Contra los intereses generales
Seg¨²n una encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), divulgada esta semana, los espa?oles desconf¨ªan de la justicia y, por extensi¨®n, de los mismos jueces. No es novedoso ni sorprendente, pero resulta llamativo que se mantenga tan alta y tan constante la reticencia c¨ªvica ante los tribunales. Discriminan, dice el vecindario, conculcando el sacrosanto principio de la igualdad, a lo cual se suma la pertinaz lentitud de los procesos y la aparente indulgencia que se observa con respecto al alud de criminalidad que aflige a ciertas zonas, como el litoral mediterr¨¢neo. Habr¨ªa que matizar, claro est¨¢, y subrayar que los juzgadores aplican una legislaci¨®n acaso laxa o poco id¨®nea. Pero tal es la imagen del cuerpo y con eso ha de pechar.
Pero en ocasiones hay resoluciones singulares y plausibles, incluso de ¨¢mbito muy local, que merecen ser glosadas, como ha sido la tomada por la titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo n¨²mero dos de Valencia. La juez, sucintamente descrito, ha venido a pararle los pies al alcalde de Alboraia resolviendo que su plan para expropiar 400.000 m2 de huerta en pleno cultivo, adem¨¢s de recalificar otros 800.000 de suelo agr¨ªcola protegido "no puede justificarse por un inter¨¦s general y p¨²blico de los vecinos del municipio". O sea, que el edil popular Manuel ?lvaro, puede meterse su megaloman¨ªa donde le quepa y dejar de proceder con arrogancia con los damnificados, adem¨¢s de evocar el inter¨¦s general, que no es sino el suyo.
Este episodio contrasta estos d¨ªas precisamente con el alud de programas de actuaci¨®n integrada, los perversos PAI, que tantos ayuntamientos se est¨¢n apresurando a tramitar para eludir la nueva ley de urbanismo que entra en vigor el pr¨®ximo primero de mes. Unos programas que probablemente tampoco son de inter¨¦s general, sino muy exclusivo y que tan s¨®lo se explican por la reiterada falacia de que se aprueban por la cr¨®nica miseria de las arcas municipales. Un argumento o placebo que no impide en innumerables ocasiones hipotecar o desmantelar el futuro paisaj¨ªstico del paraje en cuesti¨®n o trastornar hasta lo inveros¨ªmil su marco y composici¨®n social. No es raro -y s¨ª alentador- que en algunos municipios se hayan manifestado al grito de "volem ser un poble, no un PAI".
Todav¨ªa no se han dado en el Pa¨ªs Valenciano, o desconocemos, trances como el protagonizado por una concejal de Alhama de Murcia -del PP, todo sea dicho- que tuvo el coraje de frenar un proyecto para construir m¨¢s de 40.000 viviendas si antes no se somet¨ªa a refer¨¦ndum en esa villa de unos pocos miles de habitantes. Alegaba la mun¨ªcipe que una obra tan fara¨®nica requer¨ªa el parecer de los m¨¢s directamente afectados, que eran los ciudadanos. Y no -a?adimos nosotros- el muy libre de unos gestores elegidos en listas cerradas y al amparo de unas siglas. Tal cual el alcalde de Alboraia, cuya legitimidad democr¨¢tica no cuestionamos, pero s¨ª su representatividad y sensatez para trastocar, y no por inter¨¦s general, formas de vida seculares y entornos medioambientales que no deben injuriarse por el delirio o el agiotaje.
No somos tan ingenuos como para creer que ha terminado ya esta batalla, la emprendida por Salvem l'Horta Vera-Alboraia. Tan s¨®lo es un respiro, una r¨¢faga de esperanza en la actuaci¨®n de la justicia y en la tenacidad de sectores vecinales. De este episodio no podemos exprimir m¨¢s alientos. La presi¨®n econ¨®mica resulta tan desaforada que dif¨ªcilmente podr¨¢n deso¨ªrse sus tentaciones. Al parecer ya se est¨¢n ofertando 150.000 euros por hanegada (poco m¨¢s de 800 m2) de huerta. Quiz¨¢ aguanten el tipo los titulares de hoy, los pocos labradores vocacionales que siguen trabajando la tierra y practicando una estaci¨®n tras otra ese labrant¨ªo de filigrana en el mismo flanco de la gran urbe.
Pero eso se acaba. Cualquier d¨ªa, un tragaldabas con vitola de autoridad o las expectativas menos ecol¨®gicas -y m¨¢s mercantiles- de los herederos, de consuno con la falta de una voluntad pol¨ªtica conservacionista, dar¨¢n luz verde a los proyectos que ahora chocan con el buen criterio judicial. Llegado ese d¨ªa, quiz¨¢ nos quede a los valencianos de la capital -y no s¨®lo- el recurso de invocar la Pachamama, la tierra madre en el santoral de los aymara bolivianos. Eso s¨ª, ante una postal a modo de icono, pues, por mera especulaci¨®n, ya no quedar¨¢ un palmo de huerta.
PREMIO BROSETA
Desde las filas del PPCV se ha pedido estos d¨ªas que el dirigente del PSPV, Joan Ignasi Pla, sea despose¨ªdo o devuelva -tanto da- el Premio Manuel Broseta con que fue galardonado junto al presidente Francisco Camps por su com¨²n buen hacer en la negociaci¨®n reformadora del Estatuto. No fue una buena negociaci¨®n, como se acaba de ver, ni el l¨ªder socialista debi¨® aceptar esa distinci¨®n, que rememora a un gran jurista vilmente asesinado, pero que en el tramo m¨¢s descollante de su vida p¨²blica fue parte de la otra parte, esto es de la derecha m¨¢s violenta y belicosa. Y lo que es peor: teniendo muy claro el tama?o de su impostura. No perdamos tambi¨¦n la memoria.
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