Plan B
En pol¨ªtica es conveniente siempre tener un Plan B. Si algo pude concluir de un debate organizado en Valencia por la Fundaci¨®n Alternativas sobre la Espa?a Plural fue eso: es preciso disponer de una opci¨®n "alternativa" para avanzar. Si para enfrentarse al siglo XXI, el Partido Popular no encuentra oportuno reformar la Constituci¨®n -y s¨®lo t¨ªmidamente los Estatutos de Autonom¨ªa-, deber¨ªamos buscar un Plan B. Se puede, desde luego, seguir adelante. Pero se deber¨ªa calibrar el riesgo para la perdurabilidad de cualquier reforma. Por ello, deber¨ªamos ofrecer al PP una nueva oportunidad. ?C¨®mo? Atrevi¨¦ndome a lo que tal vez no deba, sugiriendo que si bien la reforma constitucional puede ser un tema de debate sosegado y remitido a un futuro (no demasiado lejano, con todo), la reforma del Estado y de la Administraci¨®n Central es, en cambio, urgente. El Plan B consistir¨ªa en acelerar las reformas "discrecionales", aquellas que est¨¢n en manos de la Administraci¨®n Central del Estado en sus relaciones con dos escalas de territorio que hace 25 a?os o no exist¨ªan o eran muy d¨¦biles, es decir, las Comunidades Aut¨®nomas y Europa. El Plan B partir¨ªa de la pregunta siguiente: ?qu¨¦ porcentaje de reclamaciones y conflictos territoriales en Espa?a se resolver¨ªa, o al menos, se adelgazar¨ªa, si el Estado funcionara de otra forma? No con "m¨¢s" Estado, sino con "mejor" Estado. Cinco ¨¢mbitos del mismo podr¨ªan ser reformados sin necesidad de tocar art¨ªculos de la Constituci¨®n: la participaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas en Europa y la cooperaci¨®n regional en el ¨¢mbito de la Uni¨®n, el "ahijamiento" por el Estado de los derechos simb¨®licos (ling¨¹¨ªsticos y culturales esencialmente) de las Comunidades Aut¨®nomas con lengua y cultura propia (documentos oficiales, monedas, sellos, TV p¨²blica...), la cooperaci¨®n territorial (funcionamiento efectivo de las conferencias sectoriales Administraci¨®n Central-CC AA), la mejora de la financiaci¨®n de entes locales y auton¨®micos y, por fin, un plan de infraestructuras no radial que solvente los d¨¦ficits hist¨®ricos de comunidades como Andaluc¨ªa, el Pa¨ªs Valenciano o Galicia. El Plan B consistir¨ªa en avanzar en todo aquello que no necesitara de reformas legislativas constitucionales, pero que s¨ª precisar¨ªa pactar la geograf¨ªa econ¨®mica y pol¨ªtica de Espa?a para los pr¨®ximos lustros. ?Podr¨ªa el Partido Popular negarse a esta negociaci¨®n? Dif¨ªcilmente. Como manda en importantes comunidades aut¨®nomas, debe saber bien que en esos cinco ¨¢mbitos las cosas no funcionan nada bien. Con todo, podr¨ªa ser que se negaran: catennacio a cualquier reforma. Entonces, aventuro, s¨ª quedar¨ªan arrinconados por la historia y especialmente en las regiones m¨¢s din¨¢micas del pa¨ªs necesitadas de ox¨ªgeno reformista. Por ello, siguiendo a Hirschman, ser¨ªa el momento de avanzar en los conflictos "divisibles" de Espa?a, aquellos que admiten aceptaciones parciales de las demandas. El Plan B requerir¨ªa una negociaci¨®n en cinco ¨¢reas de gobierno: Econom¨ªa y Hacienda, Fomento, Administraciones P¨²blicas, Cultura e Interior. Aunque este Plan B no tendr¨ªa posibilidades de ¨¦xito a largo plazo sin reformas profundas que dieran armaz¨®n real a la voluntad reformista, permitir¨ªa desactivar algunos conflictos territoriales, resolver demandas hist¨®ricas, mejorar el clima de relaci¨®n con culturas espa?olas no castellanas al desinflar recelos, reales, perif¨¦ricos y dar protagonismo a comunidades aut¨®nomas donde el sentimiento nacional no es primordial, pero que pueden, por sus caracter¨ªsticas especiales, ofrecer experiencias v¨¢lidas para el conjunto. Me refiero especialmente a dos que suelen pasar desapercibidas: Navarra y el Pa¨ªs Valenciano. Navarra tiene dualidad cultural, fueros y hasta concierto fiscal y es leal con Espa?a, en una tesis que Herrero de Mi?¨®n ha sostenido desde hace tiempo. Valencia tiene una lengua propia -y compartida-, una conciencia diferenciada y una memoria hist¨®rica foral y, aunque sostiene un contencioso de infraestructuras con el Estado apuntado ya en las reivindicaciones de Ignacio Villalonga o Luis Lucia en los a?os treinta del siglo XX, siempre ha sido leal con la causa com¨²n. Que los navarros hagan lo que quieran. Sinceramente creo que el president Camps deber¨ªa salir de su timidez reformista, pensar a lo grande y aportar su parte important¨ªsima al Plan B. Eso s¨ª ser¨ªa "ofrenar noves gl¨°ries a Espanya".
Josep Vicent Boira. Universitat de Val¨¨ncia.
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