello sirvi¨® para despertar las preocupaciones igualitarias de la derecha.
La segunda pega est¨¢ relacionada con la reiterada oposici¨®n de los populares a aquellas reformas legales tendentes a garantizar la equiparaci¨®n de derechos entre todos los ciudadanos. Las preocupaciones por la igualdad no aparecieron, por ejemplo, en el debate sobre la ley que permit¨ªa los matrimonios homosexuales, perdiendo una buena oportunidad para hacerlas valer. Por ¨²ltimo, llama tambi¨¦n la atenci¨®n la escasa sensibilidad de estos nuevos igualitaristas hacia los problemas de la cohesi¨®n europea, pues hace bien pocas semanas acusaban con vehemencia al Gobierno de no haber sabido defender suficientemente los "intereses de Espa?a" cuando se discut¨ªa sobre un reparto del presupuesto comunitario que permitiera forjar una mayor cohesi¨®n de los ciudadanos europeos y sufragar las necesidades derivadas de la incorporaci¨®n de varios millones de personas con menos oportunidades que las nuestras.
Y es que, en el fondo, tras la cortina de humo del discurso igualitarista, se oculta en muchos casos un vergonzante nacionalismo espa?ol que, a la postre, no tiene nada que envidiar a los nacionalismos perif¨¦ricos a los que pretende oponerse. Al menos, los obispos -o algunos de ellos, como el de Toledo- reconocen abiertamente que lo que les preocupa es la fortaleza de la identidad nacional espa?ola y la posible difuminaci¨®n de aquellos rasgos que, en su opini¨®n, han contribuido de manera m¨¢s acusada a su engrandecimiento durante los pasados siglos. ?No ser¨ªa m¨¢s honesto y clarificador que la derecha espa?ola -as¨ª como algunos cualificados socialistas como Bono, Ibarra o V¨¢zquez- reconocieran sin ambages esos mismos sentimientos, en vez de escudarse en un pretendido igualitarismo del que no hab¨ªamos tenido noticia hasta ahora? Seguramente, las gentes de tradici¨®n laica, republicana, y no nacionalista, se lo agradecer¨ªan, pues se sentir¨ªan menos insultadas en su inteligencia.
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