Arquitecturas
Paseando por la Ciudad de las Ciencias una se pregunta qu¨¦ diluvio universal ha conseguido liberar tales dinosaurios arquitect¨®nicos, de qu¨¦ pasado remoto emerge semejante cementerio de huesos... Porque el Palau de las Arts y todo el complejo que lo rodea, no es solamente una de las estructuras m¨¢s grandes del mundo dedicada a las artes esc¨¦nicas, ni la m¨¢s cara, ni la mejor o la peor, sino que adem¨¢s dentro de poco, ser¨¢ tambi¨¦n una de las m¨¢s viejas.
Las pir¨¢mides egipcias no son viejas, sino antiguas que viene a significar todo lo contrario. Con sus tres o cuatro mil a?os de historia bien corridos, constituyen todav¨ªa la ¨²ltima palabra en cuesti¨®n de pir¨¢mides. Y quien habla de pir¨¢mides egipcias, habla de templos mayas o de catedrales rom¨¢nicas. Ninguna catedral es m¨¢s moderna que la catedral rom¨¢nica de Santiago. Hasta los primeros rascacielos de Nueva York son todav¨ªa hoy edificios vanguardistas. Yo me acuerdo de una noche en Manhattan en que vi la cresta art nouveau de la torre Chrysler sumergida en la bruma e iluminada de azul y me parece que he so?ado esas im¨¢genes. Sin embargo el monumental osario de 40.000 metros cuadrados de superficie y 71 de altura, levantado por Santiago Calatrava con acero, hormig¨®n blanco y mosaicos vidriados en el cauce del Turia es algo as¨ª como un esqueleto del prec¨¢mbrico que acabar¨¢ por convertirse con el paso del tiempo y de las modas, en un f¨®sil gigante cuya m¨¦dula habr¨¢ absorbido irremediablemente el tu¨¦tano de la ciudad.
Hace tiempo que el narcisismo de algunos dise?adores unido al mercado del suelo ha desterrado de la arquitectura lo que ten¨ªa de geometr¨ªa limpia y silenciosa, haciendo proliferar estructuras tot¨¦micas que no solo exilian la belleza, sino que est¨¢n socavando los principios m¨¢s elementales de la ordenaci¨®n del territorio.
Pero el proyecto del arquitecto valenciano incluye adem¨¢s la construcci¨®n de tres enormes torres que cerrar¨ªan el conjunto, una de ellas superior a los 300 metros, que todav¨ªa est¨¢n pendientes de aprobaci¨®n. Cuenta el ge¨®grafo y premio Pulitzer Jared Diamond en su libro Collapse, que en nuestra sociedad se est¨¢n dando los mismos s¨ªntomas alarmantes de grandiosidad y ceguera que condujeron al hundimiento de algunas civilizaciones del pasado, como la que levant¨® los famosos colosos de la isla de Pascua. Al parecer esta sociedad polinesia se destruy¨® a s¨ª misma por la sobreexplotaci¨®n de sus recursos fomentada en gran parte por la competencia entre distintos caciques para levantar esculturas cada vez m¨¢s altas en un claro ejemplo de agotamiento ecol¨®gico.
Sin embargo en nuestro convulso planeta, la conciencia postsunami y la percepci¨®n de vulnerabilidad que han generado los huracanes Katrina y Rita apenas ha tenido traducci¨®n en las decisiones urban¨ªsticas. Parece que los l¨ªderes pol¨ªticos compitieran en megaloman¨ªa con el ego de algunos arquitectos y hechizados por la fascinaci¨®n del kilowatio, olvidaran el calentamiento global y trataran de iluminar el caos con un espejismo de brillo el¨¦ctrico.
Como si la arquitectura fuera un arte inocente, se erigen t¨®tems colosales y caligr¨¢ficos que parecen sacados de un c¨®mic de Flash Gordon, palacios edificados con costillas de ballen¨¢ceo, ¨ªdolos falsos como los maois de las isla de Pascua, que respiran con su piel de iguana el aire viciado de la decadencia.
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